Opinión
Ver día anteriorMartes 5 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

El PRD: muerto político y sicario de la derecha

Los proyectos de López Obrador y Ebrard

H

ace ya un buen tiempo que el PRD, infectado por el virus del oportunismo, carcomido por la deshonestidad ideológica, y utilizado una y otra vez por el gobierno de Felipe Calderón para saldar cuentas pendientes o para servir de fachada a una legitimidad que nunca se consolidó, declaró su muerte política.

El asunto es más grave de lo que se piensa. Andrés Manuel López Obrador, si bien no quiso desligarse del partido cuando se detectó la enfermedad, sí atisbó la gravedad del mal y se lanzó a la creación de un organismo fuera del partido para apoyar sus acciones políticas; de una u otra forma la lectura fue la misma: el PRD en manos del chuchismo sólo tenía como futuro la muerte de sus principios, y como quehacer convertirse en el sicario de la derecha.

Por su parte, Marcelo Ebrard quiso entrar de lleno al partido, pero una y otra vez fue rechazado por los intereses de los grupos que reinan dentro de la organización, y así, sin romper, crea una opción política que aparentemente correría paralela al partido, pero que en realidad sólo advierte que, para cualquier fin electoral que no sea el de validar una candidatura, el PRD goza de tal desprestigio que no puede ser considerado como plataforma de lanzamiento. Todos sus principios han sido traicionados, y Ebrard lo sabe.

Más allá de las consideraciones de esos liderazgos está la militancia. Fuera de las clientelas, y hasta dentro de ellas –pero muy en silencio–, los perredistas sin cartera han empezado a emigrar del partido; en algunos casos se han opuesto abiertamente a los mandatos de sus jefes tribales, con los riesgos que eso supone.

El ejemplo más claro es el de Manuel Oropeza, dirigente del PRD en el DF, y uno de los más importantes miembros de la corriente Izquierda Democrática Nacional, que encabeza René Bejarano. Para Oropeza las alianzas con el PAN son algo más que incorrectas, son imposibles, por espurias. Así lo hizo ver a la asamblea perredista en la más reciente reunión de ese partido, y con él muchos militantes de IDN decidieron ir en contra de lo ordenado por Bejarano.

Habrá que decir que la IDN es, cuando menos en lo visible, la tribu más cohesionada del PRD, pero frente a la deshonestidad ideológica y traición a los principios, se escogió el desacato. Oropeza y la militancia en el DF ya dejaron claro que no acompañarán tales acciones que hoy tienen como nuevo ingrediente al camachismo con el que está ligado Ebrard.

Todos los hechos, todas las acciones están a la vista del propio jefe de Gobierno. Seguir en la idea de que son las alianzas las que le darán fuerza y soporte para su posible candidatura hacia 2012 parece un camino hacia el suicidio; hoy es el momento para alejarse del darkside y para construir su propia identidad política, que la tiene.

Es más, sólo sería cuestión de echar la mirada hacia atrás para caer en cuenta de que, junto a él, como sus consejeros, cuando menos por el momento, sólo hay una colección de fracasos. Ganar por ganar, por ejemplo en el estado de México, no le dará ninguna ventaja, a menos que la estrategia sea, más que comprometerse, comprar voluntades.

Y si la idea es competir billete contra billete, mal negocio, muy mal negocio.

De pasadita

Como no tenía nada de que presumir, y la verdad nada que informar, el delegado panista en Cuajimalpa, Carlos Orvañanos, decidió anunciar un Metrobús fantasma. Resulta que desde hace más de un año, cuando se proyectaron todas las posibilidades de transporte público para la ciudad, se miró muy de cerca la opción de crear una línea confinada, como las que conocemos para Santa Fe. Se hicieron todo tipo de pruebas; es más, una noche, los funcionarios del transporte llevaron un vehículo articulado por todo Constituyentes para saber si aguantaba la subida. El camión pasó la prueba. Sí, eran necesarias obras de ingeniería de considerables costos, pero eso también tenía remedio. El proyecto abortó cuando de esos estudios resultó que el número de pasajeros que viajarían apenas llegaba a 30 mil, y para que sea viable se requieren más de cien mil. Eso lo supo el delegado cuando, a petición del jefe de Gobierno, se le mostraron los proyectos. Tal vez por eso decidió lanzar la idea y aparentar que desde el gobierno no se quiere hacer la obra. Eso es muy panista, muy azul. Ni modo.