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La compañía chilena Gajuca presenta Los santos en las aceras, de Juan José Olavarrieta

A escena, una crítica a la sacrosanta Iglesia católica y los poderes fácticos

La Santa Muerte, un cardenal y la Virgen de Guadalupe traspasan el concepto de la danza butoh, dice el director

La puta de Babilonia, libro de Fernando Vallejo, es uno de los referentes de la obra

Foto
Escena del montaje que se presenta en el Centro Nacional de las ArtesFoto Cortesía de la producción
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de octubre de 2010, p. 9

La devoción por los santos en las calles, fuera de los templos católicos, cuando las personas toman el poder de su fe más allá del cedazo de la institución eclesiástica, es llevada al altar del escenario con personajes que visten coloridos ropajes. La Santa Muerte, un cardenal y la Virgen de Guadalupe traspasan el concepto tradicional de la danza butoh, gracias a la compañía chilena Gajuca, con el montaje Los santos en las aceras.

“En estos templos que hay en la calle, como los de la Santa Muerte en Tepito, no hay desprecio por ninguna clase: narcos, travestis, prostis. Son cosas que no se ven en la Iglesia porque no les permiten entrar, son como los parias. Pero esto no sucede cuando la gente por iniciativa propia toma la calle para su fe”, detalla en conversación Juan José Olavarrieta, autor, director y actor.

La pieza donde se funden las lindes entre danza contemporánea, danza área, butoh, actuación y multimedia es resultado de una investigación en Colombia, Chile, Argentina, Guatemala y México sobre las manifestaciones religiosas y una visión crítica sobre la Iglesia católica en el continente.

El libro La puta de Babilonia, de Fernando Vallejo, los evangelios apócrifos, el apocalipsis según San Juan, la constitución del Santo Oficio, son algunas de las referencias bibliográficas. Nos remitimos a textos muy fuertes por lo que dicen, llenos de represión y de odio, expone.

Mientras la muerte enmascarada es envuelta en un ropaje rojo, la multiplicada imagen de Augusto Pinochet se extiende en el fondo. La protesta y la denuncia son móvil del espectáculo escénico al recrear imágenes sobre la Iglesia católica en Latinoamérica, su relación con el poder político durante las dictaduras, un recorrido histórico por los papas, los reflejos de las noticias en los últimos tiempos y hasta cuestionamientos sobre la existencia de Cristo.

Por supuesto que hay lugares donde estamos prohibidos, acepta Olavarrieta al preguntarle por la censura. Pero son señoras en estados mochos encargadas de la cultura a las que les pareció que era demasiado, cómo se nos ocurre hablar así de la sacrosanta Iglesia. Pero sucede a nivel institucional de quienes guían la cultura porque la obra crítica los poderes fácticos. El público, más que con odio, sale preguntándose o agradeciendo tener otra visión del asunto.

Búsqueda de un metalenguaje

Olavarrieta, director de la compañía Gajuca, habla sobre su propuesta escénica: “Buscamos un metalenguaje que utilice las distintas disciplinas que están parceladas dentro de la educación, un nuevo lenguaje que innove el anquilosamiento de los años 80 y 90 del siglo pasado.

Hasta sucedió con el propio butoh; el problema es que se empezó a convertir en una especie de repetición de lo que estaba sucediendo en Japón y en Alemania. Tenemos otros cuerpos y otras problemáticas, pero sí compartimos la búsqueda y el entrenamiento dentro de esta danza. Retomar el origen mismo del butoh, que sale a protestar y pone en el escenario a los parias, agrega.

Los altares en las calles, el color, el carnaval, las texturas de las manifestaciones religiosas en Latinoamérica son una fuente de inspiración. La plasticidad y el minimalismo japoneses son muy elegantes, pero es muy de esa cultura. Conozco y he realizado el butoh blanco, de rapados y taparrabos, pero no es lo que estoy buscando con este montaje.

En el caso de México se retomó el fervor por la Virgen de Guadalupe, la historia sobre su manto y ser morena, hecho que se repite en Sudamérica, donde hubo colonización y todos los templos fueron construidos sobre recintos y creencias indígenas. En el caso de la Santa Muerte, Tepito fue lugar de visita recurrente.

Los santos en las aceras concluye temporada este domingo 10 en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (funciones, viernes a las 20 horas, sábado a las 19 y domingo a las 18 horas) y en el festival de la Nao en Acapulco. Después, la compañía chilena participará en el Festival Internacional Cervantino representando a su país de origen con el montaje El hallazgo, sobre las momias de Chinchorro, las más antiguas del mundo, en el desierto de Atacama: una bella forma de encontrarse con la muerte.