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Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura 2010
Es un reconocimiento a la literatura en lengua española, dice el escritor

Aunque a algunos peruanos no les guste, el Perú soy yo, señala

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El fotógrafo Rodrigo Moya narró en 2007 a La Jornada que el 14 de febrero de 1976 captó esta imagen de Gabriel García Márquez, dos días después de que fuera golpeado por el autor de La ciudad y los perros
 
Periódico La Jornada
Viernes 8 de octubre de 2010, p. 4

Estocolmo, 7 de octubre. El escritor peruano Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) fue galardonado este jueves con el Premio Nobel de Literatura 2010 por su cartografía de las estructuras del poder y sus afiladas imágenes de la resistencia, la rebelión y derrota del individuo, de acuerdo con el acta dada a conocer por la Academia Sueca.

El autor de La fiesta del Chivo (2000) recibió la noticia a las cinco y media de la mañana en Nueva York, donde radica en esta época en que se desempeña como profesor en la Universidad de Princeton. En un principio pensó que la llamada de madrugada se trataba de una mala noticia; luego supuso que sería una broma perversa, como la que le había jugado su colega Alberto Moravia hace algunos años.

Vargas Llosa –considerado integrante del boom latinoamericano– se encontraba preparando su clase, releyendo El reino de este mundo, de Alejo Carpentier. Luego de que cortara la comunicación con el secretario de la Academia Sueca, Peter Englund, el escritor le dijo a su mujer, Patricia:

¿Y si esto es una broma? Mejor no llamemos a mis hijos todavía, hasta que se confirme. Quiero irme a caminar al Central Park, estoy muy aturdido.

Un cuarto de hora después la noticia recorría el mundo, para algarabía, principalmente, de la comunidad intelectual de lengua española, que tuvo que esperar 20 años (luego del Nobel al mexicano Octavio Paz en 1990) a que otro de sus autores fuera reconocido con el máximo galardón a las letras.

Con Vargas Llosa suman 11 los escritores en lengua española galardonados con el Nobel de Literatura.

Nacionalizado español en 1993, Vargas Llosa, narrador comprometido con la sociedad, como lo calificaron en Estocolmo, dio sus primeras declaraciones ya como Nobel literario a la radio colombiana RCN: no pensaba ni siquiera que estaba entre los candidatos. Creo que es un reconocimiento a la literatura latinoamericana y a la literatura en lengua española, eso sí debe alegrarnos a todos. Es una buena manera de empezar el día neoyorquino.

El galardón, dotado con 1.5 millones de dólares, le llega a Vargas Llosa cuando su presencia en la lista de candidatos parecía rutinaria y en pleno vigor intelectual. Su nueva novela, El sueño del celta, llegará a las librerías el 3 de noviembre. El autor será el invitado de honor de la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

De acuerdo con la agencia Dpa, el rumor mundialmente extendido, aunque por lógicas razones nunca confirmado, es que al peruano se le negaba el Nobel no por falta de méritos literarios, sino por la controversia que genera su credo entusiasta, ortodoxo y militantemente liberal.

Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació en la ciudad andina de Arequipa el 28 de marzo de 1936, en una familia de clase media. Una primera etapa de su infancia la pasó en Cochabamba (Bolivia), donde vivió hasta los 10 años de edad. Luego se trasladó a la norteña ciudad peruana de Piura, donde, dice, empezó a conocer su país natal. De ahí se fue a vivir a la capital, Lima, de la que no hay buenos recuerdos porque fue una experiencia traumática familiar.

Este jueves en Nueva York, en el Instituto Cervantes, Vargas Llosa se reunió con la prensa estadunidense y, por medio de videoconferencias, conversó también con reporteros de Madrid y la ciudad de México.

Reiteró que el Nobel de Literatura también premia a lo que rodea a este escritor, en este caso la lengua en la que escribo. La maravillosa lengua española, que hablamos por lo menos 500 millones de personas en el mundo, una lengua que une a gente de países, tradiciones, creencias y costumbres distintas. Y que es una de las lenguas más dinámicas, enérgicas y creativas en el mundo moderno.

Agradeció a España, el país que me apoyó para ser reconocido, así como a sus agentes literarios Carlos Barral y Carmen Ballcels.

Es interesante lo que ha ocurrido con la literatura latinoamericana, en las últimas décadas ha ido poco a poco conquistando un derecho en el mundo de la cultura. Cuando era joven y empezaba a escribir era prácticamente ignorada en el resto del mundo. Cuando fui por primera vez a Europa o a Estados Unidos la idea de América Latina estaba muy estereotipada, era vista como una tierra en la que sólo había dictadores, revolucionarios y catástrofes, pero ahora se reconoce que América Latina también puede producir artistas, músicos, pintores y novelistas. Creo que todos esos elementos deben haber intervenido en la decisión de la Academia Sueca.

Un periodista preguntó a Vargas Llosa acerca de su alejamiento del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, pero el autor de Los cachorros ni siquiera permitió terminar la pregunta y dijo: No vamos a hablar de eso ahora. Les voy a rogar que hagan público mi agradecimiento (a García Márquez) por la declaración cariñosa que hizo con motivo de este premio. Le estoy muy agradecido.

El fotógrafo Rodrigo Moya narró en La Jornada, el 6 de marzo de 2007, la historia del desencuentro entre los dos escritores, el cual se originó en 1976: “Gabriel García Márquez volvió a tocar el timbre de mi casa, en la colonia Nápoles, para que le tomara otras fotografías. Esa vez lo notable no era el saco de cuadritos, sino el tremendo hematoma en el ojo izquierdo y una herida en la nariz, causada por el puñetazo que dos días antes le había propinado su colega y hasta ese momento gran amigo Mario Vargas Llosa.

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El escritor peruano español ante la prensa, ayer en Nueva York, tras confirmarse la noticia de que había sido galardonado por la Academia SuecaFoto Ap

“El Gabo quería una constancia de aquella agresión, y yo era el fotógrafo amigo y de confianza para perpetuarla. Claro que pregunté azorado qué había pasado, y claro también que Gabo fue evasivo y atribuyó la agresión a las diferencias que ya eran insalvables en la medida que el autor de La guerra del fin del mundo se sumaba a ritmo acelerado al pensamiento de derecha, mientras que el escritor que 10 años después recibiría el premio Nobel seguía fiel a las causas de la izquierda. Su esposa Mercedes Barcha, quien lo acompañaba en aquella ocasión luciendo enormes lentes ahumados, como si fuera ella quien hubiera sufrido el derechazo, fue menos lacónica y comentó con enojo la brutal agresión, y la describió a grandes rasgos: En una exhibición privada de cine, García Márquez se encontró poco antes del inicio del filme con el escritor peruano. Se dirigió a él con los brazos abiertos para el abrazo. ¡Mario...! Fue lo único que alcanzó a decir al saludarlo, porque Vargas Llosa lo recibió con un golpe seco que lo tiró sobre la alfombra con el rostro bañado en sangre. Con una fuerte hemorragia, el ojo cerrado y en estado de shock, Mercedes y amigos del Gabo lo condujeron a su casa en el Pedregal. Se trataba de evitar cualquier escándalo, y el internamiento hospitalario no habría pasado desapercibido. Mercedes me describió el tratamiento de bisteces sobre el ojo, que le había aplicado toda la noche a su vapuleado esposo para absorber la hemorragia. Es que Mario es un celoso estúpido, repitió Mercedes varias veces cuando la sesión fotográfica había devenido charla o chisme.

“Según los comentarios que recuerdo de aquella mañana, mientras ambas parejas vivían en París los García Márquez habían tratado de mediar los disturbios conyugales entre Vargas Llosa y su esposa Patricia, acogiendo sus confidencias. Como suele suceder, los consejos o comentarios de la pareja colombiana rebotaron hacia Vargas Llosa cuando éste volvió al redil y se reconcilió con su esposa. Y lo que sea que se hubiese dicho o sucedido, el caso es que el peruano se sentía gravemente ofendido, y su furia la resolvió de aquella manera expedita y salvaje. Guarda las fotos y mándame unas copias, me dijo el Gabo antes de irse. Las guardé 30 años, y ahora que él cumple 80 años, y 40 la primera edición de Cien años de soledad, considero correcta la publicación de este comentario sobre el terrífico encuentro entre dos grandes escritores, uno de izquierda, y otro de contundentes derechazos.”

Vargas Llosa, en su encuentro con la prensa neoyorquina, en Manhattan, afirmó: Soy peruano. Lo que digo y hago expresa el país en el que he nacido. El país en el que he vivido las experiencias fundamentales que son las que marcan al ser humano, que son las de infancia y juventud. De tal manera que el Perú soy yo. Aunque a algunos peruanos no les guste, el Perú soy yo. Fujimori, por ejemplo, no me reconocía como peruano, quería quitarme la nacionalidad y afortunadamente España me reconoció la nacionalidad y eso me salvó de convertirme en un paria. Yo le puedo agradecer a mi país lo que soy, el ser un escritor.

Agregó: soy y seré hasta el último día de mi vida un escritor, pero también soy un ciudadano con ideas políticas que está en contra de los totalitarismos, de los de derechas y de los de izquierdas, y explicó que sus ideas políticas forman parte de su mundo literario.

En la década de los sesenta saltó a la fama al publicar La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1965) y Conversación en la catedral (1969). Pero fue en España donde publicó su primer libro en 1958: El desafío.

En 1990 contendió como candidato del Frente Democrático. Vargas Llosa perdió esas elecciones de forma contundente frente a Alberto Fujimori y abandonó su país.

Su primera esposa, 15 años mayor que él, era su tía Julia Urquidi. La mujer, que murió el pasado mes de marzo, inspiró su novela La tía Julia y el escribidor, publicada en 1977, donde cuenta la historia de un adolescente que sueña convertirse en escritor y se enamora de su tía política.

Un año después del fracaso de su primer enlace, Vargas Llosa contrajo matrimonio en 1965 con su prima Patricia Llosa, con quien tiene tres hijos.

El colegio militar limeño Leoncio Prado anunció que le rendirá homenaje a su ex alumno Mario Vargas Llosa, luego de que se repudió al escritor por la forma en que describió el plantel en su novela La ciudad y los perros.

Según testimonios, incluso fueron quemados varios ejemplares y se hicieron esfuerzos para prohibir la publicación. Cuando la novela fue llevada al cine se negó el permiso para que se filmara en sus instalaciones.

El padre de Vargas Llosa, con quien éste tuvo una relación distante, lo matriculó en el Prado para que la disciplina militar lo alejara de su interés por la literatura, que él consideraba señal de debilidad. En ese mundo áspero, el ahora Nobel logró ganarse el respeto de sus compañeros escribiendo cartas de amor por encargo, con lo que paradójicamente se reforzó su vocación.