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Dilma dio a la izquierda el más grande resultado

Poco probable que Rousseff sea derrotada en la segunda vuelta en Brasil, señala Emir Sader

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Periódico La Jornada
Sábado 9 de octubre de 2010, p. 36

Rio de Janeiro, 8 de octubre. A Emir Sader no le gusta la hipótesis de una probable derrota de Dilma Rousseff en la segunda vuelta electoral, pero acepta responder qué se juega Brasil este 31 de octubre: está en juego si Lula es un paréntesis o un puente para salir de una buena vez del modelo heredado. Un retorno de la derecha sería bajar absolutamente el rol del Estado como un inductor de desarrollo económico, garantía de las políticas sociales y de la política de alianzas con América Latina y con el sur del mundo.

Y ya. Porque su corazón y los hechos que desmenuza como científico social le dicen que es poco probable que la candidata del Partido de los Trabajadores sea derrotada. Tiene apoyos muy fuertes; casi en todos los estados están con ella gobernadores triunfantes.

Tiene además el comportamiento electoral de los brasileños: cuando un candidato queda arriba en la primera vuelta siempre se impone en la segunda.

No le convence a Sader –secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales– la idea de que Rousseff está condenada a no ser ya la presidenta fuerte que auguraba un triunfo en primera vuelta el pasado 3 de octubre.

También puede significar que gane con gran diferencia la segunda ronda. Hace cuatro años Lula se disparó en votos y Geraldo Alckmin (del Partido de la Socialdemocracia Brasileña) disminuyó.

En todo caso, continúa Sader, Rousseff va a tener un apoyo que Lula nunca tuvo: holgadas mayorías, con los aliados, en las cámaras de Senadores y Diputados, sin contar varios gobiernos estatales clave.

El politólogo no se cansa de insistir: es el mejor resultado que la izquierda ha obtenido nunca en Brasil. La diferencia entre ella y el segundo es más grande que la obtenida por Lula.

Apunta Sader otros logros petistas del pasado domingo: “la relección de casi todos los gobernadores de la izquierda, la conquista de Rio Grande do Sul –que nunca se había definido en una primera vuelta– y el probable triunfo en Brasilia en una segunda vuelta”.

En el Senado, sigue, se quebró absolutamente el eje derechista. El Senado era el núcleo duro de la derecha, y los resultados electorales descabezan fuertes liderazgos de la oposición.

En la Cámara de Diputados, una significativa ganancia para el frente amplio de partidos de izquierda, que crea una relación de fuerza mucho más favorable respecto del PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño, también aliado, pero no de izquierda), que disminuyó su votación.

La suma de todos estos datos lleva a Sader a la conclusión de que se ha creado ya una mayoría progresista en Brasil, en lo social, ahora expresada en lo político.

–Entonces, ¿por qué ese triunfo con sabor a derrota?

–Porque se creó una expectativa de triunfo, a partir de las encuestas, en la primera vuelta.

–¿Por qué no se dio?

–Primero el desgaste de Dilma, debido al asedio de las campañas evangélicas, religiosas en general, con el tema del aborto. Sin embargo, los datos indican que eso sólo originó un desplazamiento de menos de 2 por ciento de los votos.

–¿Qué pesó entonces?

–Probablemente lo que más influyó fue la abstención que, sumada a los votos nulos y blancos, llega a 26 por ciento, lo cual es inédito. Hay que analizar qué significa, pero en 2006 hubo 8 por ciento de abstención y ahora hubo 16.5. Y considerar que siempre es mayor la participación en la segunda vuelta, entre otras cosas porque la elección es más decisiva y es más fácil votar.

En México, algunos brincarían de gusto con una abstención de 16 por ciento, pero aquí, donde el voto es obligatorio, es motivo de preocupación. Sader dice que fue la abstención más alta en el norte del país, donde la votación por Dilma, que fue de por sí apabullante. Los cálculos mínimos dicen que hubo una pérdida de 10 por ciento, que es mucho más que el eventual desplazamiento de votos hacia Marina Silva.

Sobre el voto de la candidata verde, la sorpresa electoral de casi 20 por ciento, Sader dice tener confianza de que Silva estará dispuesta a acercarse a Dilma. De hecho, algunos personajes que influyen en la candidata verde, como el teólogo Leonardo Boff, ya realizan labores de acercamiento con Silva.

El rechazo a Serra y los ejes de la aspirante petista

Con todo, Rousseff alcanzó 47 por ciento de la votación, cifra con la que enfrenta a una oposición, reconoce Sader, con un ánimo mayor.

El entusiasmo de los derechistas, sin embargo, no les va a alcanzar, debido a que tienen muchos obstáculos.

El primero, dice el politólogo, es que el rechazo a José Serra es muy alto, mucho mayor que la votación de Marina. Otro, que en general tendrá pocos aliados, pocos estados para hacer campaña, aunque Sader reconoce que se trata de estados muy ricos.

Su ventaja está en que en Sao Paulo y Minas Gerais puede tener aliados muy fuertes.

–Los mayores, electoralmente hablando.

–En Sao Paulo él ganó, pero en Minas Gerais tuvo una derrota muy grande. No le basta ganar votos, tiene que quitarle votos a Dilma. Creo por eso que va a seguir una campaña sucia, sórdida, torpe, sobre el tema del aborto. Ese tema lo instrumentalizaron como pudieron haber hecho con otro. No es que el tema del aborto sea tan central en la sociedad brasileña, sino que aprovecharon que la candidata del PT había aparecido en una declaración planteando la despenalización.

El tema de central de la campaña, desde el lado de Rousseff es, desde ya, la comparación de los gobiernos de Cardoso y Lula. Parece una vuelta al pasado, pero es proyectar hacia el futuro en el sentido de que si vuelven no pueden ser tan distintos, sostiene Sader, cercano al presidente Lula y a la candidata presidencial del Partido de los Trabajadores.

Serra, por su lado, ya tomó el riesgo de reivindicar la presidencia de Fernando Henrique Cardoso, como le exigían varias figuras de su partido político.

Eso parece gustar a los partidarios de Roussef que, como Sader, creen que los tucanos llevan las de perder: “Con Cardoso tuvimos tres crisis económicas. De la última nunca logró salir, fue Lula quien salió. Al final de su gobierno, el presidente tiene 80 por ciento de aprobación y sólo 4 por ciento de rechazo; al final de su gobierno, Cardoso tenía 50.9 por ciento de rechazo.

El programa de Lula muestra a los electores lo que se ha hecho y lo que se va a hacer, no sólo lo que se hubiera hecho o lo que presuntamente se haría, concluye.