Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 10 de octubre de 2010 Num: 814

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El Hamlet de Nekrosius
JUAN MANUEL GARCÍA

70 con John Lennon,
30 sin la Morsa

ALONSO ARREOLA

No elegía
RICARDO YÁÑEZ

El hombre que veía rodar las ruedas
PABLO ESPINOSA

John Lennon: karma instantáneo
ANTONIO VALLE

Duhamel y la santidad cotidiana
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Alejandro Aldaco: Inflorescencias

La fotografía de flores ha tenido momentos culminantes en artistas fundamentales como Edward Weston, Imogen Cunningham, Albert Renger-Patzsch y, en especial, Robert Mapplethorpe. Las formas de la naturaleza, y en particular la sinuosa voluptuosidad de la flor, han dado lugar a imágenes insólitas en las que confluyen el realismo y la abstracción en composiciones a un tiempo sutiles e intrincadas. Alejandro Aldaco (Guadalajara, Jal., 1970) capta la quintaesencia de las flores en sus fotografías permeadas de claroscuros, movimiento y sensualidad. En un ambiente familiar rebosante de arte y creatividad –es hijo del prominente arquitecto tapatío Marco Aldaco y de la diseñadora Marta Rico– desde niño desarrolló un contacto íntimo con la naturaleza, y en especial con el microcosmos de los insectos y el delirante universo de las flores. Aldaco se formó en Ciencias de la Comunicación y se inició en la fotografía en el medio publicitario con Francisco Gilardi y en el taller de la artista Susana Chaurand, quien fue asistente de Manuel Álvarez Bravo y desarrolló un destacado método de enseñanza. “De ella aprendí –comenta Aldaco– la forma meticulosa y un tanto singular de trabajar.” Paralelo a su trabajo en el medio publicitario se ha dedicado a la fotografía de autor y en 2009 obtuvo el galardón Merit Award de la revista B&WSpecial Issue. Ha sido seleccionado dos veces para el libro Agenda fotográfica 2010 y 2011, con lo cual se sitúa entre los doce mejores fotógrafos de Jalisco, de acuerdo con el concurso Rendija Taller Visual. Actualmente se presenta por primera vez en México en la Casa Lamm su trabajo reciente basado en el tema de las flores, bajo el título de Inflorescencias.


Bailarina

Las fotografías de Alejandro Aldaco remiten de alguna manera a la estética japonesa shibui, cuyo lenguaje emblemático se basa en la elegancia de la sencillez y la fuerza de las formas simples, nítidas, contundentes. La flor como elemento vivo arraigado a la tierra sería en el arte shibui la metáfora del arquetipo del esplendor efímero: captar su esencia a partir de sus formas más simples equivale a asir por un instante la belleza de la impermanencia, uno de los estadios primordiales de la filosofía budista íntimamente ligada a la estética japonesa. Así lo describe el fotógrafo: “Lo que es muy importante para mí es la contemplación. Al estar contemplando encuentro la flor que me dará la fotografía y luego busco un acercamiento interesante, de ahí en adelante dejo que fluya.” En ese fluir se conforman sus imágenes sutiles y poderosas, que ponen en juego la imaginación y el entendimiento en una ambigüedad que proyecta una melancolía serena, la melancolía del acto poético.

A Aldaco le atrae la fotografía lograda con luz natural y rica en texturas. Así palpamos con la vista la agrietada y brillante textura del anturio, la aterciopelada y nívea piel del alcatraz, y la tersura en los pétalos del lirio. Su meticuloso tratamiento de la luz da lugar a imágenes que se antojan en movimiento, como el grácil ciclamen en Bailarina, cuya variación en una secuencia de tres imágenes repetidas se convierte en Ballet, una danza de ritmos orgánicos y suave aroma .

Como en la danza misma, las flores de Alejandro Aldaco se contonean casi imperceptiblemente, en armonía y equilibrio con las luces y sombras que destellan un rumor silencioso.

Además del universo floral, a Aldaco le interesan otros temas como la arquitectura y los animales –siempre poniendo énfasis en el lenguaje abstracto– e incursiona en la búsqueda de escenas underground en ámbitos nocturnos. En todos los casos, su técnica alcanza un nivel de virtuosismo que da como resultado la belleza formal de sus composiciones, en las que resalta una finura en la claridad de las formas y una singular sutileza en el manejo de las luces y sombras. La silueta de sus imágenes aparece bien delineada, con la precisión de un dibujante, salvo en contadas excepciones, como Dandelion y Obelisco en las que el color y la forma son distorsionados creando un efecto óptico de movimiento congelado: “Juego mucho con el negativo –comenta el autor– en un proceso que se conoce como cruzado, el cual se caracteriza por sus colores artificiales y un alto contraste.” Su tratamiento del color y del uso del blanco y negro tienen que ver con su interés por alterar el realismo. La realidad –según la perciben los filósofos budistas– es sólo una apariencia. La flores de Aldaco escapan a la realidad aparente para internarse en el reino de lo posible y fugaz.