Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 10 de octubre de 2010 Num: 814

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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El Hamlet de Nekrosius
JUAN MANUEL GARCÍA

70 con John Lennon,
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ALONSO ARREOLA

No elegía
RICARDO YÁÑEZ

El hombre que veía rodar las ruedas
PABLO ESPINOSA

John Lennon: karma instantáneo
ANTONIO VALLE

Duhamel y la santidad cotidiana
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

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Columnas:
Jornada de Poesía
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Juan Domingo Argüelles

“Esa negra saramullo...”

En 2005, en esta columna, publiqué el texto “La oruga de Martí”. (La Jornada Semanal núm. 547.) Ahí demuestro que el popular poema 39 de los Versos sencillos de José Martí (“Cultivo una rosa blanca,/ en julio como en enero,/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca./ Y para el cruel que me arranca/ el corazón con que vivo,/ cardo ni oruga cultivo:/ cultivo la rosa blanca”) ha sido modificado por editores arbitrarios que truecan julio por junio y oruga por ortiga. Pocas son las ediciones que respetan lo que escribió Martí. “Oruga” no es errata. Es lo que escribió el poeta, y así apareció en la primera edición de sus poemas, que él mismo cuidó.

“Cardo ni oruga cultivo” escribió Martí. Pero lo que se lee en muchas ediciones es “cardo ni ortiga cultivo”, porque, según esto, corrigen la errata. Pero no hay tal. Oruga es, como nos ilustra María Moliner,  “la planta herbácea anual, de la familia de las crucíferas, común en los linderos de los campos cultivados, y cuyas hojas se usan como condimento por su sabor picante”. La oruga vegetal existe.

En 2003, cuando se cumplieron los 150 años del natalicio del gran prócer y poeta cubano, reproduje el poema de Martí en un cartel que se publicó con una muy amplia tipografía. Cuando el cartel circuló, dos poetas me llamaron para decirme que habían encontrado una erratota. Uno de ellos me dijo, espantado: “Tengo ante mi vista el cartel, ¡pero se les fue una tremenda errata!” Feliz de que, por fin, leyera el poema que realmente escribió Martí y no el que reescribieron los editores, le dije a este poeta: “Busca el tomo 16 de la edición cubana de las Obras completas, de Martí, o bien la edición crítica de la Poesía reunida publicada por la UNAM. No hay tal errata. Luego, échale una mirada al Moliner o bien a la primera acepción que da para oruga el Diccionario de la lengua española de la Real Academia. Te llevarás una bonita sorpresa, y ya verás que Martí sabía de orugas.”

Una alteración parecida es la que ha tenido que soportar por años y por grabaciones la también muy famosa letra de la cumbia “La pollera colorá”, escrita por Wilson Choperena, con música de Juan Bautista Madera.

“La pollera colorá” es, quizá, la más famosa cumbia colombiana y una pieza emblemática del género y de la tradición musical del Caribe. La escuché desde muy niño. Choperena escribió la letra en 1959 y desde entonces no ha dejado de sonar. (La ha cantado y bailado incluso Bart Simpson, en la barra del bar de Moe.) Pero como editores y cantantes ignoran el significado de ciertas palabras, creen que se trata de errores cuando las oyen (sin realmente escucharlas) y, como en el caso del poema de Martí, las modifican. Una de ellas, especialmente: “saramullo” o “saramulla”.

El maestro Choperena escribió: “Al son de los tambores,/ esa negra se amaña,/ y al sonar de la caña/ va brindando sus amores./ Es la negra Soledad,/ la que goza mi cumbia./ Esa negra saramullo,/ ¡oye, caramba!,/ con la pollera colorá.”

Los editores y cantantes de pésimo oído han trocado el eufónico heptasílabo “al son de los tambores” en el sordo “al sonar los tambores”, y la hermosa expresión local y regional “esa negra saramullo” o “saramulla” en la tontería “esa negra sabe mucho”. (“¿Sabe mucho?” ¡Nada que ver!) En su Diccionario general de americanismos, Francisco J. Santamaría despeja toda duda: “Saramullo o saramuyo (del maya tsalmuy./ annona squamosa). Nombre vulgar que se da en el sureste de Méjico a una planta anonácea, variedad muy estimada de la anona común, de la cual se diferencia el fruto por ser más rugoso y el color verde más denso. En algunas partes dicen saramulla o saramuya al fruto.”

Por supuesto que no sólo en el sureste de México, sino en el Caribe en general. Por lo que a mí respecta, crecí entre saramullos (una anona sabrosísima) y entre negras saramullos, que así se les decía a las mujeres de piel oscura y cabello crespo, pues el saramullo se parece, en su forma, a una cabeza con el pelo ensortijado. Ahora puedo saber que también hacía referencia sensual a la “sabrosura” de la negritud, y que en algunos países del Caribe “saramullo” es sinónimo de “cariñoso”. De ahí, “esa negra saramullo”, en la feliz frase de Choperena.

Ningún colombiano cantaría “esa negra sabe mucho” en lugar del original “esa negra saramullo”. Pero cuántas veces, en México y en otros países, se ha destrozado la hermosa letra de Choperena. Y todo por no escuchar bien ni abrir el diccionario.