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Rescate de mineros en Chile

Casi 2 mil periodistas acechan a familiares de mineros

“Esto se ha convertido en show”, reprocha reportera
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Lilianett Ramírez, esposa de Mario Gómez, también se acicala para recibir a su maridoFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 13 de octubre de 2010, p. 8

Mina San José, Chile, 12 de octubre. Unos 2 mil periodistas acechan las carpas de las familias de los mineros atrapados, expectantes ante el inminente rescate, en una competencia feroz en busca de una declaración, una sonrisa para la cámara o una lágrima que permita un buen cierre de nota.

La imagen se asemeja a un gran mercado persa, con periodistas escogiendo a las familias como si se tratara de un producto entre varias ofertas.

Pero la competencia entre los periodistas –tanto de medios locales como extranjeros– respeta el fair play: cada uno espera su turno en las afueras de las carpas en las que viven las familias, hasta que sus colegas terminan sus entrevistas.

Los familiares de los atrapados –acostumbrados ya a ese juego mediático– los atienden con paciencia y repiten una y otra vez sus historias de vida: cómo son los mineros y qué pasó en dos meses de espera.

No pasa lo mismo en las conferencias de prensa oficiales, donde los camarógrafos más fornidos se imponen a los menudos reporteros, que casi no logran escuchar las conferencias de las autoridades.

A veces es mejor verlo por televisión, señala una reportera, al retirarse molesta por el tumulto en la última conferencia de prensa de este martes.

“Está muy difícil trabajar, es un show de la tragedia. Es explicable lo que pasa, pero también es una locura”, dice Manuela Franceschini, del sitio web de la revista Veja, de Brasil, a la Afp.

Según la policía, hasta el lunes había más de mil 700 periodistas, pero hoy la cifra supera los 2 mil. Tenemos unas 3 mil personas, y más de 2 mil son periodistas, precisa a la Afp el capitán de carabineros Ariel Valenzuela.

Algunos medios, como el sitio web de El Mundo, de España, han expresado su molestia por las escasas facilidades que hay para la cobertura, debido a que el espacio donde se efectuará la extracción de los mineros está cubierto con una lona negra, que puede impedir la visión de reporteros y fotógrafos.

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Janette Ramírez, cuñada de Mario Gómez, consiente que la peine su sobrina Julieta Gordillo; ambas se preparan para recibir a su familiar cuando sea rescatado de la mina San JoséFoto Reuters

Las autoridades han dicho que esto se hace para preservar la intimidad de los mineros, y que sólo cuando estén en la superficie se sabrá si quieren hablar con la prensa.

Una de las mujeres más asediadas por los reporteros es María Segovia, hermana del minero Darío Segovia, a quien todos llaman la alcaldesa del campamento Esperanza, quien desde el principio de la tragedia gritó a viva voz a las autoridades que no dejaran de buscar a sus familiares.

María es expresiva, dice las cosas con claridad y ha hecho un poco más fácil el trabajo de muchos periodistas.

–¿Cómo soporta tanta prensa?– se le pregunta.

–Bueno, esto es parte de todo lo que nosotros creamos, así que hay que tener paciencia para responder lo mejor que se pueda. Uno tiene que darse tiempo –responde María a la Afp, después de que ella terminó de atender a un diario argentino y a una radio local.

Todos son muy respetuosos, no es que nos hayan asediado, y está bien que vengan a darse cuenta de la realidad del trabajador minero, asegura.

Los medios de comunicación han cruzado el Atlántico o llegado desde el Lejano Oriente para colocar carpas, tiendas de campaña y casas rodantes entre enormes rocas y soportando altas temperaturas durante el día.

Han traído generadores eléctricos, antenas parabólicas y equipos de transmisión satelital. Los de menor presupuesto aprovechan la señal gratuita de telefonía para enviar sus despachos.

Después del mediodía, más de 30 grados Celsius golpean la zona donde se ubica la mina San José, en medio del desierto de Atacama. De noche, la camanchaca, una densa y húmeda neblina, cala los huesos de familiares y mineros. Algunos periodistas se guarecen alrededor del fuego que encienden los familiares para pasar la noche.