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El filme cuenta la vida de una mujer relegada por ser obesa y el racismo hacia los vietnamitas

En La peluquera, Doris Dörrie reitera su pulsión por ocuparse de los marginados

Son de los que siempre me ha interesado hablar, ya sean gordos, turcos o negros; yo misma sentía que no encajaba, dice la realizadora alemana en entrevista

Se proyectará en el festival de Morelia

Foto
Kathi König (extrema derecha, en un fotograma) es una madre que resulta ser demasiado dinámica, demasiado fuerte, demasiado todo, explicó la cinerrealizadora a La Jornada
 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de octubre de 2010, p. a10

La directora alemana Doris Dörrie llevará La peluquera, su película más reciente, a la octava edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, en el ciclo que presentan el Instituto Goethe de México y la Semana de Cine Alemán, el cual se organiza por primera vez en el certamen de la capital michoacana.

En entrevista con La Jornada, la cinerrealizadora mencionó: “Además de la discriminación que sufre la gente por estar gorda, La peluquera habla sobre la dificultad de tener una madre que resulta demasiado para sus hijos por ser muy dinámicas, muy gordas, muy fuertes, muy todo, que llenan todo el espacio, incluso el que los adolescentes requieren. Se trata de un drama intenso que explora la vida de una mujer que lucha contra la adversidad y se niega a ser marginada”.

La peluquera cuenta la historia de Kathi König, quien después de la reunificación alemana queda desempleada al serle negada una promesa de empleo en un salón de belleza en un centro comercial debido a su sobrepeso, situación que aunque la deja fuera de sí la obliga a recobrar valor. No quiere dejar su vida al azar y se decide por el espinoso camino de las instancias oficiales y bancarias para realizar el sueño de abrir su propia peluquería en un local donde se encontraba una cafetería asiática. Pero en el camino a lograr su meta tiene que traficar con indocumentados vietnamitas y lidiar con los problemas de su hija adolescente.

El cineasta Rainer Werner Fassbinder afirmaba que los locos y los gordos no tienen cabida en la sociedad, sobre lo que Dörrie opinó: “Cada vez que alguien menciona a Fassbinder me da mucho gusto, porque su cine fue mi despertar en la adolescencia; los personajes de los que hablaba no encajan en la sociedad y también son de los que siempre me ha interesado hablar en mis películas, ya sean gordos, turcos o negros alemanes... Esta pulsión se debe quizás a que yo misma sentía que no encajaba en la sociedad normal; provengo de una familia que me educó dentro de la tolerancia”.

Dörrie extiende: “La comunidad vietnamita en Alemania es muy grande, hay como 150 mil en el mismo barrio, en la parte de Berlín Oriental. Es gente que se quedó desde la época socialista porque había contratos para trabajar. En esta parte de Berlín Oriental hay mucho racismo, incluso más que en la parte occidental, aunque creo que en conjunto Alemania es un país racista. Actualmente hay una discusión sobre si la integración de los inmigrantes turcos no funcionó, porque a la vuelta de los años nos dimos cuenta de las profundas carencias con las que han crecido los hijos de turcos nacidos en Alemania.

“Por otro lado, creo que hay una especie de venganza de los hijos de inmigrantes que disfruto mucho: soy maestra en la escuela superior de cine y los estudiantes de ascendencia turca son los que tienen más energía, más hambre por narrar sus historias que los estudiantes netamente alemanes. Pero en general los hijos de turcos nacidos en Alemania no tienen un lugar seguro en la sociedad... esta cuestión es uno de los temas que he tratado en algunas de mis películas, en particular en Happy Birthday, Türke! En Nadie me quiere abordé el problema de los africanos alemanes y ahora, en La peluquera, los marginados son los vietnamitas. Me ocupo de ellos porque desde mi punto de vista los inmigrantes salvaron Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.”

De AL, sólo llegan shows mediáticos

Dörrie continúa con su exposición: “Creo que existe una pulsión de los países llamados del primer mundo que quieren salvar a los llamados países del tercer mundo, lo cual me parece de una arrogancia tremenda, un vestigio del siglo antepasado. Cuando visité Guadalajara, el pasado mes de abril, al regresar a Alemania la reacción de la gente era de histeria: ‘En este momento no se debe ir a México’, porque las noticias que llegan son sólo las relacionadas con el narcotráfico.

“En Europa no tenemos idea de lo que ocurre en América Latina, sólo nos llegan los espectáculos mediáticos como los mineros de Chile o el del narco en México, más allá de eso no se conoce. Esta desinformación ha hecho que nuestra visión se vuelva egocéntrica; por ejemplo, si comparas la crisis económica que se vive en Alemania con la de otros países, es una crisis de lujo.”

Aparte de la nueva película de Doris Dörrie, que se proyectará el lunes 18 de octubre a las 20:15 horas en el Cinépolis Centro de Morelia, se exhibirá una selección de producciones tomadas de las diferentes secciones de la Berlinale reciente, como: La extraña, de Feo Aladag; Whisky con vodka, de Andreas Dresen, y Soul Kitchen, de Fatih Akin. Se proyectará también el clásico del cine mudo Gente en domingo, de Robert Siodmak, Fred Zinnemann y Billy Wilder en una versión restaurada y con ambientación musical.