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La OFUNAM realiza el estreno mundial de su obra Luz de lava, en la Sala Nezahualcóyotl

Gabriela Ortiz recupera el significado de la roca volcánica

No se compone para el cajón, pues el intérprete da vida a la partitura; antes son como notas desangeladas, dice

Dedica a su abuelo la pieza conmemorativa por los cien años de la universidad

 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de octubre de 2010, p. 3

Los paisajes extraordinarios del Pedregal de San Ángel, antes de la construcción de Ciudad Universitaria, imágenes fantasmagóricas y evocativas en blanco y negro, inspiraron a la compositora Gabriela Ortiz para escribir la sinfonía coral Luz de lava, la cual fue encargada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para conmemorar su centenario y de la que hoy será el estreno mundial con la Orquesta Filarmónica de la UNAM, en la Sala Nezahualcóyotl.

“Las posibilidades de instrumentación, el coro, la voz y la flauta como solistas me estimularon mucho. Busqué un texto relacionado con la fundación de la UNAM y encontré el libro Morada de lava, con fotografías de Armando Salas Portugal del Pedregal de San Ángel, que documentan la construcción de Ciudad Universitaria. Me evocaron imágenes sonoras que se desprendieron en ideas musicales”, explica en entrevista Gabriela Ortiz (DF, 1964), una de las compositoras latinoamericanas más reconocidas de su generación.

Textos en forma de haikús que escribió Salas Portugal, alusivos a su trabajo fotográfico sobre la naturaleza, la zona volcánica y la piedra misma fueron utilizados en la música coral que hoy se estrenará bajo la batuta de Rodrigo Macías. Los solistas serán la soprano Irasema Terrazas y el flautista Alejandro Escuer, acompañados por el Coro de Cámara de la Escuela Nacional de Música, con dirección de Samuel Pascoe.

La obra se compone de muchas secciones y está dividida en cuatro movimientos con diferentes estados anímicos y colores instrumentales. En el primer movimiento el coro juega un papel protagónico, mientras en el segundo hay un diálogo entre la voz soprano y la flauta, en el tercero se funden coro, orquesta y solistas, finalmente el cuarto movimiento tiene mucha energía, es muy brillante, muy vistoso, expone la autora de música de cámara, orquesta y electroacústica.

El arte, alimento para el alma

“La piedra volcánica es muy significativa para mí –prosigue Gabriela Ortiz–, forma parte del terruño de mi infancia, así como el maguey es un símbolo del paisaje mexicano, para mí que crecí en la calle Cerro del Agua, cerca de Ciudad Universitaria, tiene un significado familiar”.

Y como el arquitecto Luis Barragán y Armando Salas Portugal, Ortiz busca que la naturaleza propia se incorpore a la obra artística, crear ambientes serenos y de paz, pero también con partes brillantes y rítmicas.

La arquitectura también influyó en su primera pieza orquestal Patios (1989), inspirada en Barragán y el museo Rufino Tamayo, con ambientes y paisajes de agua.

Ya tenía experiencia previa en la música orquestal y coro, pero no es lo mismo utilizar una orquesta pequeña a una sinfónica y un coro mucho más grande, dice en referencia a la ópera Únicamente la verdad, que se estrenó en México en 2010, en la que se retoma la historia de Camelia La Texana, famosa por el corrido de Los Tigres del Norte.

Foto
La compositora Gabriela Ortiz, en imagen de 2009Foto María Luisa Severiano

La música me escogió a mí, yo no la escogí, relata Ortiz, quien fue alumna de Mario Lavista en el Conservatorio Nacional de Música. Es muy estimulante ver la obra, con más de cien personas en el escenario, porque no se compone para el cajón. Dependemos del intérprete, es el que da vida a las obras, antes son como notas desangeladas.

Respecto al quehacer musical, Ortiz asevera que se sufre, pero es un trabajo que vale la pena. A veces vas por la calle y estás pensando en el si bemol. Cuando ves la cantidad de problemas, de miseria y de situaciones tan duras, te dices: ¡yo pensando si el coro se adelantó! Pero el arte es una parte que alimenta el alma.

En forma de anécdota personal comenta que la obra está dedicada a su abuelo, Ricardo Torres Gaitán, entrañable universitario, por su amor a la institución.

Llegó de su natal Michoacán siendo un campesino, estudió la licenciatura en economía, luego fue director de esa facultad y del Instituto de Investigaciones Económicas, profesor emérito e integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM.

Perteneciente a la comunidad de la máxima casa de estudios, Ortiz se dice agradecida con la UNAM. Es una institución que me ha dado mucho, toda mi educación se la debo a la universidad. Estudió el bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades, la licenciatura en composición en la Escuela Nacional de Música, de la que es docente y cursó el posgrado en composición y música electroacústica en The City University, en Londres, gracias a una beca.

El estreno mundial de Luz de lava se une a una serie de obras conmemorativas encomendadas. En septiembre pasado se dio a conocer la Sinfonía Conmemorativa, encargada a Federico Ibarra para el concierto por el centenario de la Universidad Nacional. De igual forma Canto a Nezahualcóyotl, de Horacio Uribe, se realizó ex profeso para el recital de reapertura de la sala de conciertos del mismo nombre en abril, en el que participó el tenor Ramón Vargas.

La primera parte del programa de la OFUNAM se integra por Una saga, de Jean Sibelius; el Concierto para contrabajo, de Eduard Tubin y, en la segunda parte, se realizará el estreno mundial de Luz de lava, de Ortiz.

Los conciertos se realizan hoy a las 20 horas y el domingo al mediodía en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario (Insurgentes Sur 3000).