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Sindicatos contra Sarkozy
Las protestas en Francia derivan en disturbios

Los sindicatos advierten que echarán abajo el plan de Sarkozy

Gran cobertura mediática de la huelga incomoda al mandatario francés

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Las multitudinarias manifestaciones continúan en FranciaFoto Reuters
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En la localidad de Lyon y Mantes-la-Jolie, los inconformes con la reforma sobre pensiones de Nicolas Sarkozy saquearon negociosFoto Reuters
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En el suburbio parisino de Nanterre los inconformes con la reforma sobre pensiones de Nicolas Sarkozy quemaron autosFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 20 de octubre de 2010, p. 2

Paris, 19 de octubre. Trabajadores del sector público en huelga interrumpieron este martes los servicios de transporte en Francia y protagonizaron esporádicos episodios de violencia, en el último intento de detener la impopular reforma del sistema de pensiones del presidente Nicolas Sarkozy.

Trabajadores de refinerías, personal de aeropuertos, conductores de autobuses y trenes, profesores, carteros y los choferes de camiones blindados que abastecen cajeros realizaron la sexta jornada de huelga contra el plan de Sarkozy de retrasar la edad de jubilación de 60 a 62 años.

Al menos un millón de personas se manifestaron en toda Francia, en el mayor y más persistente desafío a las reformas económicas que se ha visto en toda Europa, donde los gobiernos se esfuerzan por frenar los déficit presupuestarios y reducir sus enormes deudas.

Al infierno con la deuda nacional. ¡No les daremos nada y nos importa un comino su AAA!, decía una pancarta, refiriéndose a la calificación crediticia del país, que según el gobierno está en peligro a menos que se controle el problema del sistema de pensiones.

Las protestas se han convertido en la mayor prueba hasta la fecha para Sarkozy, que tiene bajos índices de popularidad, y a 18 meses de las elecciones presidenciales los sondeos indican que si los comicios se celebraran hoy los ganaría la izquierda.

La gran cobertura mediática de la huelga ha incomodado a Sarkozy, mientras Francia se prepara para asumir la presidencia del G-20 a mediados del mes próximo.

En la ciudad costera de Deauville, donde se reunió con líderes de Rusia y Alemania, Sarkozy llamó a la moderación, mientras en la ciudad sureña de Lyon los manifestantes incendiaron autos y depósitos de basura, usaron sillas de cafeterías para romper escaparates y saquearon negocios.

El presidente dijo que la reforma se aplazó demasiado tiempo en Francia, donde los sindicatos acabaron con iniciativas similares en el pasado.

Participación y disturbios

Un jefe de Estado tiene un deber hacia los jóvenes y de cara a los desequilibrios fundamentales de su país, afirmó.

El sindicato CGT estimó que participan en la huelga 3.5 millones de personas, cifra a la par con su estimación más alta de asistentes a las protestas de principios de mes. El gobierno calculó en un millón 100 mil el número de manifestantes.

El primer ministro, François Fillon, indicó que el gobierno teme que las protestas se vuelvan violentas. El responsable del sindicato CFDT, François Chereque, también pidió calma.

La policía usó gases lacrimógenos para dispersar las protestas en el suburbio parisino de Nanterre, donde el alcalde informó que unos 200 jóvenes prendieron fuego a autos y dañaron propiedad pública. La localidad de Mantes-la-Jolie fue afectada por incidentes similares, reportó la prensa.

Esta semana será crítica para la reforma de Sarkozy, que el gobierno de centro-derecha dice es vital para controlar el enorme déficit en el sistema de jubilaciones.

La mayoría de los votantes se resisten al plan de elevar la edad de jubilación mínima y completa en dos años, a 62 y 67, respectivamente, y los sindicatos quieren participar en el debate de la reforma.

Quiero vivir mi jubilación, decía el cartel de un manifestante.

La mayoría de los analistas esperan que la legislación sea aprobada en días próximos y que las protestas queden en la nada. Pero los influyentes sindicatos franceses, que vencieron reformas laborales y a las pensiones en 1995 y 2006, dicen que presionarán cueste lo que cueste.