Opinión
Ver día anteriorMartes 26 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Embajador sorprendido
A

caso usted, eventual lector de este espacio, leyó el pasado jueves 21 la carta irritada del embajador de Ecuador en México, Galo Galarza, publicada en El Correo Ilustrado, por el artículo que escribí el martes pasado titulado Ecuador: inestabilidad interminable.

El embajador se dice sorprendido porque La Jornada, diario solidario con las causas democráticas y progresistas de América Latina, haya publicado tal artículo. La sorpresa de Galarza significa que el tal artículo está fuera de los cánones de lo que Galarza entiende por democrático y progresista, y debió, por tanto, ser censurado. Lindo principio democrático de Galarza. Escribo para mi fortuna en este medio desde que nació, y el embajador debía estar enterado que aquí escribe una gama no estrecha de puntos de vista diversos.

Dice el embajador: Es una tontería pensar que el presidente Rafael Correa haya sido quien provocó deliberadamente esa situación (el presunto intento de golpe de Estado). Ciertamente es una tontería que un diplomático abandone el lenguaje que debe serle propio, porque corre el riesgo de que su investidura se vea maltratada por alguien dispuesto a subir el color de las palabras.

No descarto que pueda ser una tontería. Sin embargo, a quienes llama tontos, son algunos de sus compatriotas que escriben en los medios de su país y algunos que lo hacen en el extranjero. Ofrezco a los lectores estos sitios web en los que hallarán esta sospecha: www.diario-expreso.com; www.institutoilde.org; www.libertaddigital.com; www.publico.es/internacional (una publicación con matices); www.laplegariadeunpagano. El lector interesado podrá hallar decenas más.

Yo no escribí la que a Galarza le parece tontería; dije: No existe en Ecuador ningún consenso respecto del intento de golpe de Estado por la policía; al día siguiente de los hechos del hospital, corría por diversos sectores de la sociedad ecuatoriana la versión de un fingimiento armado por Correa. Eso es un hecho.

Quien haya visto a Correa muy macho –yo lo vi- en la ventana del hospital, teatralmente arrancarse a medias la corbata, abrirse el saco, sacar el pecho y gritar repetidamente a la muchedumbre, si quieren matar al presidente, mátenlo!, habrá visto una sobreactuación evidente.

La versión que más corrió al día siguiente en diversos medios de Ecuador, con algunas variantes, era esta: “Aída Zaldumbide se estaba recuperando de una operación del corazón en el hospital de la policía el jueves en Quito cuando llegó el presidente ecuatoriano Rafael Correa pidiendo ver a un médico. Correa había estado en un altercado con algunos miembros de la Policía Nacional en sus cuarteles al otro lado de la calle. Se decía secuestrado.

“Esta versión es desmentida por Zaldumbide, al menos por otro paciente, dos médicos y una enfermera que estaban de guardia en ese momento. Todos ellos manifiestan que Correa mantuvo todos sus privilegios presidenciales y no estuvo en ningún momento sin la protección de su equipo de seguridad.

“Agregan que se le ofreció una escolta armada para salir, la que Correa rechazó. El ministro de Seguridad de Ecuador también ha afirmado que el presidente nunca estuvo detenido. Correa insistía en que ‘tenía que venir Alianza PAIS para sacarle porque tenía que salir con la frente en alto’.”

También reproduje en mi artículo la versión del propio Correa. Sustancio así mi afirmación de que al día siguiente no había consenso en Ecuador sobre lo ocurrido.

El embajador sorprendido puede decir que todo eso son tonterías, pero eso ocurrió en los medios de su país, y en algunos extranjeros. También puede decir que son calumnias de la derecha, como lo dice en su cartita.

A Galarza también le irritó que escribiera yo que Ecuador ha sido uno de los países más inestables del subcontinente: “Debo recordarle –a JB–, que el Ecuador fue el primer país en Sudamérica que retornó al régimen democrático en 1979, después de un largo periodo de dictaduras militares. Desde entonces se sucedieron ordenadamente y por los tiempos que señala la Constitución Política (de cuatro años), los gobiernos de Roldós-Hurtado, Febres Cordero, Rodrigo Borja y Sixto Durán Ballén. Es solamente en la última década cuando se produce una grave crisis en el país por la aplicación dogmática de las recetas del neoliberalismo. Crisis política (ninguno de los tres presidentes electos democráticamente pudo terminar su mandato porque hubo levantamientos populares), social (casi 2 millones de ecuatorianos tuvieron que migrar, tal si se hubiese producido una guerra civil), económica (perdimos la soberanía monetaria)”.

Agradezco a Galarza esa parrafada sin desperdicio, que refuerza eficazmente mi tesis. El embajador presume de cuatro (¡cuatro!) sucesiones presidenciales en términos constitucionales, porque antes hubo, un largo periodo de dictaduras militares, y después de esos ¡cuatro! cambios presidenciales ocurrió, durante la última década, que ninguno de los tres presidentes electos pudo terminar su mandato; es decir, inestabilidad continua, con brevísimo respiro. Ahora mismo Correa se halla en una crisis.

Llamó la atención la naturalidad con que Galarza refiere al momento en que perdimos la soberanía monetaria. Sería de esperarse que el progresista Correa, en un acto soberano, recuperara su sistema monetario basado en el sucre.

Finalmente, me importa subrayar la porfía con que Correa está aplastando la educación superior. El progresista Galarza se expresa con desprecio y autoritariamente contra todo lo que reprueba, metiendo en el mismo saco la que él llama sacro santa autonomía universitaria.