Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 31 de octubre de 2010 Num: 817

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La pasión del reverendo Dimmesdale (la carta escarlata)
ROGER VILAR

Monólogos compartidos
FRANCISCO TORRES CÓRDOVA

Escritura y melancolía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

La política económica
HERNÁN GÓMEZ BRUERA

Leonard Brooks y un mural de Siqueiros
INGRID SUCKAER

Heinrich Böll y la justicia
RICARDO BADA

Relectura de un clown
RICARDO YÁÑEZ

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
ORLANDO ORTIZ

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

Dramafilia
MIGUEL ÁMGEL QUEMAIN

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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LA DIGNIFICACIÓN DEL DIÁLOGO

ANTONIO SORIA


Conversaciones. Entrevistas a César Aira, Guillermo Cabrera
Infante, Roger Chartier, Antonio Muñoz Molina, Ricardo
Piglia y Fernando Savater,

Carlos Alfieri,
Katz,
España, 2008.

En su introducción al volumen, el autor aclara que a las incluidas aquí prefiere “denominarlas conversaciones [y no entrevistas], por su tono calmo, carente del apremio que imponen a menudo los estrictos límites del tiempo concedido por el entrevistado”. La cita inevitablemente ha de hacerse larga, pues en ella explica, con claridad meridiana, la naturaleza última de su intención al sostener estas conversaciones, ya que no es entrevistando –vale decir, entre/viendo– sino conversando, larga y distendidamente, como se hace factible “abordar con la mayor extensión y profundidad posibles los temas tratados [...] transitar con libertad por territorios no delimitados de antemano y [...] trascender las cuestiones más subordinadas a la actualidad periodística”.

Alfieri sabe bien de lo que habla, como lo avala su dilatada trayectoria profesional, que incluye su paso por las publicaciones argentinas La Opinión y El Periodista de Buenos Aires, las españolas Interviú y Magazin –en ambas fue redactor jefe–, su carácter de editor actual del ámbito Cono Sur de Le Monde Diplomatique, así como su sostenida incursión como colaborador en publicaciones y suplementos culturales de España, Argentina, Uruguay y México, incluyendo este suplemento. Sabe pues, el autor, identificar cuándo una entrevista obedece al mero tránsito mediático, que tiene de relevante lo mismo que de inmediatista, y cuándo dicho encuentro con una celebridad, una figura famosa, puede –e idealmente debe– convertirse en un diálogo digno de ser designado con esa palabra o, lo que es lo mismo, cuándo esas celebridades, esas figuras famosas, dejan de ser pasto simple para el consumo que se olvida tan pronto concluye la lectura, y acaban felizmente convertidas en interlocutores auténticos, no sólo en respondedores automáticos de preguntas hechas como en serie.

La proliferación y la constancia mostradas en su desempeño editorial, le bastarían a este argentino nacido a principios de la década de los años cuarenta del siglo pasado para ubicarse, en el ámbito del periodismo cultural de habla hispana, como un referente importante a la manera del ya fallecido uruguayo Homero Alsina Thevenet, el mexicano Hugo Gutiérrez Vega, director de estas páginas, o el ubicuo español Ricardo Bada. Le bastarían pero, por fortuna para el lector inconforme con la fugacidad inherente a la publicación periódica, al propio Alfieri tampoco le resulta del todo satisfactorio dicho tránsito breve y se dio a la tarea de elegir, entre muchas otras, las conversaciones reunidas aquí, mismas que, como el propio autor confiesa, “han experimentado algunas pequeñas modificaciones con respecto a su primera publicación”–que en cuatro de los casos tuvo lugar en la Revista de Occidente; los dos restantes en Cuadernos Hispanoamericanos, ambas españolas–, pero se trata siempre “de variaciones módicas”.

Un lector consuetudinario y más o menos memorioso identificará quizás uno o más pasajes de estas Conversaciones, toda vez que versiones resumidas de algunas de ellas fueron publicadas en su momento en medios impresos latinoamericanos, entre los que destacan Clarín de Argentina, El País de Uruguay y La Jornada Semanal, de México. Para decirlo con una fórmula clásica, el material del que están hechas estas charlas no tiene desperdicio. Aquí el lector encontrará posturas éticas, estéticas, matices y acentos personales, profesionalmente íntimos –por decirlo de algún modo–, de Aira, Piglia, Muñoz Molina, Cabrera Infante, Savater y Chartier, ya antecedidos, ya precedidos, de una deliciosa revisión de su propia trayectoria, o bien de su inserción y su lugar –o el que creen tener, como se leerá en Aira– al interior de la literatura de un país y de un idioma. Podría elaborarse un muy extenso cuerpo de citas, pero vayan a continuación sólo unas cuantas para acrecentar el apetito del lector:

De Aira: “Él [se refiere a Juan Rulfo] quedó bastante mal y tal vez no pudo escribir más. [...] Esos dos libritos, que he leído y admirado, quedan en una admiración un poco estéril, creo.” Otra de Aira: “Yo le recomiendo a mis jóvenes amigos que no se molesten en escribir bien [...] no sirve para nada.”

Dos de Piglia: “Sólo existen dos grandes historias básicas: o contamos un viaje o contamos una investigación. Así, el escritor es Ulises o es Edipo.” “Uno en realidad escribe sobre lo que ha leído, o mejor, cree que escribe sobre lo que ha leído y en realidad está escribiendo sobre su vida y sobre la manera en que esas lecturas lo han transformado.”

Delicias de Savater: “El egoísta mal informado depreda la humanidad de los demás creyendo que así aumenta la suya.” “La alegría es un danzar junto al abismo que se afirma sin abandonar la idea de desesperación.” “Nunca he creído en las legitimaciones sino en que la única razón para vivir es haber nacido.”

Finalmente, una de Chartier: “Las pantallas del presente no son las de Marshall McLuhan, porque  no son pantallas de imagen, que serían opuestas a la galaxia Gutenberg, sino pantallas de texto.”


POESÍA SIN DESMAYO

NOÉ JITRIK


La vida entera,
Rodolfo Alonso,
Universitat de les Illes Balears,
España, 2009.

Hace pocas semanas pude leer esta nueva antología de Rodolfo Alonso, de título fuerte y propio de un balance, y pude pensar un poco acerca de una obra que se ha mantenido coherente y fuerte durante cincuenta años. No es poco: las cifras redondas en materia de tiempo siempre sobrecogen, pero también proponen una lección: o bien las afectan las debilidades, o bien, como en este caso, nos muestran una invulnerabilidad. No sentí, en esa “vida entera”, ninguna caída, ninguna línea que me llevara a la compasión o al desdén. Al contrario, fue más bien un íntimo sabor alimenticio, un tránsito fácil de poema a poesía y de poesía a lo poético, punto de llegada en el circuito que liga dos subjetividades, la del que escribe y la del que lee, siempre alerta a lo que la puede despertar o dejar en una sombra indiferente.

Hoy vuelvo a otra reunión de sus Poemas pendientes (Alción Editora, Córdoba, Argentina, 2010) y experimento sensaciones muy semejantes. Diría, para empezar, que la obra de Alonso resiste al tiempo, y que todo lo que hay en este nuevo libro parece salir de un lenguaje propio de un hoy central, como si los poemas reunidos fueran resistentes al tiempo que pasó. Puedo esbozar una tímida explicación: esta dureza, para mí, resulta de una intuición personalísima, un encuentro con una voz que no necesitó afirmarse porque empezó firme y siguió así; la poesía de Alonso no conoce el desmayo.

Veo eso en ambos libros, por no mencionar su obra anterior, no sólo en lo que destellan las imágenes que brotan de los poemas, sino porque no hay sobresaltos; la misma materia-emoción, que es lo que muchos teóricos consideran lo más propio de la poesía, reside tanto en los poemas más antiguos, sacados de un depósito que parecía entregado al olvido, como en los más recientes, que el poeta podía sentir como más emocionantes. Y si esto es así –lo es para mí–, se traduce en un ordenamiento visible que entiendo como una puerta que me permite entrar en el conjunto: poemas extensos, casi con una tendencia a la narración, y poemas breves, de apariencia prosística, se suceden generando un ritmo que los ojos capturan y al que hay que entregarse; no es cuestión simplemente de leer lo que predican. Y si la entrega se produce, se produce por compensación una comprensión de lo que es la poesía, de lo que podemos imaginar sobre qué es eso indefinible que llamamos poesía y que creemos reconocer.

En eso, si se trata más que de presentar un libro que de hablar de lo que salta de él, reside la dificultad: ¿cómo hablar seriamente de poesía, qué decir que no sea una paráfrasis, una glosa de los temas más evidentes, un estilo o una escuela? Siempre improvisamos en este entrevero y también ahora, y saldremos con bien de la mejor manera posible reconociendo las limitaciones y la pobreza del lenguaje frente a la riqueza del lenguaje que se nos ofrece.

Se diría, para empezar, que la libertad verbal, la arbitrariedad conceptual, están controladas por un espíritu de contención preciso y objetivo; incluso cuando los poemas precipitan las enumeraciones en catarata, el discurso está en expansión, pero en nada barroca sino límpida; así conocí su poesía anterior, así lo veo en este libro. ¿Será caprichoso sacar de ahí una idea de lirismo, puesto que en apariencia los temas se suceden y la idea de inspiración sobrevuela de uno a otro, el lirismo como uno de los atributos más clásicos de la poesía?

Y, en consecuencia, me atrevo a afirmarlo: se trata de poemas líricos. Pero, a cualquiera se le ocurriría, ¿qué es el lirismo? En principio, pero superficialmente, es una exaltación del canto, aunque en estos poemas no hay canto, no hay la música de la métrica y la rima, y sin embargo hay lirismo. Y, puesto que está la pregunta, me atrevo a una respuesta tentativa: el lirismo estaría en los temas, como por ejemplo el tan notorio del amor. Y en este tema me quedo: el amor no viene aquí exaltado, confesionalmente –porque quien lo expresa lo exalta y se embriaga al exaltarse–, en la pura tradición romántica, sino como pérdida y, al mismo tiempo, con un interrogante, una búsqueda de respuestas en zonas comprometidas, no sentimentales, históricas: en la España republicana que forma parte del ejército de las pérdidas, junto a las literarias, en sus textos fantasmales, ese poema “Ocúpense de Arlt” lo manifiesta, y a las sociales, ese poema “Aquel Allende.” La pérdida ocupa la escena y el amor sólo es su motor; se trataría, entonces, de la pérdida del objeto y del revés del amor y de algo más y, creo, más importante, o sea las ausencias. Esta palabra es fuerte, remite al inconsciente y explica, tal vez y precisamente, la operación poética entendida como una necesidad de escritura que da lugar al poema.

La poesía, y eso no reza sólo para los poemas que sostienen la empresa de Rodolfo Alonso, surge entonces como una convocatoria de ausencias, de ésas que vienen de la experiencia y anidan en la memoria y la saturan, pero que también residen en las palabras mismas y sin las cuales el poema no existiría, las palabras, esos indispensables objetos que encarnan lo ausente por definición.

Pensar, entonces, en la experiencia poética que viene en un libro recién nacido. Pensar, también, en lo que nos despierta. Y si nos despierta algo relacionado con este modo de existir, me refiero a la poesía, el acto de presentación está cumplido, tiene tanto sentido como la lectura misma que podamos hacer.


EXPLICAR EL MUNDO A LOS NIÑOS

BARBARA BONARDI VALENTINOTTI


Inventos inspirados en la naturaleza,
Wan- doo Kim,
ilustrador, Eun- jin Ahn,
Editorial Castillo,
México, 2010.

La nueva colección Mundo Mosaico de Editorial Castillo propone libros para niños que se pueden considerar como un punto de encuentro entre la divulgación científica y las humanidades. Los títulos publicados hasta la fecha, de autores coreanos y estadunidenses, nos proporcionan una cultura general que cubre áreas variadas: un apasionante viaje desde las matemáticas hasta la historia científica pasando por la tecnología. Gracias a textos anecdóticos y a excelentes ilustraciones, estos libros interpelan la curiosidad de potenciales inventores y románticos soñadores, de personas de acción y apasionados lectores. Con breves explicaciones, interesantes pero sencillas, hablan de inventos y descubrimientos que revolucionaron nuestra forma de vivir o de pensar, e invitan al lector a mirar a su alrededor para ver al mundo con ojos distintos. Las imágenes se adaptan perfectamente al tema abordado en cada volumen, explotando su potencial sugestivo cuando se trata, por ejemplo, de hablar de Galileo, en el Mensajero de las estrellas, y jugando la carta del humorismo para presentarnos a serios científicos, en Matemáticos excéntricos, o explicar los complejos mecanismos del funcionamiento de objetos comunes. En el sorprendente Inventos inspirados en la naturaleza, descubrimos, entre otras cosas, que la forma de la Torre Eiffel está inspirada en el hueso del fémur, cuya estructura caracterizada por pequeños agujeros permite distribuir el peso del cuerpo de manera uniforme, o relacionamos el casco del ciclista con una armadura medieval y un armadillo, animal que hizo surgir la idea de fabricar corazas duras y flexibles a la vez. En este libro, las imágenes comparan al inventor con un explorador de la selva por utilizar la naturaleza como su primera fuente de estudio, pero también por su espíritu aventurero. De hecho, este intrépido científico no duda en improvisarse como buzo para zambullirse bajo el agua y seguir a unos escarabajos, con el fin de descubrir el secreto que le va a permitir inventar los tanques de oxígeno. Detalles hilarantes enriquecen cada página y facilitan la lectura: una sonrisa surge espontánea frente a este loco inventor atrapado en los tentáculos de un pulpo, mientras nos informa acerca de cómo las bombas para destapar caños están inspiradas en las ventosas del animal que lo tiene prisionero. El enfoque lúdico ayuda a que las nociones permanezcan en la memoria del lector y la familiaridad de los objetos presentados cumple con el objetivo de la colección de “explorar lo pequeño para entender lo grande”. Estos libros novedosos y estimulantes se prestan a una lectura individual o compartida, para que pequeños y grandes los disfruten juntos y, quizás, se dejen llevar por el encanto de la investigación científica o humanística. (Edad recomendada: desde los seis años.)



El rumbo de los días,
Waldo Leyva,
Visor,
España, 2010.

En palabras del también poeta Ledo Ivo, la mirada del cubano Waldo Leyva “se extiende más allá de la frontera insular habitada por el eterno martilleo del mar”. Con este volumen, dividido en cinco apartados en los cuales el aliento poético de Leyva se multiplica, el autor se hizo acreedor al Premio Casa de América 2010.



Otras horas,
Jorge Valdés Díaz-Vélez,
Quálea Editorial,
España, 2010.

En este poemario, la voz de Valdés Díaz-Vélez aborda, entre otros referentes poéticos, “los cuatro elementos, las coordenadas de espacio y tiempo, la nostalgia y la esperanza, el recuerdo y el olvido, la música y el silencio, las certezas, las pérdidas, las distancias, el amor y una sensualidad de altos vuelos”, como gozosamente podrá dar fe el lector que se adentre en estas Otras horas.