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El espectáculo K’uinchekua representó a Michoacán en el Cervantino

Se armó una gran fiesta purépecha en la Alhóndiga de Granaditas
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 1º de noviembre de 2010, p. a11

Guanajuato, 31 de octubre. A sus 28 años, Javier Zacarías Gómez es un experimentado intérprete de la música tradicional de su natal cultura purépecha. Siempre ha estado cerca de esa expresión, pues sus abuelos eran reconocidos músicos en su comunidad, y apenas adquirió razón comenzó a formarse dentro de ese arte tan importante para su pueblo.

A los 11 años se integró como violinista en el grupo de cuerdas de uno de sus tíos. Fue por necesidad, pues era necesario formar nuevos músicos. Seis años después, a punto de iniciar sus estudios profesionales, que lo convirtieron en historiador, se juntó con otros amigos, provenientes de las cuatro regiones que integran al pueblo purépecha, y formaron su propia orquesta de cuerdas.

Así nació el grupo P’indékuecha, uno de los 17 grupos musicales que participaron la noche de este domingo en el espectáculo K’uinchekua (Fiesta grande, en purépecha), en la Alhóndiga de Granaditas.

Éste es uno de los platos fuertes que trajo Michoacán al 38 Festival Internacional Cervantino (FIC), como uno de los tres estados de la República que figuran como invitados de honor este año. Los otros son Querétaro y Chihuahua.

Con duración de dos horas y media, en el espectáculo participaron 183 artistas tradicionales, entre músicos y danzantes de las diversas regiones y culturas indígenas de aquella entidad (nahuas, mazahuas y otomíes, además de los pueblos purépechas).

En todo momento Juan Zacarías se mostró orgulloso de su cultura, si bien aclara que forma parte de una generación en la que los purépechas ya no habitan en una región, sino que la movilidad, sobre todo por motivos económicos, ha propiciado que exista esa comunidad en diferentes partes de México y Estados Unidos.

Aunque estamos fuera de nuestra región buscamos tener presentes las raíces de nuestra cultura; como músicos, preservamos la idea de que la música debe vivirse, además de ser tocada.

Aunque quisiera ejercer su carrera de historiador, el violinista comenta que le es imposible, debido a que hay que hacer mucho por la música del pueblo purépecha, porque está cambiando radicalmente en muchos sentidos, al ser cada vez más los intérpretes que se alejan de su esencia, por emplear instrumentos electrónicos e incorporar ritmos y géneros externos.

En el caso de las bandas de aliento, tienen un sonido muy fuerte purépecha, sin embargo comienzan a meter instrumentos electrónicos y un tinte comercial. Antes tenían muchos sonidos y ahora se están enfocando casi de forma exclusiva a la música de baile, comenta Juan Zacarías.

Mientras toquen más lo que se escucha en la radio tienen más trabajo; por eso tal vez se ven orillados a meterse a ese mundo. Lo importante es que se sigue utilizando la lengua nativa para cantar, pero se están adaptando ritmos ajenos.

A lo anterior, el músico señala que la música de cuerdas está vinculada casi de forma exclusiva al gusto de los adultos mayores, y son pocos los jóvenes que se interesan, lo cual podría propiciar su extinción en unos años.

Parte de nuestro trabajo se orienta a que si es una música que no podrá mantenerse en el tiempo, cuando menos deje registro. Sabemos que eso es importante, porque no podemos cambiar las inercias de la vida, sostiene.

Sobre el repertorio, aclara que es bueno hacer nuevas obras; sin embargo, son conscientes de que hay infinidad de música guardaba que espera a que le demos vida, obras antiguas, como una que encontraron de 1875.

Si nadie le hace caso a esa música, poco a poco esa parte de la cultura purépecha perderá, sostiene el intérprete. Nos interesa que se preserve, porque es lo que nos distingue del resto del universo. Está mal apostar a que todos seamos iguales; cada pueblo tiene sus rasgos y eso mantiene la riqueza de la humanidad.