jornada
letraese

Número 172
Jueves 4 de Noviembre
de 2010



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate




De boca en boca
La conversación, la mejor
manera de protegerse del VIH

Una entrevista con Vera Paiva

Profesora del Departamento de Psicología Social de la Universidad de Sao Paulo, Brasil, Paiva trabaja desde la teoría socio-cognitivista, que busca prevenir el VIH/sida y los embarazos no deseados adaptando las estrategias a la realidad de las personas. La infección no es un evento viral, sino social, sostiene la también investigadora invitada de la Universidad de Columbia, Nueva York. Las personas deben tomar decisiones negociadas sobre su vida sexual todo el tiempo, aunque éstas no siempre coincidan con la evidencia científica sobre los métodos de prevención. Esta es la forma en que explica, de viva voz, su trabajo.

Rocío Sánchez y Alejandro Brito

Te cuento una historia. La historia que me hizo adoptar radicalmente esto que pienso. Yo trabajaba con personas desfallecientes por el sida. Esto fue en 1985 u 86, y era así, las personas se descubrían con sida y se morían sin remedio. Yo atendía a mucha gente en mi consultorio, dándoles apoyo para morir con dignidad, para hablarlo con su familia, etcétera. Y trabajaba también con médicos y psicólogos que atendían a las personas con sida, y que, por lo mismo, estaban muy estresados. Un día, me llama un chico agonizante, no pasaba de esa noche y quería despedirse de mí; era mi paciente. Yo tenía siete meses de embarazo. Prendo el carro, me voy al hospital, entro, voy en el pasillo y veo en la puerta a dos jóvenes, una mujer y una viejita, estaban todos con mascarillas –en ese entonces no había ninguna medicación. Yo entro sin cubrebocas, sin bata, sin nada, y embarazada. Fue un shock para ellos, pero yo estaba bien informada y lo hice un poco a propósito.
El chico está muy mal, me toma la mano, charlamos, era la puesta del sol y me dice “¿Sabes, Vera?, estaba pensando hoy por la mañana que el día en que me infecté, el momento en que me infecté, en realidad estaba haciendo otra cosa. Estaba enamorado, quería entregarme, no me estaba infectando de sida, estaba haciendo otra cosa”. Ese fue el momento revelador. Ahí comprendí que todo el abordaje preventivo estaba totalmente equivocado. Porque cuando te infectas no vas a infectarte, ese es el lenguaje médico sobre lo cotidiano. Cuando te infectas estás haciendo otra cosa, estás amando, te estás entregando, o dejando que el marido lo haga para dormir finalmente, o porque estás siendo acosada, o lo haces a cambio de dinero para sobrevivir, o estás usando drogas… no se trata de un evento viral. Tenemos que hablar con las personas en el lenguaje en que la vida pasa.
Las mujeres saben cómo lidiar con esto hace mucho tiempo. Saben cómo regular el número de hijos, porque saben manejarlo, dicen: “hoy no puedo, tengo dolor de cabeza”. Otras usan el argumento de “no puedo hacerlo sin condón porque no estoy utilizando la píldora, porque no me cae bien la píldora”. Este es un argumento muy común, en Brasil las chicas lo utilizan todo el tiempo, y los hombres no quieren verse apresados por un hijo, es lo que más les asusta. Ese es un argumento poderosísimo que las mujeres conocen y lo utilizan.
Tenemos que asumir que las mujeres no pueden hablar con su marido, partimos de ese supuesto. Pero entonces ¿cómo le vamos a hacer? Las escuchamos acerca de cómo se conversa en la casa sobre el tema. Eso es lo que estamos haciendo.

La conversación, la tecnología más eficaz
La conversación es una tecnología que las mujeres inventaron, que se pasa de boca en boca en Brasil. La mujer llega a la casa y dice “¿sabes, esposo –los hijos adolescentes ahí presentes– que es una cosa horrible porque los maridos están engañando a las mujeres, trayendo el sida para su casa, infectando a sus mujeres? ¡Es una vergüenza! ¿Por qué el marido cuando sale no usa el condón? Si lo utilizara, puede no usarlo con su mujer, pero por lo menos no traería el sida para su hogar”. Es súper eficaz. Esa es una invención de las mujeres. Y esa es la tecnología de conversación, es pura tecnología fundamental. Eso se pasa de boca en boca, se trabaja en proyectos cara a cara con mujeres en los barrios. Hay muchos proyectos de mujer a mujer que hablan de esto, pero se asume que es una medida de reducción de daños, porque no es 100 por ciento segura, pero sí eficaz. En Brasil se incluyó la idea de reducción de riesgos en la discusión.
Los datos, las evidencias empíricas dicen que 80 por ciento de los brasileños, cuando tienen una pareja casual, tienen sexo con condón. Entonces en alguna medida es eficaz esta tecnología.
La segunda tecnología eficaz es convencer a todos de hacerse la prueba, y si en una pareja los dos resultan negativos, establecer el acuerdo de usar condón fuera de casa o sólo practicar el sexo no penetrativo. Las pruebas de detección del virus son importantísimas en esta estrategia de reducción del riesgo, aunque no lo eliminas del todo porque esa no es la idea.
Si pensamos en la protección de la mujer contra el sida, la conversación para que el hombre se ponga el condón sigue siendo lo más eficaz. Porque la circuncisión protege a los hombres, no a las mujeres, al contrario, las expone más porque los hombres se convencen de que pueden estar más protegidos con la circuncisión y se infectan, dejan el preservativo. Tampoco es correcto decir a las mujeres “usen condón”, porque ellas no se lo van a poner. La gran cuestión aquí es que en este momento, hasta que se cuente con otra medida viable, accesible y aceptable para las mujeres como un microbicida, la conversación va a seguir siendo el principal medio de protección de la mujer. No es un artefacto tecnológico, es un artefacto interactivo, interaccional, relacional y no debemos abandonarla.
De otro modo a cada cambio de foco preventivo, ya sea la circuncisión o la profilaxis post exposición, se abandona el instrumento que de facto es el más accesible: la conversación. Hoy por hoy no se capacita a las mujeres, no se crean las condiciones para que las mujeres puedan conversar.
Hasta el tratamiento depende muchísimo de una buena conversación, permanente. Es importante porque si se escucha y se conversa con la persona que vive con VIH, ésta se va a proteger mejor. Ésa es la población prioritaria.

El sermón no funciona
Un hijo y el VIH se adquieren en el mismo acto sexual. En el mismo acto donde una mujer se infecta, se embaraza. Si no son dos actos separados, ¿por qué separarlos en dos programas diferentes (de VIH y de salud reproductiva)? Esa es una manera muy estadunidense de ver las cosas. Hay un modo de concebir la epidemiología del comportamiento que es muy estadunidense, basado en factores como las personas, la crianza, el grado de información, la religión, todo se ve como factor. En los servicios es lo mismo: la salud, la salud reproductiva, la salud sexual, todo se fractura, pero la vida no es así. Cuando tú te infectas también puedes concebir, en el mismo acto. Los estudios del comportamiento o epidemiológicos dicen, por ejemplo, que los católicos se comportan de tal o cual manera, pero tú como católica vives tu religiosidad muy diferente de lo que se puede medir por medio de factores en los grandes estudios.
En la teoría que desarrollamos en Brasil, basada en la psicología social, llamada socio-cognitivismo, lo que importa es lo que piensa la persona sobre su comportamiento, sus emociones, etcétera. No ubicamos el foco en los factores sino en la vida dinámica de las personas, eso es lo más importante. Si yo voy a hablar de prevención contigo, yo soy la especialista, conozco las evidencias, pero tú conoces tu vida, yo no. Si no hablamos, si yo sigo sermoneando sobre lo que debes hacer, tú te vas a casa y haces lo que es posible. Con los sermones pasa así: escucho y digo “ajá”, pero hago otra cosa.
Sermonear es justamente la perspectiva vertical de la educación. Predicas porque crees que el otro no es capaz de pensar. ¡Pero pensamos! La vida cotidiana es por definición el lugar donde está el sujeto. Ninguna persona deja de ser sujeto en su vida cotidiana, hasta los que viven en la calle, los más pobres de los pobres, todos tomamos decisiones cotidianas. El sexo es parte de la vida cotidiana.

Adaptar la tecnología a la vida de las personas y no al revés
Las tecnologías disponibles se deben adaptar al contexto sociopolítico, al acceso posible y a la vida de la gente que va a manejarlas. De otra manera, lo que creemos eficaz en teoría, no lo es en la realidad. Por eso es que en Estados Unidos, el país más rico del mundo, donde se destina la inversión más importante de dinero público y privado en la prevención, la infección por VIH no se ha acabado. ¿Por qué? Tenemos todas las posibilidades, todos los instrumentos para eliminar la infección o volverla muy baja, pero las medidas impulsadas lo más que hacen es controlar el crecimiento de la epidemia. ¿Por qué controlar? Si tenemos la tecnología para reducirla, pero la tecnología tiene que adaptarse a la vida de la gente, no puede ser impuesta.
Esa es la diferencia entre lo que hacemos en Brasil y lo que se hace en Estados Unidos y en México, que está muy influenciado por la forma de ser de aquel país, en la cual se piensa en la prevención diciendo: “eso es lo más eficaz, vamos a promoverlo”, y punto. No se conversa con la gente, la intervención preventiva es vertical, no es negociada. El especialista define el comportamiento más seguro desde el punto de vista técnico, basado en la evidencia, pero la evidencia es teórica, en la vida de las personas no es lo aceptable, ellas tienen que negociar y todo lo negocian.
Yo creo que aquí en México sería muy importante aplicar el modelo socio-cognitivo porque aquí hay un machismo muy extendido, hay una doble moral de los hombres, como en toda América Latina, hay dificultad de las mujeres para conversar. Les siguen diciendo “usen condones, usen condones” y no los usan porque no está en ellas sino en sus maridos.
En Brasil no se extinguió el machismo, no se terminó la desigualdad sexual, no se acabó la pobreza pero se controló el sida. Al menos algo estamos haciendo bien. Esa es nuestra evidencia.

SU B I R


¿Qué pasa con el condón femenino?

Brasil es el principal comprador de condón femenino en el mundo. El problema es que sigue siendo caro, no es tan aceptable y no se distribuye porque el condón masculino tiene un precio mucho más bajo y, por lo mismo, está muy masificado. El problema del condón femenino es que sólo una o dos fábricas lo elaboran y, por ello, es carísimo. No se puede masificar, y hay gente a la que no le gusta porque es muy ruidoso y feo. ¿Cómo se puede masificar? No se hacen campañas de sensibilización como se hicieron con el condón masculino.
Pero hay gente que se adapta muy bien. En Brasil, por ejemplo, las mujeres que viven con VIH tienen acceso al condón femenino y esa es una buena estrategia para lograr el cambio de opciones. En el caso de las mujeres y los hombres que se hacen la prueba de detección del virus y resultan negativos, abandonan el uso del condón. Porque el condón, por muy sensible que sea, es una molestia. Para masificar el uso y tornar atractivo al condón masculino se invirtieron millones de dólares en todo el mundo. En el condón femenino no, porque no tiene un costo-beneficio aceptable para masificarlo e invertir en el cambio de sentido y significado de su uso, volverlo placentero y parte de lo cotidiano. Ese es el problema