Opinión
Ver día anteriorLunes 8 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
La casta de El Payo
E

nrique Ponce y José Tomás se disputan el trono del toreo en la actualidad. Con el madrileño recuperándose de la gravísima cornada sufrida en Aguascalientes, Ponce sale a los ruedos sin competencia. Gala y orgullo de la Valencia que con cariño besa las olas. Esa Valencia voluptuosa que en el mar mediterráneo se baña. Un son de palmas habla del empaque que lleva dentro su toreo. La belleza de ese toreo que en la México deja huellas por el deslumbramiento de su Valencia natal que proyecta al torear. Un estilo de torear que representa el moderno toreo convertido en ballet. Dígalo si no su serie de redondos en cuclillas que voltearon el coso de Insurgentes al revés.

Lástima que el valenciano suele bailar su son de palmeras, que le resta hondura a su torear. Doctoral y ondulado hace sentir las 2 mil corridas toreadas desde su alternativa. En la banda contraria el toreo hondo y altivo de José Tomás. Este toreo ballet se realiza con más maestría con toros chicos y débiles, a los que Enrique consigue meter en vereda y jugar con ellos, como sucedió la tarde de ayer, en la que casi llenó la plaza, en el inicio de la temporada de corridas de toros mexicana.

Es tal el imán de Ponce con el público mexicano que después que El Zotoluco y El Payo ofrecieron regalar sendos toros, ante la mansedumbre de la reses de San José, se desgranó de los tendidos el grito consagratorio de “Ponce, Ponce…”. Antes se había vivido el jugar de la cintura que bordaba en la noche el torero español. Mecía el pie la fiebre de la cintura que ritmaba el paso del toro. El aire desdibujaba el pase natural que se disolvía y volaba. De todos modos quieto, ligado y muy lento, seguía en singular delirio en vuelo abierto de la muleta prodigiosa. Pases que volvía a rematar con sus series en cuclillas.

Heridos en su amor propio El Zotoluco y El Payo regalaron toros de la ganadería de Santa María Jalpa (eso creí leer porque la obscuridad de la plaza impide la lectura del cartelillo con el nombre del toro y la ganadería). Si bravo fue el toro de El Zotoluco en especial por el lado derecho, más bravo fue el de El Payo, al que recibió con una serie de verónicas, un tanto atropelladas pero escalofriantes. En ese tenor siguió su faena de muleta con pases estatuarios en el centro del ruedo, hasta que en uno ayudado por abajo el toro se lo echó a los lomos, provocándole diversas heridas y dejándolo sacudido. Dando muestra de su casta, después de 10 minutos regreso al ruedo y realizó otra tanda de ayudados por abajo que enchinaron la piel de los aficionados. Pases que remató en un alarde de valentía, con un estoconazo hasta la empuñadura para salir triunfador de la corrida con las dos orejas del toro y el público conmovido.