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Economía Moral

Fragmentos de Frankfurt. Ensayos sobre la Teoría Crítica / I1

Antisemitismo como consecuencia lógica de la Ilustración

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s tal el azoro que produce el descubrimiento de las fábricas de muerte, pieza central del holocausto, que la inmensa mayoría de las personas reacciona o bien negando el holocausto o bien atribuyéndolo a la locura de Hitler (creo que esta fue mi reacción siendo un adolescente). Es decir, se trataría de un accidente histórico: un loco toma el poder, declara la guerra, invade toda Europa y puede llevar a cabo su locura: librar Europa de los judíos. Ambas reacciones son un intento por huir de la verdad. En el excelente libro (Siglo XXI Editores, 2009) de Stefan Gandler que da titulo a esta serie y que empecé a comentar en la entrega anterior (5/11/10), se adopta una postura radicalmente opuesta. Señala que en los análisis de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt:

Se descubre que el antisemitismo, a pesar de la primera apariencia, no es una perversión de los ideales y del proyecto en general de la Ilustración, sino más bien su consecuencia lógica. Contradice el ideal de la liberté pero a la vez refleja a su manera el ideal de la égalité, que en última instancia no puede tolerar lo que se concibe, desde la perspectiva de los supuestamente iguales, como una minoría y acaba con cierta congruencia en la Volksgemeinschaft nacionalsocialista. Esta comunidad del pueblo racial es, dentro de las relaciones de producción existentes, la forma más relevante de celebrar el tercero de los antiguos ideales burgueses: la fraternité. (p. 28)

Añade que para la Teoría Crítica el antisemitismo y el nacionalsocialismo no se conciben como accidentes de la historia sino como el cumplimiento de la marcha lógica de la historia universal que hay que romper para alcanzar una sociedad verdaderamente humana. Continúa señalando que Theodor W. Adorno y Max Horkheimer en sus Elementos del antisemitismo1, enuncian siete tesis, cada una con una manera distinta de comprender lo incomprensible e inimaginable que pasó en Auschwitz, Treblinka, Sobibor, Majdanek, Chelmno, Bergen Belsen, Dachau, Sachsenhausen, Buchenwald, Mauthausen y en los demás campos de exterminio y de concentración nacionalsocialistas. (p. 29). Dice Gandler que si bien el antisemitismo tiene su raíz histórica más profunda en el cristianismo,

“los restos seudorracionalizados de éste en los valores, actitudes y estructuras de las sociedades modernas e ilustradas, pueden ser incluso más peligrosos que el mismo cristianismo porque una religión puede aceptar todavía que hay otras creencias que la suya (aunque el cristianismo sí tiende al integralismo) pero los irracionalismos religiosos importados a una forma ilustrada de pensar ya no pueden tolerar ninguna divergencia: la verdad ilustrada es única y punto. El rechazo cristiano, de manera religiosa o seudorracionalizada, a otras religiones no se concentra por casualidad en los judíos. Es el odio religioso al padre, el complejo de Edipo que tiene el cristianismo con su propio origen histórico: la religión judía” (p.30)

Como explica Gandler, la ciudad de Frankfurt se distinguía por una burguesía relativamente abierta y poco subordinada al poder del antiguo régimen feudal:

“Esta burguesía, y sobretodo su parte judía, generó el impulso que desembocó en la fundación de la Universidad de Frankfurt, hace casi cien años, y fueron judíos aquellos que financiaron el Institut für Sozialforschung [la Escuela de Frankfurt]. Por ser una institución académica privada, no eran aplicables las leyes antisemitas de la República de Weimar y, en consecuencia, los docentes judíos podían impartir clases e investigar, lo que en ninguna otra institución científica de Alemania antes del nacionalsocialismo era posible” (p.10).

Casi todos los integrantes de la Escuela de Frankfurt fueron judíos [Benjamin, Horkheheimer, Adorno, Marcuse, Fromm, Neumann, etc.]. De ahí la frase de Horkheimer de que toda la Teoría Crítica debió haber perecido en las cámaras de gas si la historia hubiera cumplido su destino lógico. Todos ellos fueron lo que Isaac Deutscher (ID) ha llamado judíos no judaicos (non jewish jews), grupo al que el propio autor de la biografía en tres tomos de León Trotsky perteneció, como bien lo señala su viuda Tamara, quien escribe la Introducción (La educación de un niño judío), ya fallecido ID, al libro de éste, The Non-Jewish Jew and Other Essays (Oxford University Press, 1968):

Isaac no vivió para describir esta niñez, como planeaba hacerlo; pero los toques autobiográficos en muchos de sus libros muestran lo que pasó en este peregrinar de las creencias. En el primer ensayo de este volumen [que da título al libro] él habla indirectamente de sí mismo, de su origen, de su desarrollo intelectual y filosófico. Él pertenece, y se vio a sí mismo perteneciendo, a esa casta de judíos no judaicos que trascendieron el judaísmo y fueron más allá de la judería hasta los ideales más elevados de la humanidad”. En esto era parte de la tradición judía y nunca lo negó” (pp. 22-23)

El judío hereje, dice ID, que trasciende la judería, pertenece a la tradición judía. En el ensayo que da titulo al libro cuenta la honda impresión que le causó leer la historia (del Siglo II) sobre el hereje conocido como Akher, que enseñaba teología a uno de los rabinos más famosos, al que describe como santo y sabio. Añade:

Pueden ver, si quieren, a Akher como un prototipo de aquellos grandes revolucionarios del pensamiento moderno: Spinoza, Heine, Marx, Rosa Luxemburg, Trotsky y Freud. Pueden, si quieren, ubicarlos como parte de la tradición judía. Todos ellos fueron más allá de las fronteras de la judería a la que encontraron muy estrecha, arcaica y constrictiva. Todos buscaron ideales y realización más allá de ella. Representan la suma y la sustancia de mucho de lo que constituye la grandeza del pensamiento moderno, la suma y la sustancia de las más profundas convulsiones que han tenido lugar en la filosofía, la sociología, la economía y la política en los últimos tres siglos. ¿Tenían algo en común? Pienso que de alguna manera eran en verdad muy judíos. Tenían algo de la quintaesencia de la vida judía y del intelecto judío. Eran excepcionales a priori en que como judíos vivían en las fronteras de varias civilizaciones, religiones y culturas nacionales. Vivieron en los márgenes o en los rincones y grietas de sus respectivas naciones. Cada uno de ellos estaba y no estaba en la sociedad, era y no era de ella. Esto los habilitó para elevar su pensamiento por encima de sus sociedades, de sus naciones, de sus generaciones y de su tiempo, y para aventurarse intelectualmente por nuevos y más amplios horizontes y hacia el futuro” (pp. 26-27).

Qué más apto que concluir este elogio al libro de Gandler citando el ensayo de Horkheimer y Adorno sobre el antisemitismo:

El antisemitismo es hoy para algunos un problema que afecta el destino de la humanidad y para otros un mero pretexto. Para los fascistas, los judíos no son una minoría sino la anti-raza, el principio negativo como tal; de su exterminio depende la felicidad humana. Diametralmente opuesta a ésta es la tesis que los judíos, libres de rasgos nacionales o raciales, forman un grupo sólo por la creencia religiosa y la tradición. Ambas doctrinas son verdaderas y falsas al mismo tiempo. La primera es verdadera en el sentido que el fascismo la ha hecho verdadera. Los judíos son hoy el grupo al cual, en la práctica y en la teoría, atrae la urgencia destructiva que el orden social equivocado produce espontáneamente. El mal absoluto ha calificado a los judíos como el mal absoluto. En este sentido son, en verdad, el pueblo elegido. La otra tesis, liberal, es verdadera como idea. Contiene la imagen de una sociedad en la cual la rabia ya no se reproduce ni busca cualidades en las cuales descargarse. Pero al suponer que la unidad de la humanidad ha sido alcanzado en principio, la tesis liberal sirve como apología del orden existente.

1 Este ensayo forma parte de Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos, Trotta, Madrid, 1994 (edición original en alemán, 1947). En el prefacio original los autores explican así el propósito que se fijaron: Lo que nos habíamos fijado como tarea era nada menos que explicar por qué la humanidad en lugar de entrar a una situación verdaderamente humana , se está hundiendo en una nueva clase de barbarie.