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Estuvo en arresto domiciliario durante siete años por sus ideas prodemocráticas

Libera junta militar de Myanmar a Suu Kyi, premio Nobel de la Paz

Llama la dirigente a sus seguidores a trabajar unidos para conseguir nuestros objetivos

La comunidad internacional saluda la liberación y llama a excarcelar a otros líderes opositores

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La Dama de Rangún, acompañada por integrantes de la Liga Nacional por la Democracia, momentos después de que expiró el último día de su condenaFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de noviembre de 2010, p. 26

Rangún, 13 de noviembre. La lideresa opositora y premio Nobel de la Paz 1991, Aung San Suu Kyi, reclamó hoy unidad para conseguir sus objetivos a los miles de seguidores que festejaron su liberación por la junta militar de Myanmar, después de siete años de arresto domiciliario, mientras la comunidad internacional reclamó la libertad de otros opositores en el país.

Suu Kyi, de 65 años, saludó a sus seguidores asomándose a la verja que rodea su casa.

Los generales encarcelaron una y otra vez a la dirigente opositora en los últimos 20 años. Intentaron de todo para quebrar la popularidad de la hija de uno de los héroes de la independencia, el general Aung. La difamaron acusándola de traidora, la insultaron por haberse casado con un extranjero e incluso la tildaron de criminal.

Por si fuera poco, la silenciaron, pero aun así la dictadura militar no consiguió nada. Su popularidad creció y se convirtió en la esperanza de millones de personas.

Suu Kyi es apodada La Dama de Rangún y a menudo comparada con Nelson Mandela.

Nacida en 1945, es hija del héroe de la independencia birmana, el general Aung San, asesinado cuando ella tenía dos años de edad.

¡Qué bonito verlos a todos!, exclamó sonriente la opositora, quien pasó gran parte de los últimos 20 años bajo arresto domiciliario por su postura pro democrática.

Tenemos que trabajar unidos para conseguir nuestros objetivos, reclamó Suu Kyi, ataviada con una blusa lila y flores en el cabello.

La disidente hablará este domingo en la sede de su partido, la Liga Nacional por la Democracia (NLD), recientemente disuelto, que no pudo participar en las elecciones parlamentarias del pasado fin de semana.

Responsables de la junta militar –en el poder desde 1988– entraron a su casa, en la calle de la Universidad, para leer la orden de liberación el día en que expiraba su última condena a 18 meses de arresto domiciliario.

Fue educada en las mejores escuelas de Rangún y continuó sus estudios en India, donde su madre fue nombrada embajadora en 1960, y en Oxford, sur de Gran Bretaña. En 1972 se casó con el británico Michael Aris, especialista en Tíbet, con quien tuvo dos hijos.

De regreso a Birmania (hoy Myanmar), en abril de 1988, cuando su madre agonizaba, Suu Kyi habló en público por vez primera en agosto de ese año y pasó a formar parte del movimiento de oposición que hizo tambalear el poder militar.

Durante los disturbios de agosto y septiembre de 1988, reprimidos de manera sangrienta, cofundó la LND, la cual se convirtió en el principal partido de oposición.

Suu Kyi fue confinada de 1989 a 1995 y luego disfrutó de su libertad hasta 2000, cuando volvió a ser obligada a permanecer en su casa de Rangún durante 19 meses.

Tras una nueva liberación de un año, que le permitió tomar conciencia de su inmensa popularidad, la cual alarmó al gobierno militar, fue detenida en mayo de 2003 y puesta bajo vigilancia.

En agosto de 2009 fue condenada a 18 meses de arresto domiciliario.

Ante esta situación, la LND tuvo que elegir entre excluirla de la formación o disolverse, y decidió boicotear los comicios del domingo pasado. Este sábado, al cumplirse la pena, Suu Kyi pudo recobrar su libertad.

El Comité noruego de los Premios Nobel la invitó a pronunciar el discurso de recepción del Nobel de la Paz que no pudo ofrecer cuando le fue concedido, hace 19 años, por temor a que la junta militar le impidiera después regresar al país. La lideresa envió entonces a la ceremonia de entrega a su esposo, ya fallecido.

Seis mujeres galardonadas con el Nobel de la Paz, entre ellas la guatemalteca Rigoberta Menchú, señalaron que les gustaría reunirse pronto con la conocida opositora.

La liberación provocó alivio en la comunidad internacional.

Desde Yokohama, Japón, donde participa en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, el presidente estadunidense, Barack Obama, premio Nobel de la Paz 2009, se congratuló por la liberación, esperada desde hace largo tiempo, y rindió homenaje al combate valiente de Aung San Suu Kyi.

Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, llamó a la junta militar de Myanmar a consolidar el gesto de hoy liberando a los otros prisioneros políticos.

De igual forma, Japón, Gran Bretaña, Brasil, la Unión Europea, Francia, Alemania e Italia saludaron de manera separada la liberación de Suu Kyi.

Amnistía Internacional sostuvo que la liberación es bienvenida, pero no hace más que marcar el fin de una condena injusta, pronunciada ilegalmente y no representa en ningún caso una concesión de las autoridades.

Para Elaine Pearson, responsable de Human Rights Watch en Bangkok, la liberación es una estratagema profundamente cínica del gobierno militar para desviar la atención de la comunidad internacional de las elecciones ilegítimas.