20 de noviembre de 2010     Número 38

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


FOTO: Alejandro Robles García

Entrevista con María Rosa Márquez

Inimaginable, la Ciudad de México sin su territorio rural

Lourdes Edith Rudiño

La Ciudad de México no es sinónimo sólo de asfalto, autos y segundos pisos. El 59 por ciento de su territorio, esto es 88 mil hectáreas, corresponde a suelo de conservación y dentro de ello, 30 mil hectáreas están siendo cultivadas actualmente. Pero además este espacio, presente en nueve delegaciones políticas, alberga a la mayor parte de los 145 pueblos originarios que existen en el país y a gran parte de los emigrantes indígenas (que implican 58 de los 62 grupos lingüísticos existentes en el país), lo cual confiere a la metrópoli la característica de megadiversidad cultural.

Así, afirma María Rosa Márquez, titular de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) del gobierno capitalino, “no sólo debemos reconocer, sino defender la continuidad de este suelo de conservación y productivo, pues no se puede concebir un futuro para la Ciudad de México sin el suelo rural (...) que está sirviendo de sustento para la viabilidad ambiental y cultural de la ciudad y la zona metropolitana.

“Debemos dar incentivos a la actividad de esta zona que es un cinturón de vida para hacerla rentable a favor de los pueblos y los campesinos, pues mucha de la presión del avance urbano tiene que ver con la presión que representa para los pueblos el estar manteniendo esas tierras si no resultan rentables (...) la gente va vendiendo, va rentando, va heredando, va cambiando su uso original”.

En entrevista, la funcionaria afirma que el campo de la Ciudad de México presenta características positivas que deberían brindarle viabilidad. Uno, que aun cuando las unidades de producción son pequeñas –entran en el concepto de minifundio– el enorme mercado que representa el Distrito Federal les da la oportunidad de comercializar sus cosechas. Además los campesinos tienen muy a la mano a la mayor parte de instituciones de educación superior para buscar apoyo técnico, asesoría y alternativas para su producción.

Un elemento más es que la gente joven del campo ha tenido en muchos casos la oportunidad de estudiar, de alcanzar carreras universitarias –lo cual los coloca educativamente en un nivel superior a la media de sus símiles en el campo nacional–, y “vemos agrónomos, biólogos, químicos, que le ven potencial a sus tierra”.

También está el hecho de que hay potencial para el turismo rural –en unos cuantos minutos los capitalinos podemos estar en la zona chinampera de Xochimilco–. Y por último, se observa que la productividad agrícola en la Ciudad de México es mayor que el promedio nacional; las hortalizas de chinampas de Tláhuac y Xochimilco producen en tres o cuatro ciclos.

La funcionaria explica que la Sederec –que surgió en el gobierno actual de Marcelo Ebrard– tiene la función de cerrar la brecha entre lo urbano y lo rural de la ciudad, y por ello, y para impulsar la actividad agrícola, desarrolla varios programas orientados a los productos donde se observa potencial. Un caso es el programa de protección y conservación de las variedades nativas de maíz; otro es el de impulso al procesamiento del nopal-verdura de Milpa Alta, que es el principal cultivo del Distrito Federal, y otro más promueve buenas prácticas y envasado del amaranto, así como el impulso de su producción a fin de inducir su venta en las escuelas de la capital, considerando el gran valor nutritivo de este cereal. –Pero hay muchas presiones que inducen a la urbanización de las zonas campesinas.

–Está claro, es la preocupación de muchos campesinos, de mucha gente de los pueblos, y es mucha la presión, pero mi convicción y la decisión del gobierno al crear esta secretaría es que se tiene que defender esa tradición, esa cultura, ese aporte que están haciendo los agricultores (...) Sabemos que a veces sí actuamos a contra-corriente (...) Por lo tanto, tenemos un programa y una ley que se ha impulsado, donde la diversidad cultural y étnica esté como eje del desarrollo de esta ciudad. Y eso implica el reconocimiento del aporte de los pueblos originarios del campo en la ciudad.

“El desarrollo de la sociedad o la modernidad de la ciudad no debe ser sinónimo de arrasar o eliminar el campo. Pero la sociedad tiene que saber valorar y reconocer esto para que lo defienda también. Debe saber cómo se enriquece la ciudad no sólo en la cuestión ambiental, sino también en la cultural e histórica.

–Pero está la obra del metro en Tláhuac que es proyecto del gobierno de la Ciudad y que amenaza por la pérdida de la zona rural de esa delegación y de parte de Xochimilco.


FOTO: Lourdes E. Rudiño

–En el suelo de conservación no se pueden construir desarrollos habitacionales ni comerciales. Y eso está en los planes de desarrollo y la normatividad reconoce eso. Sabemos que en la práctica están estos intereses, las compras no formales, y allí es donde decimos que tiene que entrar la normatividad, que limita y reconoce que la ciudad ya no puede seguir creciendo desordenadamente. Por otra parte, la Sederec, junto con otras secretarías, como Medio Ambiente y Cultura, trabajamos para sensibilizar a la población, le damos a conocer lo mucho que enriquece esta parte de la ciudad en lo cultural, lo social, lo ambiental, para darle viabilidad a la ciudad. Y por último, debemos promover incentivos para la agricultura, y estamos trabajando en eso. Si la gente no tiene un ingreso, no puede vivir dignamente de lo que produce en sus tierras, por más que haya la sensibilización y la normatividad.

“Sólo unidos, estos tres elementos servirán para contrarrestar la presión del avance urbano”.

Por otro lado, precisó que la Sederec navega muchas veces contra-corriente para atraer recursos públicos para el campo. Explicó que el programa de Conservación y uso del Suelo para la Producción Primaria (Coussa), que es concurrente con la Secretaría de Agricultura (Sagarpa) del gobierno federal, realiza una tarea muy importante en la construcción de ollas de captación, en muros vivos para hacer terraceos, a fin de conservar el suelo y evitar su deterioro y que permita la filtración del agua.

Pero el presupuesto del Coussa ha sido variable. En 2008 se invirtieron 181.7 millones de pesos en este programa (140 millones de ellos del presupuesto del DF y el resto de Sagarpa), en 2009 fueron 142.9 millones, y para 2010 no se presupuestaron recursos, aunque la Sederec hizo gestiones y logró 32 millones (ocho millones del DF y el resto federal). La situación ocurre porque los diputados no etiquetan los recursos, y entonces la titular de la Sederec, en compañía de campesinos debe hacer cabildeo intenso con los legisladores.


Prepara la Sederec un “anti procampo”

  • Apoyar a los campesinos a cambio de que produzcan

Lourdes Edith Rudiño

La Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) del gobierno del Distrito Federal (DF) adelantó que en 2011 pondrá en marcha un programa de apoyos por hectárea a toda la superficie agrícola de la capital, esto es para 30 mil hectáreas en manos de 33 mil productores. El requisito para el pago es que los campesinos mantengan su tierra en la producción agrícola

A fines de 2010 se formalizará este programa y se definirán sus presupuestos y cuotas, y a decir de la titular de la Sederec, María Rosa Márquez, el apoyo no sólo premiará el aporte campesino al medio ambiente –“que ya es mucho”–, sino también el esfuerzo de ofrecer alimentos y de contribuir a garantizar el abasto a la ciudad, si bien es cierto que la producción local es insuficiente, dada la magnitud de la metrópoli.

El programa representará una especie de “anti Procampo”, según acepta la funcionaria, pues el Procampo, nacido en 1994, tuvo el propósito inicial de desestimular la producción de granos en las zonas donde supuestamente éstos no eran rentables.

“Por los resultados que hemos tenido en el campo de nuestro país, vemos que las políticas que se han estado impulsando no han sido precisamente las mejores.”

Señaló que con este programa también habrá una reconceptualización, porque tradicionalmente se habla de suelo de conservación y suelo urbano en la capital, pero no se diferencia el suelo agrícola. Ahora se incorporará este concepto. “Lo que queremos es responder a las necesidades concretas de la gente en el DF. Son productores pequeños, con una gran necesidad de respuestas concretas e inmediatas para enfrentar esta gran presión del crecimiento urbano, y su trabajo debe ser reconocido (...) Queremos que no se siga dejando de producir estas hectáreas, que no se siga abandonando el campo, al tiempo que (con programas específicos por producto) también tratamos de elevar la calidad, la producción por hectárea y dar mayor valor agregado”.

La funcionaria especificó los programas que desarrolla en cultivos donde la Sederec ve potencial. En el caso del maíz, al echar a andar la Sederec “vimos que la producción de maíz venía a la baja no sólo en hectáreas, sino también en producción. De 15 años a la fecha bajó de diez mil a tres mil 600 hectáreas, y el rendimiento era de tonelada y medio en promedio. La Sederec brindó apoyo a los productores involucrando el uso de semillas criollas y la participación del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap) para mejorar los maíces con insumos orgánicos y para mejorar los suelos, y ello permitió frenar la caída e incluso elevar la producción a cinco mil 600 hectáreas y se elevó el rendimiento a tres toneladas por hectárea. Esto, al margen de que por decreto el gobierno del DF impide tajantemente la siembra en el Distrito Federal de maíces transgénicos desde 2009.


FOTO: Ángeles Mariscal / La Jornada

En cuanto al nopal-verdura de Milpa Alta, la Sederec observó la excesiva variabilidad de los precios, con una depreciación pronunciada en la etapa de mayor producción, en mayo, que hace que incluso se pierda una gran parte pues resulta más alto el costo de su transporte que la ganancia, y entonces la Secretaría impulsó un proyecto donde apoya con recursos públicos del gobierno del DF y federales (de la Secretaría de Agricultura) la instalación de una planta para procesadora con tecnología desarrollada por el Politécnico Nacional, con capacidad para captar la mitad de la producción milpaltense. Hoy día sólo se transforma tres por ciento de la producción del nopal en cremas, jabones, champús, jugos, jalea, etcétera. El grupo beneficiario de los apoyos se constituyó en torno al centro de acopio del nopal en Villa Milpa Alta, donde se comercializa el 70 por ciento de esta verdura de toda la delegación.

En cuanto al amaranto, la entrevistada destacó que la Sederec busca impulsar este cultivo en Tulyehualco, Xochimilco, como parte de la campaña para recuperar nuestra comida tradicional y para inducir que se consuma en las escuelas en sustitución de comida chatarra, a fin de combatir la obesidad infantil. Sobre todo porque hay condiciones para que los productores puedan abastecer directamente, sin intermediarios, este alimento que es nutritivo y con precios muy accesibles. Las cooperativas de algunas escuelas ya están comprando. Nueve grupos familiares de productores se han asociado con una empresa familiar que ha logrado garantizar calidad, presentación e inocuidad. “Estamos impulsando marcas colectivas”, por ejemplo “Amaranto de Tulyehualco”, pero conservando las sub-marcas de cada empresa familiar.

La funcionaria dijo que existen hoy apenas 60 hectáreas produciendo amaranto (según datos de 2005). “Queremos actualizar los datos y elevar la superficie y la producción, además de que los productores le den valor agregado embolsándolo”, porque la demanda de la población del DF así lo requiere. Hoy el abasto se completa con producción de otros estados, como Morelos, Puebla y Tlaxcala.