Opinión
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2012: año de cambios
N

os acercamos a 2012, año de importantes decisiones políticas nacionales y de reacomodo de potencias internacionales. En México habrá una guerra de matar o morir, porque representa la oportunidad de que el PRI recupere Los Pinos, y de que el PAN se aferre al poder, convirtiéndose tal vez en el PRI del siglo XXI. Es obvio que el PRI, por su parte, se prepara a retomar las riendas de un poder que para muchos electores jamás debió abandonar. (Esto no sucedía en tiempos del PRI, escuchamos cada vez con mayor frecuencia en boca de quienes cambiarían en un instante nuestro remedo de democracia por la calma que prevaleció en los 71 años de gobierno revolucionario.) El PRI necesita recuperar la Presidencia para no convertirse en un anquilosado partido de oposición que desaparezca en la mente y en los ánimos de los electores.

En el caso de Acción Nacional todo apunta a que, habiendo probado finalmente los beneficios del poder, hará todo lo posible para no abandonarlo jamás. Vicente Fox y Felipe Calderón, los únicos presidentes panistas, necesitan un sucesor panista que les cuide las espaldas. Han dejado mucho equipaje indeseable a su paso por Los Pinos: los negocios multimillonarios del traidor a la democracia y las consecuencias de su enorme frivolidad; los negocios de la señora Marta y los negocios aún más redituables de los hijos de la señora Marta. 2012 podría ser también el año en el que Andrés Manuel López Obrador y la izquierda nacionalista-populista opten con realismo a la Presidencia de la República.

Calderón necesita más que Fox de una victoria panista para continuar legitimando su cuestionable llegada el poder y su enorme responsabilidad por haber iniciado una guerra civil que podría tener, en la fecha de la próxima elección, un saldo de más de 40 mil muertos: ¡un auténtico genocidio!

En Estados Unidos las cosas no marchan mejor. Obama es un presidente débil que no convence: mucho ruido y pocas nueces (especialmente después de su sonado fracaso en las pasadas elecciones legislativas). Es un mandatario destinado a convertirse en presidente de un solo periodo (como Jimmy Carter). Abandonado a su suerte por las bases del Partido Demócrata, y asediado por republicanos, evangélicos, racistas, miembros del Tea Party y poderosos analistas de la derecha, Obama podría ser sustituido por Sarah Palin, la ignorante de buen ver que fue vilmente utilizada como compañera de fórmula de John McCain.

En política todos los pecados llevan su penitencia. Y en el caso de Palin su improbable elección en 2012 representaría, por supuesto, el triunfo de la primera mujer en la Casa Blanca, pero también la llegada al poder de una derecha aún más recalcitrante que la que llevó a George W. Bush al poder. Palin propulsaría como nadie la agenda de la ultraderecha evangélica, pero al mismo tiempo ocasionaría casi de inmediato la caída de Estados Unidos como líder del mundo occidental. ¿Cómo podrían respetar los tradicionales aliados europeos a un país representado por una ignorante fanática religiosa que insiste en conocer las intrincadas relaciones políticas con Rusia, porque puede divisar sus confines geográficos desde el jardín de su casa en Alaska?

Es bien sabido que en política no existen vacíos de poder. Ese podría ser el caso de Estados Unidos. Y por ahora, reconociendo que el mundo se prepara para experimentar la hegemonía económica de China y los principales países asiáticos, el liderazgo ideológico del mundo occidental podría recaer sobre los hombros de Gran Bretaña.

Francia, inmiscuida en huelgas interminables, y en los escándalos de Sarkozy y Carla Bruni, es una potencia definitivamente en decadencia. Por otra parte, los aliados tradicionales jamás dejarían el liderazgo del llamado mundo libre en manos de la Alemania de Angela Merkel.

Inglaterra por otra parte está saliendo rápidamente de la crisis financiera de 2009, y tiene un primer ministro respetado; un político que ha sabido gobernar forjando importantes alianzas con la oposición. Sin desconocer que China llevará el liderazgo económico en los próximos 10 años, el Reino Unido está hoy perfectamente posicionado y calificado para asumir el papel de guía de la civilización judeo-cristiana en el mundo occidental. ¿Quién podría negar que Inglaterra tiene el poderío económico, financiero, tecnológico y militar para hacerse respetar en el mundo?

Consciente de esa oportunidad histórica, Gran Bretaña está aprovechando deliberadamente el próximo casamiento del príncipe heredero Guillermo (Wills, le llaman por cariño) y Kate Middleton, una chica moderna, joven, inteligente y elegante, preparada para asumir el papel que en una ocasión ocupó lady Diana, la madre de Wills. La boda está siendo promovida como una manera de recuperar el aprecio de la gente por la familia real, y aseguran que el evento será un espectáculo que podrían presenciar mil 500 millones de espectadores: 200 millones más de los que presenciaron el último Mundial de Futbol. Así que prepárese para presenciar, disfrutar o sufrir uno de los años más trascendentales de los últimos tiempos.