Opinión
Ver día anteriorSábado 27 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Magnates: del dicho al hecho

¿No nos volverían a saquear?

Nobel de medicina a Millonésimo

N

ada raro es que los magnates Forbes de este país brinquen a la palestra para exhortar a los empresarios autóctonos a que inviertan y generen empleo en México, que se la rifen aquí mismo, con el fin de proteger lo que ellos llaman los intereses nacionales. Un día sí, y el siguiente también, se escuchan sus arengas para que el capital nacional se quede en casa para vigorizar al país y mejorar las condiciones de vida de quienes lo habitan. De hecho, algunos de ellos, con Carlos Slim a la cabeza, promovieron y firmaron el denominado pacto de Chapultepec –septiembre de 2005–, por medio del cual se comprometieron, entre otras cosas, a fortalecer el estado de derecho, impulsar el desarrollo del país, incrementar la inversión interna y aumentar la generación de empleo, compromisos que a estas alturas se mantienen como asignaturas pendientes.

Como es costumbre, aquel pacto de nombre kilométrico (Acuerdo nacional para la unidad, el estado de derecho, la inversión y el empleo) rápidamente pasó a ser material de desecho, aunque cumplió con su objetivo político: mostrar el poderoso músculo de los dueños de medio México –por no decir de todo– y confirmar, por si hubiera duda, quiénes son los dueños del circo, especialmente cuando por aquellas fechas arrancaba la temporada electoral y los candidatos a la Presidencia de la República se encontraban a punto de iniciar sus respectivas campañas.

Entre los abajo firmantes del susodicho pacto aparecían Carlos Slim, Lorenzo Zambrano, Emilio Azcárraga, María Asunción Aramburuzabala, Gastón Azcárraga, Eugenio Garza, Carlos Hank Rhon, Juan Diego Gutiérrez Cortina, Gilberto Borja Navarrete, Claudio X. González, Manuel Medina Mora, Ricardo Salinas Pliego, Héctor Rangel Domene, Lorenzo Servitje, Olegario Vázquez Raña, Roberto Hernández y Alfredo Harp, quienes se manifestaron a favor de invertir y generar empleo en casa, con el fin de, entre otras prioridades, contribuir a redistribuir el ingreso. De hecho, advirtieron que postergar un acuerdo de unidad nacional que postule el estado de derecho, el desarrollo, la inversión y el empleo sería una irresponsabilidad histórica que profundizaría inequidades y problemas sociales; estas convicciones son las que nos han reunido ahora.

Pues bien, en los hechos varios de los magnates mencionados y comprometidos en el pacto de Chapultepec han destacado por ser aplicados exportadores de capital, exitosos generadores de empleo fuera de las fronteras nacionales y líderes indiscutibles en lo que se refiere a la compra de empresas fuera de México (el llamado shoping transfronterizo en América Latina), de acuerdo con información de la Cepal, la cual revela que en 2007 la inversión directa de empresarios mexicanos en naciones latinoamericanas sumó casi 24 mil millones, todos ellos producto de sus utilidades en México.

El resultado de ese proceso fue bautizado (2005) por la Cepal como empresas translatinas (una suerte de trasnacionales regionales, con creciente peso e influencia política y económica en la región). Veinticinco de ellas dominan el mercado latinoamericano, y de ese total casi la mitad (12 concretamente) pertenece a magnates mexicanos, quienes generosamente invierten y generan empleo, pero no en su país de origen. Así, se registran empresas telefónicas, embotelladoras, mineras, cerveceras, cementeras, panaderas, hoteleras, financieras, comerciales y muchas otras, adquiridas por magnates mexicanos profundamente preocupados por la falta de inversión productiva en México, la carencia de empleo en el sector formal de la economía y la falta de crecimiento. Sus dueños son conocidos y estuvieron en Chapultepec: Carlos Slim Helú (Telmex, América Móvil y Grupo Carso). Emilio Azcárraga Jean (Televisa), Lorenzo Zambrano (Cemex), Lorenzo Servitje (Bimbo), el finado Eugenio Garza Lagüera (Femsa), Gastón Azcárraga (Grupo Posadas, el mismo que hasta hace poco era dueño de Mexicana de Aviación), María Asunción Aramburuzabala (Modelo), Ricardo Salinas Pliego (Elektra, Banco Azteca), Dionisio Garza Medina (Alfa) y Germán Larrea (Grupo México, el de Pasta de Conchos), entre otros. Y van por más.

Entonces, sirva el contexto para entender cabalmente por qué el pacto de Chapultepec, como tantos otros, rápidamente pasó a ser material de desecho, y por qué en el transcurso del calderonato han salido más capitales (55 mil millones de dólares) del país que en aquellos aciagos días de 1982 (40 mil millones de dólares), cuando José López Portillo aseguraba que si bien los barones ya nos saquearon, no nos volverán a saquear.

Sirva, pues, para ponerle nombres y apellidos a la información publicada ayer por La Jornada, bajo la firma de Roberto González Amador: “por cada dólar de inversión extranjera directa que ingresó al país entre enero y septiembre pasados, empresarios y particulares mexicanos transfirieron al exterior dos dólares para ser abonados a cuentas bancarias o realizar negocios, reveló información del Banco de México. Desde que comenzó la administración de Felipe Calderón, en diciembre de 2006, y hasta septiembre de 2010, la transferencia de recursos (de mexicanos) al exterior, tanto a bancos como para emprender negocios, llegó a 55 mil 503 millones de dólares, según los datos del banco central. Es una cantidad 266 por ciento superior a la que salió del país por los mismos conceptos entre enero de 2001 y septiembre de 2004, el periodo comparable del gobierno del ex presidente Vicente Fox Quesada, que fue de 15 mil 141 millones de dólares. Para efectos comparativos, equivale a poco más de la mitad de la reserva internacional de divisas al cierre de septiembre, cuando se ubicó en 108 mil 29 millones de dólares, apuntó la información actualizada este jueves por el Banco de México… Durante este año, las transferencias a cuentas bancarias del exterior y las realizadas por empresarios mexicanos para emprender o ampliar negocios en otras naciones superó con amplitud el ingreso de nueva inversión extranjera directa…”

Las rebanadas del pastel

Premio Nobel de Medicina: el obispo de Ecatepec, Millonésimo Cepeda, ha demostrado científicamente que para superar las secuelas de un infarto no existe mejor medicina que las carnitas, las garnachas y una que otra chela para la digestión, es decir, lo que en buena medida le provocó el oportuno ataque cardiaco que evitó su ingreso a la cárcel y, de pasadita, le permitió tramitar un amparo. Qué sabio.