Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 28 de noviembre de 2010 Num: 821

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Goethe, científico
RICARDO BADA

Monólogos compartidos
FRANCISCO TORRES CÓRDOVA

Gozo por contagio
CARLOS PASCUAL

Pablo González Casanova, el intelectual
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

Pasolini: el retorno de lo sagrado
NATACHA KOSS

Un poema para Pier Paolo Pasolini
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El Evangelio según Pasolini
RICARDO YÁÑEZ

El impresionismo narrativo de Peter Stamm
ADRIÁN MEDINA LIBERTY

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

La otra escena
MIGUEL ÁNGEL QUEMAIN

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Marco Antonio Campos

La colusión de empresarios y gobierno

“En México nada está bien organizado sino el robo”, le contestó un mexicano “de alcurnia” a Paula Kolonitz, dama de compañía de Carlota, cuyo libro, Un viaje a México en 1864, sea dicho en su honor, describe con objetividad dolorosa y al final con afecto la vida mexicana de ese tiempo. En los tiempos de la Revolución, el verbo “carrancear” era el permiso no escrito a las tropas carrancistas para robar lo que pudieran después de que tomaban una plaza, porque no había dinero contante para pagárseles, pero luego significó lo que se robaban los políticos, y luego, por décadas (aun en mi infancia lo era) para todo robo; a  principios de los años setenta del siglo anterior, Daniel Cosío Villegas escribía que una de las principales causas de la estabilidad de los gobiernos priístas era la corrupción; hace unas semanas el ex ministro de Hacienda Guillermo Ortiz, a propósito de las prácticas de funcionarios de los laboratorios Novartis y Stendhal con el IMSS, sentenció que la corrupción en el país “lamentablemente es un mal casi endémico”.

Siempre hemos estado del todo con el micro, pequeño y mediano empresario, y cuando es justo y honrado, también con el grande, pero en contra de las prácticas monopólicas que han ejercido, por ejemplo, Carlos Slim y Emilio Azcárraga Jean, que, aún más, son dueños de poderosísimos holdings. Es curiosa la doble moral de muchos de los grandes empresarios mexicanos: por un lado, se sienten salvadores de la patria, porque son los que producen y crean empleos y ven como parásitos, por eso mismo, a los  políticos, pero son igual de venales que los políticos. Hacen campañas para señalar que tanto el que da dinero como el que lo recibe es corrupto, pero sólo ven la paja ajena. ¿Acaso no podría señalarse a muchos de ellos, ya mexicanos, ya extranjeros del llamado primer mundo, que para conseguir las licitaciones pagan un cinco o diez por ciento o incluso más, porque saben que de no hacerlo simplemente la pierden? ¿No podría señalarse a muchos empresarios por no pagar millonarios impuestos u obtener mejores condiciones fiscales mientras se persigue al más pequeño contribuyente para que pague aun la más irrisoria suma? ¿No podría señalarse a muchos de ellos por negociar con líderes charros de los numerosos sindicatos que hoy proliferan para que simulen defender a sus agremiados –empleados y obreros–, y no obtengan así mejores condiciones en los contratos de la empresa? ¿A cuántos de esos empresarios no se podría señalar de acaparar uno o más productos para luego venderlos más o mucho más caros mientras las autoridades hacen que no ven? O poniéndoles nombres propios: ¿Son un ejemplo de probidad Germán Larrea y el Grupo México que tenían en condiciones infames de seguridad a los mineros muertos en Pasta de Conchos? ¿Es un ejemplo de moralidad pública Enrique Coppel, iniciador de la “guerra sucia” contra López Obrador en 2006, dueño de la cadena de tiendas del mismo apellido, en una de las cuales, en Culiacán, murieron literalmente achicharradas seis cajeras porque las tenían encerradas? Si nos atenemos a lo escrito por el joven Carlos Loret de Mola, ¿no es un escándalo que vayan a ayudar a la familia Coppel un ex secretario de Gobernación y un ex presidente del PAN? ¿Por qué han dejado los políticos a los hoteleros españoles que se apropien de zonas ecológicas, con la consiguiente destrucción del medio ambiente, de Cancún, Playa del Carmen y la Riviera Maya? ¿Qué va a pasar con Mexicana, compañía base, la cual fue vendida por cacahuates al grupo de Gastón Azcárraga, quien con total ineptitud terminó de fulminarla con las consiguientes grandes pérdidas y el numeroso desempleo? ¿Qué castigo va a haber? ¿Quiénes fueron los grandes beneficiados del FOBAPROA, uno de los asaltos más grandes a la nación, y que nos dejó endeudados a los mexicanos por décadas? ¿No es a base del tráfico de influencias que se volvieron empresarios los hijos de Martha Sahagún y aprovecharon a precio de ganga las “ofertas” del FOBAPROA? ¿Es un orgullo para la izquierda que Carlos Ahumada haya corrompido a líderes y autoridades perredistas? ¿No están más que señalados quienes desde el poder dominante o utilizando sus relaciones con los poderosos –como, por ejemplo, Diego Fernández de Cevallos, Antonio Lozano Gracia, Fauzi Hamdan o Salvador Rocha Díaz– se han cansado de hacer negocios millonarios con particulares?

Todos saben bien, que luego de un breve escándalo, de algunas vagas amenazas, no sólo no les hacen nada, sino que esos empresarios serán defendidos callada y eficazmente en las altas esferas gubernamentales, y sus casos irán olvidándose, y si llega a darse la ocasión, serán defendidos por los mejores abogados y eximidos por jueces venales. Con el PRI era el presidente de la República quien  tenía un poder faraónico; desde Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, empresarios y banqueros empezaron a volverse los poderes fácticos y ya se han convertido en un temible suprapoder.