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La FIL 2010

En Yo me acuerdo nuevamente la autora recrea la guerra civil de Líbano desde su memoria

Zeina Abirached lleva al papel recuerdos tallados con esquirlas

Al sacar este monstruo también creo un diálogo, una reflexión, dijo la historietista beirutí en entrevista

En su obra reconoce influencias del manga y la pintura japonesa

Foto
Yo me acuerdo nuevamente se trata de un trabajo de memoria: al terminar la guerra civil no había obras que la abordaran, labor que asumió Zeina Abirached, explicóFoto Héctor Jesús Hernández/ La Jornada Jalisco
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 5 de diciembre de 2010, p. 2

Guadalajara, Jal., 4 de diciembre. Los ojos de Zeina Abirached (Beirut, 1981) parecen guardar en su intensidad y belleza los dones absolutos de la observación y la memoria.

Y cómo no, si vivió parte de su niñez en plena guerra civil, en un Líbano que pasó del esplendor a las bombas, lo que licuó las imágenes en sus recuerdos y de sus ojos color verde Medio Oriente ahora emergen esas memorias en historietas en blanco y negro, libros casi biográficos, donde las sombras se convierten en avasallantes formas para el lector.

En entrevista, recuerda que escribió su primera historieta en 2002 y decidió mudarse a París en 2004, donde estudió animación 2D en la Escuela Nacional de Artes Decorativas.

Sus libros son sintomáticos de un pasado grabado a cincel y esquirlas: Catarsis de Beirut, Calle 38 Youssef Semaani, en 2006; en 2007 su conocido El vuelo de las golondrinas, que logra formar parte de la selección oficial del Festival Internacional de Historieta, y el cual ha sido traducido al holandés, español, italiano, sueco y griego.

–¿Su libro Yo me acuerdo nuevamente tiene como escenario a Beirut?

–Sí, es un trabajo de memorias, porque cuando terminó la guerra no había trabajos sobre la ella y sentí la necesidad de hacerlo. Hay otras formas de hacer un libro y una memoria sobre los años que uno ha vivido; en mi caso lo saqué de esta forma (en dibujos), no es que se detenga ahí, sino que al expresarlo creo también un diálogo, una suerte de reflexión; es decir, lanzar este monstruo fuera no se detiene ahí.

–¿Estaba muy oculto en su memoria?

–En mi familia no se hablaba realmente de la guerra civil, y a partir del libro se desbloqueó la palabra.

–¿Cómo lo fue integrando?

–Tenía una especie de diario, sobre todo muchos dibujos de Beirut, de cuando empezaron a reconstruirlo; es un poco con esas dos cosas. Lo que realmente me motivó a escribirlo fue cuando un día en Internet encontré un documental rodado en 1984 en el barrio donde yo solía vivir y que era muy peligroso porque estaba cerca de la línea de división entre Beirut este y Beirut oeste. En un momento dado el equipo de filmación entra en un departamento y ahí hay gente que se ve como sombras y se escuchan los bombardeos. En un momento hay un close-up de una señora mayor que dice: ‘Yo diría que por lo menos aquí estamos, probablemente, más o menos a salvo’. Esa señora era mi abuela. De esa emoción nació la inspiración que me llevó a hacer este libro.

–¿Y cuánto tardó en escribirlo y dibujarlo?

–En un año más o menos lo terminé. Al mismo tiempo estaba haciendo otras cosas, pero creo que lo que realmente me llevó más trabajo fue recuperar esas memorias, buscarlas, porque por el mismo hecho de que no se hablaba de ellas esos recuerdos estaban sepultados muy dentro. Cuando escribí el libro ya estaba en Francia, lo cual me permitió tomar distancia y verlos desde una perspectiva emocional más alejada, que me dejó acceder a ciertos recuerdos. Una vez que los establecí, que los pude identificar, hablé con mi madre para definir los detalles de los personajes, porque yo era pequeña y no recordaba ni entendía muchas situaciones. Mi madre me explicó y con ella completé sobre todo a los personajes.

–¿Qué tan común es la historieta como forma de expresión literaria en Medio Oriente?

–No mucho, más bien he tenido influencias de Francia, Bélgica y Estados Unidos. En cuanto a literatura evidentemente sí hay. Pero mis influencias son sobre todo occidentales. El manga me pudo haber influenciado, sobre todo como dibujo en blanco y negro, tanto el manga como la pintura japonesa.

–Sobre sus próximos proyectos, ¿qué puede adelantar?

–Tengo un libro que es también sobre Beirut, que de alguna forma complementa cosas que dejé fuera de Yo me acuerdo nuevamente, y ahora estoy trabajando en otro, sobre el Beirut de los años 60 del siglo pasado, mítico; yo no había nacido, pero es el Beirut de mis abuelos, que mis padres atisbaron. Es un trabajo más de memoria colectiva, en el cual estoy investigando más con la gente que sí vivió esa época, cuando a Beirut se le llamaba la Suiza del Medio Oriente, una ciudad mítica que quiero recuperar.

–¿La guerra marcó su trabajo al grado de convertirla en obsesión?

–Beirut sigue siendo el centro de interés de mi pensamiento, porque finalmente es parte de mi identidad y me interesa seguir explorándola. Pero probablemente, cuando termine este libro, esta retrospección llegue a un punto para pasar a otra cosa, algo que me interesaría abordar, pero por ahora sigo explorando esta parte de mi identidad.