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La FIL 2010

Ambos Premio Cervantes elogiaron ante decenas de personas sus respectivas obras

En la FIL, Gelman y Gamoneda, seres que no pueden ser otra cosa que poetas
Enviada
Periódico La Jornada
Domingo 5 de diciembre de 2010, p. 3

Guadalajara, Jal. Dicen que la poesía no vende. Quizá no vende, pero sí convocó a decenas de personas a escuchar a dos de los grandes de la poesía hispanoamericana: Juan Gelman y Antonio Gamoneda-Antonio Gamoneda y Juan Gelman, los dos galardonados ya con el Premio Cervantes.

Tocó a otro poeta, uno de los más reconocidos de España, Antonio Colinas, hacer la presentación de Gelman y Gamoneda, dos amigos que en el rencuentro del viernes por la noche hablaron de la obra del otro. En el auditorio la felicidad y sonrisa del público que escuchó sus bromas, sus recuerdos y, sobre todo, escuchó con emoción y en silencio cuando ellos, los poetas, leyeron sus versos, pocos, la verdad.

Los oyeron aquellos que cargaban sus libros con la esperanza cumplida de lograr que los autores estamparan en ellos sus firmas, o quienes, por no alcanzar asiento, permanecieron de pie, atentos.

Leyeron apenas un poema cada uno. Juan Gelman, previsor, llevó un libro de Gamoneda.

Gamoneda lamentó no haber cargado, desde su casa en España, uno de Gelman. A cambio, regaló su voz en un poema que todavía no sabe que es poema, versos que quizá tengan nuevos cambios.

Esa lectura fue el final. Durante los 50 minutos anteriores, los poetas hablaron con entera libertad, como anunció Antonio Colinas, quien subrayó que tanto en España como en América no existe una sola forma de contemplar la poesía, sino tantas poéticas como poetas verdaderos; ello es bueno, porque es símbolo de indudable libertad.

Lejos de pruebas generacionales

La poesía como terreno de libertad, donde la presencia de Gamoneda y Gelman nos llama a un diálogo entre ambos, y de ellos con ustedes. Gamoneda y Gelman salen indemnes de cualquier prueba generacional y no tienen necesidad de esa prueba por la autenticidad de sus sobras, el humanismo que en ellas late.

Gelman rechaza ser un poeta mayor: Soy un poeta grande en el sentido de que acabo de cumplir 80 años, que son cuatro nadas; Gamoneda dice entonces: Yo soy un poeta menor, porque me faltan seis meses para cumplir los 80 años. Y aquí se rompe la solemnidad que quizá acompaña el imaginario respecto de la poesía y los poetas. Risas y sonrisas entre los escritores. Risas y sonrisas entre el público.

El primer tema puesto en la mesa por Colinas fue la independencia generacional de Antonio Gamoneda: Ciertamente soy coetáneo más o menos, arriba, abajo, un año, dos o tres, de los componentes de la llamada generación del 50. El concepto de generación, si no me equivoco fue al menos en España acuñado por Ortega y Gasset y no solamente se refería a una simultaneidad en las edades, sino también a que el grupo generacional compartiese una tendencia, una manera de entender la palabra creadora. Con independencia de la llamada, pero no real y para mí inexistente, generación del 50, no tengo ningún mérito por no estar canónicamente incluida en ella. Mi vocación es la de poeta provinciano y menor. Ser ajeno a ese grupo, que no generación, no tiene ni mérito ni demérito, se ha producido con naturalidad.

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Antonio Gamoneda y Juan Gelman en su rencuentro, el viernes pasado en GuadalajaraFoto Héctor Jesús Hernández/ La Jornada Jalisco

Juan Gelman dice a su vez. Yo no creo en las generaciones, creo en el poema, y recordó los versos escritos hace siglos en China, que habla de un pastor que cuida al ganado mientras imagina a su mujer en su casa cosiendo y él escucha el sonido de sus tijeras bajo la noche profunda. Nadie sabe a qué generación perteneció ese poeta.

Fue poco después cuando Gamoneda habló de la separación que hace de los poetas: “hay quienes lo son por su capacidad, su cultura y su devoción a la historia, a la poesía; por su innegable motivación y sensibilidad. Pero hay otra raza de poetas –aunque no quiero decir raza–, que lo son porque son seres humanos que no pueden ser otra cosa que poetas. Que no lo son por sabiduría o cultura, sino por un impulso que yo llamaría biológico. Juan, que yo te admire no tiene importancia; te quiero como amigo irremediablemente, y he querido advertir en ti a un ser humano que no puede ser otra cosa que poeta. Aceptas este juicio que yo hago”.

Responde Gelman con un poema de Gamoneda, quien a su vez insiste en que el primero responda. Dice Gelman entre risas: Lo que pasa es que no soy racista.

Gamomeda: Lo que habrán podido advertir es que dándose todas esas coincidencias esenciales no hay manera de que nos pongamos de acuerdo.

Gelman: Eso es porque somos amigos de verdad.

Y ante este ir y venir, Antonio Colinas declaró tablas, empate.

Fue entonces cuando Gamoneda lamentó no tener a la mano un libro de Gelman para leer uno de sus poemas. No se dio cuenta que entre el público se levantaba tímida una mano con un ejemplar del poeta argentino. Gelman tomó las hojas blancas que traía consigo y leyó ese poema que todavía no sabe que es poema...