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La FIL 2010

Presentó su obra acompañada por su coterráneo Sergio Ramírez

El país de las mujeres, novela y utopía de Gioconda Belli de un mundo ideal
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Los escritores nicaragüenses en la FILFoto Ericka Montaño Garfias
Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 6 de diciembre de 2010, p. a14

Gaudalajara Jal., 5 de diciembre. En el Partido de la Izquierda Erótica (PIE), dirigido por mujeres y que gobierna el país de Faguas, se aceptan hombres, con voz pero sin voto, siempre y cuando acepten el nombramiento de mujeres honorarias. Faguas es el país que la escritora Gioconda Belli revive en su novela El país de las mujeres, con la que obtuvo el Premio Hispanoamericano de Novela La Otra Orilla, creado por la editorial Norma, y que se presentó este viernes por la noche en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Gioconda Belli (Managua, 1948) respondió todas las preguntas que su compatriota, el periodista Sergio Ramírez, le planteó durante la presentación. Un encuentro de dos viejos amigos en un país de ficción, gobernado por mujeres después de que un fenómeno natural provocó un bajón de testosterona en los hombres, cuyo destino inmediato fue entonces dedicarse a las labores del hogar. Un mundo de revés donde las cosas funcionan mejor.

Ramírez recordó para el público la forma en la que se conocieron, la lucha antisomocista que compartieron y la forma en la que Belli irrumpió en el panorama literario latinoamericano. El escritor nicaragüense lanzó entonces la primera pregunta: Faguas es un país con volcanes en erupción y vicios políticos. ¿Hasta qué punto es Nicaragua?

El nombre viene de volcanes y lagos, fuego y agua; sí es Nicaragua. Faguas es un territorio donde pensé juntar no una cuestión geográfica, sino algo cultural, un lugar donde se juntaran las características culturales de nuestros países. Las cosas que suceden ahí pueden suceder en cualquier país, un territorio de unificación para quien leyera la novela, respondió Belli.

Creó ese país ficticio también para no ajustarse a los hechos históricos, y así tener la libertad para cambiar reglas y protagonistas.

El país de las novelas está compuesto de imaginación y conciencia, de lo que se cocina en la cabeza del escritor, complementó Belli, cuya trayectoria literaria también se ha decantado hacia la poesía.

–¿Cuánto tiempo ha rondado tu cabeza la idea de un partido semejante? –preguntó Sergio Ramírez.

–Estamos en un mundo hipercomunicado, con grandes problemas, pero seguimos operando como pequeñas islas; ¿qué hacemos para romper eso? El caso de las mujeres es emblemático compartimos gran cantidad de problemas, de vivencias. He estado en muchos lugares, hablando con mujeres; después de un rato parece que a todas nos pasa lo mismo.

¿Qué lugar mejor que el mundo de la mujer que tanto necesita cambiar, para hacer esta idea de un partido mundial? No es un invento que me salió de la cabeza, sino de la experiencia de un grupo de mujeres que nos juntábamos en los años 80, que veíamos que la revolución nos estaba desplazando y no ponía los problemas de la mujer en un lugar importante. Nos empezamos a juntar con la idea de discutir qué podíamos hacer y que cada una los aplicara en sus lugares de trabajo.

El PIE tiene su página en Internet (www.partidoizquierdaerotica.com) para quienes quieran suscribirse, porque la idea es que puede ser global. He pensado que, tras todos estos años después de la caída del Muro de Berlín, es triste ver que la izquierda latinoamericana está reditando muchos comportamientos y planteamientos de un sistema que ya habíamos dado por fracasado; comunismo y socialismo llevan cosas muy bellas, pero también pérdida de libertad. El gran reto es cómo lograr una justicia social colectiva al mismo tiempo que se respeta la libertad individual. La izquierda vuelve a las lecturas tradicionales, y las mujeres en mi libro se ríen de todo esto. Se propone el sistema felicismo, en el que vamos a ser felices y dejar de preocuparnos por cómo se llaman las cosas; donde la gente pueda vivir la vida cotidiana, que es la que se ve afectada por aquellas decisiones que no cuentan con esa cotidianidad.