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Ver día anteriorMartes 7 de diciembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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SME: el otro centenario
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a próxima semana el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) cumplirá 96 años. Llegará a su aniversario con el sabor del triunfo recién logrado al realizar la reposición de elecciones con base en la resolución de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, que así lo ordenó en virtud de que anuló las celebradas en 2009.

De forma emblemática, la única planilla que se registró asumió el nombre de 11 de octubre, pues ese día del año anterior el SME recibió un duro golpe con la extinción arbitraria e ilegítima de Luz y Fuerza del Centro, por más que la haya legalizado posteriormente el Poder Judicial.

2010, el año de los festejos inocuos y dispendiosos, ha sido para este sindicato un periodo en que se ha puesto a prueba su capacidad de resistencia y organización, así como de lucha jurídica, palmo a palmo, ante la decisión de Estado de exterminarlo. A estas alturas resulta evidente que un sindicato como éste no guarda concordancia con el proyecto neoliberal de manejar la industria eléctrica con criterios de mercado y apertura a la inversión extranjera o nacional aliada a capital trasnacional.

Por otra parte, la embestida contra el SME no es inocente, si observamos el virtual cuestionamiento del Estado a los saldos primigenios de la Revolución Mexicana: así como el artículo 27 constitucional de 1917 fue reformado por el salinismo, los planes para hacerlo con el 123 siguen presentes. Precisamente el que no lo hayan logrado hasta ahora les hizo tomar la decisión de desmantelar a uno de los seguros puntales de defensa de los derechos de los trabajadores.

Es por demás encomiable que mas de 16 mil trabajadores de Luz y Fuerza, hoy extinta, no aceptaran la liquidación que ofreció el calderonismo en alianza con la oposición interna en el SME al liderazgo de Martín Esparza. Justamente este aliado de ocasión, Alejandro Muñoz, pensó que su colaboracionismo le redituaría frutos ilimitados, nunca asumió que era desechable una vez usado para el golpe a este histórico sindicato. Por ello el propio secretario del Trabajo tuvo que aclarar que el SME es un sindicato de industria, por lo que la desaparición de Luz y Fuerza no conlleva la del casi centenario sindicato. Aclaró además que la reposición del proceso electoral en el SME habría de darse como lo mandó la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y más aún, sin mencionarlo por su nombre, respondió a su aliado del SME y puso en blanco y negro lo que fue la relación, cobijándose en la bandera de lo que dice la ley, de la cual se asume respetuoso: “…es una exageración decir que el gobierno engañó a quienes confiaron en su palabra al recibir su liquidación de manera voluntaria… Ellos cobraron una indemnización por encima de lo que marca la Ley Federal del Trabajo, su contrato colectivo de trabajo y, además, han recibido apoyos diversos del propio gobierno para su reinserción en el mercado laboral” (Javier Lozano, El Universal, 29/11/10). El belicoso secretario ahora minimiza la maniobra y el impacto de su negativa a dar la toma de nota al SME como lo hace con toda su intervención en el golpe del 11 de octubre de 2009. Cabe preguntarse qué lo motiva a bajar la guardia cuando había asumido una actitud de provocación personal y descalificación a los líderes del SME. ¿También a él le aclararon que ya cumplió el trabajo encomendado? ¿Quién y por qué?

Es un hecho que las movilizaciones sindicales, aunadas al trabajo de denuncia a nivel internacional, así como la persistencia del significativo número de trabajadores que se mantuvo en resistencia, elevaron el costo al calderonismo, entre otras razones porque los inversionistas también reclaman un ambiente propicio para operar, lo cual se suma a las dificultades, algunas graves, de operación de la Comisión Federal de Electricidad.

Por lo pronto, las elecciones internas con estricto apego al estatuto sindical, la participación de cerca de 27 mil trabajadores entre no liquidados y jubilados, su verificación notarial, la presencia de observadores sociales que atestiguaron la transparencia del proceso, hacen suponer que el SME obtendrá el reconocimiento y la Secretaría del Trabajo entregará la debatida toma de nota. Después de ello vendrá la búsqueda de alternativas para recomponer las perspectivas laborales de los trabajadores sindicalizados activos, ya que todos ellos siguen en espera de resoluciones judiciales a sus demandas. Seguramente la dirigencia del SME ya tiene previstos los planes y proyectos próximos que presentará a sus bases. Ellos saben que su capital fundamental está en la contribución que pueden dar para enfrentar la grave crisis que vive el país. Pese al embate recibido, se augura un buen arribo del SME a su aniversario 96. Diversos sectores sociales los acompañan, pero habría que señalar las ausencias notorias en los grandes sindicatos que subsisten. Estamos así ante otro centenario.