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Es el único que cumplió con los requisitos en el reglamento interno del máximo tribunal

Juan N. Silva Meza, por la libre para presidir la Suprema Corte

Reconoce que para abolir la impunidad se requieren juzgadores que garanticen la paz social

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Juan Silva Meza, en la lucha por suceder a Guillermo Ortiz MayagoitiaFoto José Carlo González y María L. Severiano
 
Periódico La Jornada
Martes 7 de diciembre de 2010, p. 5

Al presentarse como el único candidato a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el ministro Juan N. Silva Meza se pronunció por que el máximo tribunal fortalezca la independencia judicial en todas sus expresiones y planteó la necesidad de que aumente su eficacia en la tutela y expansión de los derechos fundamentales de la población, tomando en cuenta con mayor recurrencia los instrumentos del derecho internacional en materia de derechos humanos.

La interpretación y las decisiones que se tomen en esta vertiente permearán en el trabajo de los jueces federales y de la propia justicia local, con el consecuente beneficio de los individuos que solicitan acceder a los servicios judiciales, sostuvo.

Silva Meza fue el único ministro que cumplió con lo establecido en el reglamento interno del pleno de la SCJN, el cual ordena que quien aspire a presidir la Corte debe entregar un plan de trabajo en los primeros cinco días de diciembre, previos a la elección del presidente, que en esta ocasión se realizará el próximo 3 de enero.

Sin embargo, el propio ministro presidente, Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, se encargó ayer de poner en claro que el reglamento referido no sería tomado en cuenta, al señalar que después de discutirlo en privado el pleno decidió por unanimidad que la aspiración manifiesta de Silva Meza no significa que sea un registro propiamente, sino una manifestación de aspiración a desempeñar el cargo de presidente, motivo por el cual, en la sesión de elección, pudiera darse el voto por otro de los ministros, aunque no hayan hecho la manifestación.

El registro del ministro confirma las versiones que circularon desde hace semanas en el sentido de que Silva aspiraba a suceder a Ortiz Mayagoitia y que, incluso, encabezaba la lista de preferencias.

Además, de manera privada y en público, los que parecían ser los más fuertes contendientes se fueron descartando de uno en uno: primero fue José Ramón Cossío Díaz, quien en una controvertida carta dirigida a sus compañeros les dijo que para él lo importante era la labor jurisdiccional y no la administrativa que representaba la presidencia; después, Margarita Luna Ramos aseguró en entrevista que no aspiraba al puesto, y en privado –trascendió– Fernando Franco ha hecho saber a sus compañeros que no participará, al menos por esta ocasión.

Olga Sánchez Cordero y Sergio Valls también se han descartado; Sergio Aguirre Anguiano culmina su periodo en 2012 –ya no cumpliría el encargo de cuatro años–, y Luis María Aguilar y Arturo Zaldívar apenas llevan poco más de un año en el cargo.

Una vez que quedó abierta la puerta para una candidatura de última hora, pasaron unas horas para que en Internet, en la página de la SCJN, se publicara el documento de Silva, denominado Líneas generales hacia la consolidación institucional.

El texto de 23 cuartillas plantea que los retos que enfrenta el Estado y la sociedad, marcados por la urgente necesidad de revertir la desigualdad social, de mejora de niveles de seguridad pública, de abolir la impunidad y la plena adopción y ejercicio de los valores de la democracia, requieren de juzgadores que sean garantes de los principios constitucionales para generar con sus resoluciones más orden, tranquilidad, estabilidad y paz sociales.

Añade el documento que para continuar el acercamiento de la SCJN con la sociedad es impostergable reafirmar nuestro compromiso con la transparencia judicial, procurando que, con respecto a los más altos estándares de racionalidad jurídica, nuestras resoluciones sean claras y accesibles. También asume el compromiso de impulsar el uso eficiente y racional de los recursos humanos, materiales, financieros y tecnológicos con los que cuenta, para generar confianza, aceptación y legitimidad social.