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No le interesa el fondo de los temas, sólo si se cumplieron las formalidades, afirma

Nos duele que la SCJN libere a los autores de la matanza de Acteal: Felipe Arizmendi
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Ignacio del Valle Medina, líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, asistió a la misa que se realizó en Chiapas para recordar la masacre de ActealFoto Moysés Zúñiga Santiago
Enviado
Periódico La Jornada
Jueves 23 de diciembre de 2010, p. 20

San Cristóbal de las Casas, Chis., 22 de diciembre. Nos duele, nos indigna, nos decepciona que la llamada Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) siga ordenando liberar a quienes los familiares y conocidos de los masacrados identifican como verdaderos autores materiales de ese crimen injustificable, expresó en Acteal (municipio de Chenalhó) el obispo Felipe Arizmendi Esquivel, durante la conmemoración del 13 aniversario de la masacre ocurrida en el mismo paraje.

Esa instancia debería llamarse corte de legalidad o corte constitucional, como en otros países, puesto que sus decisiones no siempre responden a la verdadera justicia, sólo declaran si algo es conforme con las leyes del país, abundó el prelado. No le interesa si los asesinos son inocentes o culpables, sólo si en su proceso se cumplieron los trámites jurídicos. La sola legalidad a veces puede amparar injusticias comprobadas. Justicia, apuntó, es que no salgan libres los culpables y sean detenidos quienes tuvieron alguna responsabilidad en la planeación y ejecución de la masacre.

Para dicha conmemoración, la organización de sociedad civil Las Abejas realizó durante tres días el encuentro Tejiendo resistencia y autonomía frente a la contrainsurgencia y la dependencia, que concluyó hoy. Participaron pueblos que construyen y defienden su autonomía en otras regiones de Chiapas, Oaxaca y Atenco. En su pronunciamiento final, las organizaciones y comunidades reunidas definieron brillantemente la autonomía, demanda central e incumplida de los pueblos indígenas en México: Entendemos la autonomía como el derecho a vivir como queremos, sin tener que pedir permiso y sin que otros nos impongan vivir como ellos quieren; como la libertad de cada pueblo de tomar decisiones sobre territorio, recursos, organización y educación; pensar por nosotros y nosotras. La autonomía inicia en el corazón de cada persona, no es sólo una meta, sino el camino en el que ya estamos.

También es tejer alianzas como queremos y globalizar nuestras luchas desde abajo, mantenernos con nuestro propio trabajo sin depender de ayudas ni programas de gobierno. Advierten: No le queremos hacer daño a nadie, sólo vivir en libertad, gozando del fruto de nuestra madre tierra que conseguimos de nuestro trabajo. Sin embargo, otros se molestan porque queremos vivir libres y quieren acabar con nuestra autonomía, imponer proyectos, hacernos dependientes de sus programas. Al que no quiere le aplican la contrainsurgencia. Pero nos mantenemos en la resistencia.

Recordaron que entre 1995 y 2000 la contrainsurgencia gubernamental provocó el robo de sus cosechas y el despojo de sus tierras, les quemaron sus casas y los obligaron a vivir desplazados. Mandaron a sus paramilitares, apoyados por la seguridad pública y el Ejército federal. En esas condiciones ocurrió la masacre en 1997. Después de 2000, el gobierno cambió de color y discurso pero en realidad siguió siendo el mismo, uno que cambió las balas de plomo por balas de azúcar, aunque sin dejar de utilizar las de plomo, cooptó líderes y pretendió cambiar el pensamiento y corazón de la gente.

El gobierno, acusan, nos quiere acostumbrar a ser mantenidos, le quita a la gente el gusto y el ánimo de trabajar. Y señalan: No aceptamos eso porque tenemos dignidad. Las raíces que hacen fuerte nuestra resistencia son la sabiduría de nuestros abuelos, tener conciencia y abrir los ojos; fortalecer nuestra identidad personal y colectiva.

Ante la liberación anticipada de decenas de paramilitares que participaron en la masacre, los indígenas manifiestan: No podemos esperar que la justicia venga de afuera. Tenemos que construir otra justicia. Como dicen los ancianos, saber escuchar nuestro corazón y no caer en la provocación ni el deseo de venganza. Nuestros pueblos han conocido, y nosotros tenemos que recuperarla, una justicia que no daña ni castiga sino que recupera y restaura. Llaman a seguir construyendo la autonomía, escuchando la sabiduría de nuestros abuelos, analizar lo nuevo aceptando lo que nos beneficia y rechazando lo que puede destruirnos.

El pronunciamiento concluye señalando que la represión vuelve a asomar su sucio rostro en Chiapas y México, y apunta sobre todo a defensores de derechos humanos, luchadores sociales, periodistas y comunicadores independientes.