Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 26 de diciembre de 2010 Num: 825

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Nadie
JORGE VALDÉS DÍAZ-VÉLEZ

Monólogos compartidos
FRANCISCO TORRES CÓRDOVA

La Nochebuena de los pescadores
JOOP WAASDORP

Crímenes de cacao
JORGE VARGAS BOHÓRQUEZ

Crumb y Bukowsky: el underground y la fama
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Dos poemas
CHARLES BUKOWSKY

El PAN: celebrar ¿qué?
MARCO ANTONIO CAMPOS

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Columnas:
Galerķa
RODOLFO ALONSO

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

La Otra Escena
MIGUEL ÁNGEL QUEMAIN

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Francisco Torres Córdova

DONDE PESA LA TIERRA

Una suave colina, una hondonada en el bosque, un tramo aleatorio en el desierto, un claro en la selva, patios de viejos edificios, terrenos baldíos.... cualquier lugar que pase inadvertido, inocente, anónimo y secreto, sobre todo eso, oculto en su evidencia o su distancia, disuelto en el vapor del horizonte, lejos de caminos y senderos; ahí donde no hay umbrales, quicios ni arcos que señalen y consagren a la muerte y sus rituales, el paso por el mundo, el nombre de quien yace, sus fechas de vida, el duelo de sus deudos; donde la tumba no-tumba disimula su pesada transparencia y extiende a lo largo, a lo ancho y lo profundo de la tierra, del mar y el aire su pura soledad, su multitud secreta, y sin embargo personal, íntima, única cada vez en cada uno, en cada cuerpo; ahí, en ese lugar a la intemperie más severa: agujero, hueco, tajadura, zanja, herida, pozo, alcantarilla, crematorio secreto, fosa clandestina, ese paroxismo delirante del poder, cualquier poder que se ejerza así sobre la vida, en cualquier momento de la historia, entre los muchos conocidos y los otros aún por conocer en la soberbia de la era y la barbarie de la especie:

El holocausto armenio y sus tumbas anónimas en el desierto de Siria, entre 1 y 2 millones de muertos causados por el imperio otomano, 1915-1917.

La shoa judía a manos del Estado nazi, 6 millones de muertos, segunda guerra mundial.

La masacre de Katyn, Rusia, entre 15 mil y 22 mil polacos ejecutados por el ejército ruso, primavera de 1940.

El genocidio maya o guatemalteco, 200 mil muertos, 45 mil desaparecidos, un millón de desplazados en treinta y seis años de conflicto armado, 1960-1996.

La masacre de Sabra y Chatila a manos de la milicia libanesa, con el apoyo logístico del ejército israelí, 3 mil palestinos en fosas comunes, 1982.

Guerra sucia en México, 557 desaparecidos entre 1969 y 2001, de acuerdo con el Comité Eureka. Y los levantones, las desapariciones forzadas y los asesinatos de mujeres, periodistas, indígenas y emigrantes, 3 mil entre 2006 y 2010 (Fedefam).

Srebrenika, Bosnia-Hersegovina, 8 mil musulmanes muertos, julio de 1995.

Colombia, Macarena, departamento de Meta, 2 mil muertos en fosas clandestinas, 2009.

Y tantos más de antes y después en Argentina, Chile, Kosovo, España, Perú, Uganda...

Ahí donde pesan los huesos hechos nudo, raíces sin tronco y truncas en el frío, y los colores de sus ropas en jirones insisten en la frágil inocencia de su luz y el lodo entre los dedos de las manos es un asidero; donde la tierra misma no reposa y lentamente genera un tiempo propio, alerta, concentrado, hasta que sus ríos y mareas subterráneos devuelvan al día la sorda resonancia de las claras osamentas, de la sangre extraviada y hundida, de los cráneos con su largo grito en el vacío; donde se quiere sofocar y amordazar a los muertos de su muerte, y no hay sepulcro, lápida, estela ni epitafio que murmure, precisamente ahí ese silencio sin orillas al final será lenguaje y dirá lo suyo, y una a una sonarán las consonantes y vocales, el aliento, la evidencia y el reclamo de sus nombres.

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