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Ver día anteriorDomingo 9 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Un nuevo país africano
J

uba. Democracia y libertad no son mecanismos que se activan con botones y garantizan cambios inmediatos y permanentes. Son organismos que solicitan constante vigilancia interna e inagotable participación ciudadana para convertirse en entidades inquebrantables. Si las poblaciones entendieran las enormes obligaciones impuestas al aceptar a este par de monstruos, pensarían a fondo lo que quieren antes de confundir su sentimiento por uno de estos nombres.

Este 9 de enero el sur de Sudán podrá votar por su independencia. Esta era una fecha que muchos locales pensaban no ver jamás. Predicciones sobre los horrores de una nueva guerra civil, violaciones masivas y actos terroristas entre el norte y el sur del país, surgían de fundamentos históricos desde diciembre. Pero hasta ahora, las profecías de violencia han sido erróneas.

Sudán ha vivido décadas de guerra civil entre el norte musulmán y el sur cristiano. Cerca de 2 millones de personas han perecido de hambre, violencia y negligencia durante el conflicto armado. El norte se ha enriquecido con el petróleo del sur y ha contratado a mercenarios sureños y grupos rebeldes de Uganda para desequilibrar cualquier señal de un gobierno en el sur del país.

En 2005, Estados Unidos intervino para fabricar un tratado de paz donde el norte y el sur acordaron autonomía. Bajo el tratado de paz, el sur obtuvo la opción de secesión, si algún día la deseaba. John Garang, el representante del sur durante la redacción del tratado, se opuso fanáticamente a la división de la nación. Su pensamiento se inclinaba a la lógica económica en lugar del nacionalismo romántico. Con su muerte, Salva Kiir Mayardit ha tomado las riendas del sur.

Cinco años después, el presidente de Sudán, el notorio Omar Bashir, ha sido presentado con ofertas irrefutables por el gobierno de Obama. Si el norte se comporta con el sur y la región de Darfur, los estadunidenses removerán a Sudán de la lista negra de naciones que promueven terrorismo, intercambiarán embajadores, anularán las sanciones económicas y reducirán un porcentaje importante de la deuda externa. Estos incentivos parecen garantizar que este 9 de enero, cuando el sur vote por su independencia, se imprima en los calendarios como día festivo para Mayardit y toda la región del sur.

En una reciente visita de Bashir a la capital del sur, Juba (ciudad repleta de pancartas independistas, pero con pocas calles pavimentadas), el mandatario de Sudán declaró al lado de Mayardit que si el voto es por la secesión, el norte los apoyará y los felicitará.

El referendo de este 9 de enero no escapa a las complicaciones. Con casi 90 por ciento de sureños iletrados, las papeletas de voto y la campaña intensiva para la secesión han recurrido a la imaginación. Una mano levantada significa independencia, dos manos apretadas significan unión con el norte. Pancartas, folletines y espectaculares estimulan el camino a las urnas. En la esquina derecha de toda propaganda aparece un símbolo que sugiere cruzar la mano solitaria. En una iglesia, la religión es la institución más organizada en el sur, un sacerdote advierte que votar es el deber de los sureños de Juba.

De todos los ciudadanos registrados para la votación, sólo se requiere 60 por ciento favorable para obtener la deseada independencia. De llegar a tener un porcentaje menor, el sur ha prometido respetar el resultado. La urgencia de independencia es tan contagiosa que un fraude electoral es imposible. Pocos pueden pensar más allá del día elegido. Nadie sabe qué traerá el 10 de enero. Quizás sol. Quizás lluvia. La gente del sur de Sudán parece conocer por lo que vota: una libertad disciplinada y una democracia participativa.

Cualquier país que apunta al futuro se relacionará seriamente con la democracia y la libertad en África, continente con el mayor crecimiento económico en la primera década del nuevo milenio. Para bien o para mal, el poder de elección respira con la gente del sur de Sudán que, por la crueldad sufrida en décadas de guerra, recibirá sonriente a los agentes que busquen crecer con su nueva nación, no a pesar de ella.