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Ver día anteriorJueves 13 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Más de lo mismo: ¿hasta cuándo?
E

s incuestionable la importancia que supone el desarrollo de la ciencia y la tecnología en las sociedades actuales. Por eso es indispensable crear una política de Estado destinada a acrecentar y fortalecer la ciencia en nuestro país.

La ciencia y su principal producto –el desarrollo tecnológico– ha proporcionado a las sociedades las condiciones para alcanzar un nivel de bienestar espectacular en el último siglo. Los avances en los medios de comunicación, los nuevos materiales, las técnicas de diagnóstico en la medicina, los avances en la nutrición, la comprensión cada vez mayor de la naturaleza y sus fenómenos, han concedido al ser humano mayores posibilidades de vivir más tiempo y con una mejor calidad de vida.

En el siglo XXI los avances científicos serán aún más espectaculares y modificarán la forma en que vivirán e interactuarán las sociedades. Por otro lado, si no se ha avanzado tanto en la solución de los grandes problemas sociales y las enormes disparidades económicas se debe, en gran parte, a que no se han creado las condiciones para incorporar las contribuciones y recomendaciones de las ciencias sociales y las humanidades en los niveles de toma de decisiones. De hecho, parecería que más bien se han ignorado casi por completo asuntos urgentes como el conjunto de condiciones derivadas de las inequidades políticas, sociales y económicas que prevalecen en el mundo.

México no puede ni debe quedarse atrás en el desarrollo científico y debe, además, anexar el conjunto de las ciencias sociales al esfuerzo colectivo de la generación de nuevos conocimientos. De otra manera, estaríamos condenados a ser un país sin las condiciones necesarias para salir del subdesarrollo; es precisamente en las etapas de crisis cuando los países ahora desarrollados han hecho inversiones cuantiosas en educación, ciencia y tecnología. Por ello es fundamental erigir las condiciones para crear una política de Estado al respecto, no para satisfacer a los científicos, sino para establecer las condiciones necesarias que permitan a nuestro país ser soberano y competitivo frente al inexorable avance de la globalización.

Quizás habría que emular a diversos países que han elaborado estrategias en relación con diferentes filosofías y paradigmas de política científica. Éstos puedan resumirse de la siguiente manera:

La ciencia vista como motor del progreso: con énfasis en la investigación básica. Este paradigma se considera como un modelo lineal basado en el empuje de la ciencia.

La ciencia vista como la solución de problemas: centrado en la aplicación de la ciencia. Este paradigma se considera como un modelo lineal basado en la demanda.

La ciencia vista como fuente de oportunidades estratégicas: basada en la investigación colaborativa e interdisciplinaria. Este paradigma combina las visiones 1 y 2.

Nuestro país quizás haya pasado por cada una de estas fases en forma irregular, ya que no se ha apoyado de manera decidida a ninguno de estos modelos. De hecho, la política científica mexicana –si acaso pudiera hablarse de alguna– más bien se ha caracterizado por la ausencia de una política definida y consistente. El Conacyt –que ha sido en las últimas décadas el principal organismo estatal encargado de elaborar, diseñar y operar las políticas conducentes a fortalecer el sistema científico nacional– ha tenido un éxito limitado en cumplir con las metas de llevar a México hacia un vigoroso proyecto nacional y en los años recientes ha atravesado por sus peores momentos. Esto último ahora es muy evidente, pues se acaba de publicar un documento muy grande por la UNESCO sobre el estado actual de la ciencia en el mundo, y desde luego nuestro país tiene de las peores estadísticas. El retraso en el apoyo hacia la ciencia en nuestro querido México muestra los estragos de una falta ancestral de interés por parte del gobierno hacia la ciencia. El menosprecio actual hacia esta actividad por parte de la clase política, si continúa en los próximos 10 años, nos hará hasta desaparecer de las estadísticas. Es imperativo que el Estado mexicano despierte y trate de entender porqué es importante apoyar la ciencia. Quizás les haría bien darse una vuelta por la UNAM, quizás se ilustren un poco.