Ver día anteriorSábado 15 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pánico en Jalapa
Decenas de habitantes de la colonia Lomas de Casablanca, de la capital veracruzana, vivieron horas de angustia por las balaceras entre presuntos integrantes de la delincuencia organizada y elementos del Ejército Mexicano. En las acciones varias viviendas resultaron dañadas Foto Víctor Manuel Rebollo
Se utilizarán radares en el sur del país, pero por regiones: Janet Napolitano
Omisión en casos de pederastia, razón para frenar su aprobación: ex legionario
Hay cuentahabientes que las usan para comer o pagar la despensa: Condusef
Se prevé que este año repunte la cartera vencida
Guerra al Narco
Con un sistema judicial podrido no se podía ir a la guerra, asegura
Buena parte del aparato de inteligencia y policiaco trabajaba para el enemigo
Contraportada
Rayuela
Heridos en obras
Ayer volcó una grúa en Félix Cuevas y Coyoacán, en las obras de la línea 12 del Metro Foto Alfredo Domínguez
El presidente Ben Ali, en el poder desde 1987, huyó por la presión popular
hoy
Las noches en prisión son profundas como un sueño. Un sueño intranquilo del que se despierta agotado. Las noches y los días se estancan en el tiempo de la prisión. Da igual que sea domingo o lunes o martes en ese pantano monótono donde vive atrapado el ex boxeador Rodolfo El Gato González, detrás del portón gris de una fortaleza color salmón, el Reclusorio Oriente, en Iztapalapa.
Afuera sopla el viento que arrastra el polvo en lo que antes fueron páramos y hoy cubre un populoso barrio; a un costado los autos transitan por el anillo Periférico; adentro hay un laberinto de pasillos angostos, rejas, paredes altas, alambre de púas y controles con guardias, cuyos rifles cuelgan aburridos y amenazantes, como ellos mismos.
La cárcel es un mundo pequeñito, dice El Gato, y cierra un puño lleno de cicatrices; deja un hueco en la palma de la mano. Es así, otro mundo, distinto al de allá afuera, dice mientras entrecierra un ojo para mirar a través del túnel que forma con su mano. Aquí todo es angustia, soledad y desesperación, afirma.
Aquí hay que estar activo para sobrellevar los días; jugar a ignorar la cárcel para no estar pensando tonterías y no estar ahí nomás,
De ser Rodolfo El Gato González pasé a ser un gato de basurero, narra desde la cárcel Foto Carlos Hernández
acostadillo”, señala en entrevista con La Jornada el ex púgil, cuya trampa al tiempo dentro del reclusorio consiste en impartir clases de boxeo.
El gimnasio de El Gato es un patio flanqueado por un bloque gris de paredes descarapeladas –uno de los ocho dormitorios que tiene el reclusorio–, junto a un pasillo oscuro con enrejado azul del que cuelga ropa interior, calcetines y ropa beige reglamentaria. Justo a un costado de una galería de tiendas improvisadas con palos y plásticos, tendederos, más ropa colgada.
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