Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 23 de enero de 2011 Num: 829

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Los sueños
Alejandro Rosen

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

Mandela: libertad
y humanismo

Leandro Arellano

Manuel Ulacia,
poeta del tiempo

Raúl Olvera

Claude Lefort: la democracia, negación
del totalitarismo

Sergio Ortiz Leroux

Leer para escribir la vida
Luis Enrique Flores entrevista con Mónica Lavín

Leer

Columnas:
Señales en el camino
Marco Antonio Campos

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Luis Tovar
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Oscura lata

Hoy comienza la cuarta semana de este 2011 y no hay señales de que vayan a ser estrenadas –ni pronto ni quizá tarde– las repetidamente referidas decenas de películas mexicanas que se han producido a lo largo de los años recientes, sobre todo a partir de que entró en vigor el artículo 226 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta, condición que, como es bien sabido, permitió que la producción fílmica nacional creciera significativamente; no así la exhibición comercial de dichos filmes, mismos que lenta e inexorablemente van acumulando años dentro de su oscura lata. El que sigue es un muy breve recordatorio de que tales películas existen, así hayan sido vistas únicamente por sus realizadores y, en algunos casos, por el público de festivales, comparativamente escaso y difícilmente representativo del estado que guarda en este país el consumo cinematográfico.

El eterno petatiux

Si un género cinematográfico sencillamente no se le da al cineasta mexicano, sin duda es el de ciencia ficción. Bien pocos han sido los intentos a lo largo de los años pero, eso sí, salvo los declaradamente irónicos o cómicos, todos comparten una serie de atributos poco envidiables: son rebuscados, sus tramas parecen borradores tirados al basurero por un Isaac Asimov preadolescente, y su hechura mueve a risa cuando no a tristeza, por lo pobre y por lo falsa que se le aprecia en cualquier orden: el vestuario, la escenografía, el diseño de arte, el de producción y hasta los diálogos, para no hablar de los argumentos.


2033

Tómese por caso 2033, dirigida por Francisco Laresgoiti y coproducida por él mismo en compañía de Jordi Marsical –guionista– e Yvette Gurza. Créalo o no el lector, se trata de lo siguiente –del volumen Cinema México 2010, producciones 2008-2010, editado por el IMCINE, y con todos los sic que haya menester–: “Es el año 2033 en la Ciudad de México, ahora llamada Villa Paraíso. Un gobierno militar controla a la sociedad, quitándole su fe religiosa y libertad de expresión. El protagonista es Pablo, un joven financiero que se cobija en las drogas y el alcohol y conoce a Lozada, un sacerdote oculto conocido como Padre Miguel, quien transforma su vida. Pablo deja su vida privilegiada para ayudar a los desprotegidos y destruir este sistema que controla a la gente por medio de la bebida adictiva llamada Pactia. Así, él lucha, junto con los creyentes, por derrocar al régimen. En el camino conoce a Lucía, quien le da mayor sentido a su vida.”

Como diría un clásico, huelgan los comentarios...

Valdría la pena

Tras filmar De ida y vuelta hace ya algunos ayeres, y luego de codirigir un cortometraje exitoso –De Mesmer con amor o té para dos–, nada se había vuelto a saber de Salvador Aguirre hasta que rodó Amor en fin, cinta estructurada en función de tríadas, tríos y tercios, ambientada en el México urbano contemporáneo, es decir, éste de comicios electorales inciertos, campañas políticas apabullantes y cinismo omnipresente, más crisis económica, social, ideológica, etecé. El ...en fin del título alude al hecho de que toda la acción ocurre durante un fin de semana, en el cual los personajes –interpretados con la solvencia indiscutible, por ejemplo, de Adriana Barraza y Daniel Giménez Cacho– rompen, no todos ellos por el ejercicio de su voluntad, el aislamiento y la intensa soledad interna en la que viven permanentemente, en virtud de la capacidad de amar que cada uno de ellos puede manifestarle al otro en un momento dado. Interesante, aunque por momentos no muy lograda contraposición dramática entre el ser individual y el colectivo, la cinta tiene a su favor una búsqueda temática y el intento de profundizar en las múltiples vertientes que de su tema se derivan –el egoísmo, la incomunicación, la necesidad de dar y recibir afecto–, atributos de los que carece un número no menor de filmes también producidos en 2009 y que sí alcanzaron la “bendición” de exhibirse a nivel comercial, verbigracia Te presento a Laura, en la que Martha Higareda pone de manifiesto que lo suyo tampoco es la escritura de guiones; Amar a morir, tan costosa como lugarcomunesca película que supo mezclar, a partes desiguales, el desempeño de actores buenos como Alberto Estrella con el de José María de Tavira, repartiéndoles los papeles de modo absolutamente incomprensible, para mal de una trama de por sí desfondada y más previsible que el paso de un cometa.

Eso sí, hubo películas cuya permanencia en la oscura lata quizá debamos agradecer a la Providencia, y pedirle a ésta que ahí las mantenga por los siglos de los siglos, por ejemplo Crepúsculo rojo, El calambre, El quinto mandamiento y Fray Justicia, esta última ni más ni menos que ¡de René Cardona III!.