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Ver día anteriorMiércoles 2 de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El inextinguible fuego de Prometeo
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i Wikileaks es el fuego de Prometeo, el fuego es inextinguible. Necesitaríamos una vida de 70 años para leer los documentos prometidos originalmente por Julian Assange (251 mil 168) y que diarios como Der Spiegel o The Guardian desgranan para nosotros con regularidad.

Pero ese fuego es inextinguible no por el amplísimo legajo de documentos digitales que ya suman más de un millón, sino por los defensores de la causa de Assange cuyo nombre es legión y se multiplica geométricamente. Estos seguidores de Assange están dispuestos no sólo a combatir en línea echando abajo plataformas digitales públicas y privadas, sino a hacerse de información nociva para los poderosos de este mundo para subirla a la web y combatir el que llaman ecosistema de la corrupción.

El avance de la tecnología nos ha convertido a todos en hackers en potencia; la expansión de la web –gracias a nuevos servidores y computadoras– en una red imposible de destruir, en un coro que frente a los cuestionamientos del establishment que pregunta ¿quién mató al comendador? conteste con un grave Fuenteovejuna, señor.

Assange no necesita de una legión de hackers expertos en penetrar y destruir las entrañas digitales de cualquier sistema, sino de simples ciudadanos que para actuar en su defensa accedan a un sitio web de manera simultánea para derribar una plataforma. El concierto simultáneo de los muchos derribaron las murallas de Jericó. Otros muchos podrán derrumbar las murallas digitales de Visa, Bank of America, Amazon o las del Pentágono mismo.

Algunos críticos de Assange y Wikileaks aseguran que sus revelaciones han sido en su mayoría sobre asuntos de poca importancia, o sobre lo que habríamos de enterarnos en algunos años. Pero si esto es así, ¿por qué lo acusan de terrorista? ¿El derecho a la información y la transparencia son anhelos terroristas? ¿No será más desestabilizadora la forma en que actúan algunos gobernantes, banqueros y empresarios en varios países? La acusación de terrorismo contra Assange por parte del gobierno estadunidense encierra en su estridente retórica precisamente el debate sobre el derecho a la información y a la transparencia.

Es posible que buena parte de las revelaciones de Wikileaks poco añadan en opinión de los expertos sobre el manejo de los negocios y la política en el mundo. Pero si poco añaden, facilitan en cambio la documentación para que algún ciudadano demande a su gobierno sobre prácticas corruptas, contratos inaceptables, decisiones a todas luces equivocadas.

Si en México se niega información sobre bibliotecas o salas de lectura por cuestiones de seguridad, el acceso a cualquier información reservada por 12 años se agradece que circule por la web y sea del dominio público.

Si Assange es deportado a Suecia y de allí llevado a Estados Unidos para ser juzgado por terrorismo dentro de unos días, los pequeños muchos que creen en el derecho a la información y la transparencia en los asuntos públicos encenderán la mecha desde sus ordenadores de lo que será posiblemente la primera revolución digital global. Aparecerán además probablemente nuevos banqueros suizos arrepentidos, políticos que para el golpeteo de sus adversarios harán circular nombres, cifras, prácticas corruptas de instituciones públicas y privadas, videastas como Montesinos o Ahumada o ciudadanos comunes que el azar les puso en sus manos información que documenta ese ecosistema corrupto del que nos habla Assange.

Pero ese incendio que imagino probable no lo iniciarán los muchos defensores de Assange, sino esos pocos empresarios, políticos, banqueros empeñados en que el mundo camine chueco, cojo o roto y en tinieblas para beneficio de unos cuantos.