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Bajo la Lupa

Barack tiende un puente de plata a Mubarak

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Estados Unidos pretende detener el futuro y aferrarse al pasado maquillado en Egipto en particular, y en Medio Oriente en general. En la imagen, el presidente Barack Obama durante un encuentro con el primer ministro canadiense Stephen Harper, ayerFoto Reuters
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n medio del alza imbatible de los alimentos y el galopante desempleo, Barack (Obama) optó por el gatopardismo (geo)político aderezado con un discurso farisaicamente libertario: hay que cambiar a Mubarak por el general Omar Suliman (eminencia gris de la militarista gerontocracia triplemente carcelaria, torturadora y espía), con la coreografía de maquillajes seudodemocráticos plurales, para que todo permanezca igual; es decir, preservar los tambaleantes intereses geoestratégicos de Estados Unidos en Medio Oriente.

Hace una semana el ex presidente Carter ya había dado línea (ver Bajo la Lupa, 2/2/11): soltar a Mubarak y permutarlo por el general Omar Suliman, hoy vicepresidente y eterno mandamás de los siniestros mukhabarat (servicios secretos), quien, a su juicio, es un hombre inteligente (sic) que me cae muy bien. Si quiero saber lo que pasa en Medio Oriente hablo con Suliman (Ledger-Enquirer, 30/1/11). Lo de inteligente de Suliman, ¿será por su manejo de los servicios de inteligencia?

También el ex primer ministro británico Tony Blair, como el israelí Netanyahu, salió a la defensa del autócrata Mubarak, de 82 años: es un hombre de bien.

El periodista israelí-estadunidense galardonado por el establishment, Carl Bernstein, muy cercano a Hillary Clinton, devela “el plan de la diplomacia de Estados Unidos que dejaría a Mubarak como un jefe de Estado de facto temporal y sin poder (sic)” (The Daily Beast, 5/2/11).

Se busca una transición inmediata al pluralismo democrático y los procedimientos (sic) que simultáneamente (sic) prevengan a los Hermanos Musulmanes controlar o cooptar el proceso para volverse la fuerza política dominante en el futuro post Mubarak de Egipto. Tal es la excluyente y selectiva democracia plural estadunidense del siglo XXI para el mundo árabe.

También se trata de “prevenir que los apparatchiks (sic) del autoritario y corrupto (sic) Mubarak controlen el proceso de sucesión”, en referencia explícita al líder del parlamento, Fathi Surur (en su puesto desde 1990), a quien se describe como corrupto y venal, y quien, de acuerdo con la represiva cuan anacrónica Constitución del ancien régime, sería el presidente interino en caso de la renuncia intempestiva de Mubarak, quien abandonaría el palacio nacional en los próximos días, pero conservaría la presidencia como medio de impedir la llegada de Surur a quien en el Departamento de Estado consideran hostil (sic) a Estados Unidos y a los defensores de la democracia en Egipto.

En este escenario ideal, un “gobierno de transición encabezado por Suliman empezaría a negociar con las diversas facciones que se han opuesto a Mubarak y abolir la ley de emergencia con que se ha gobernado con mano de hierro desde 1981” (nota: en realidad desde 1967).

Lo más importante para Estados Unidos es impedir la jomeinización de Egipto: el ascenso del partido perseguido de los Hermanos Musulmanes, que contaría, según los conteos estadunidenses, 30 por ciento de los votantes. ¿Qué tal si son más?

Sin tapujos, James Blitz (JB), Quentin Peel (QP) y Roula Khalaf (RK) de The Financial Times (5/2/11) titulan EU: Suliman debe manejar la transición, en referencia a la postura de Hillary Clinton durante el relevante foro Wehrkunde, de seguridad en Munich: Suliman es la figura de transición (¡súper sic!) que puede trazar el mapa de ruta a las elecciones en siete meses.

El primer ministro británico, David Cameron, y la canciller alemana, Angela Merkel, previnieron realizar elecciones inmediatas (The Guardian, 5/2/11). ¡Claro!: en siete meses Suliman goza de todo el tiempo del mundo para orientar el sentido de los ciudadanos; es decir, conforme a los intereses supremos de Estados Unidos.

El ejército egipcio lleva 59 años en el poder en forma ininterrumpida y su presente gerontocracia –Mubarak (82 años de edad), el vicepresidente Soliman (75) y el mariscal y ministro de Defensa Tantawi (75 )– exhibe dos caras como el dios romano Jano: una cara siniestra, la de sus mukhabarat (servicios secretos que todavía maneja Soliman) dedicados a aplicar la ominosa ley de emergencia añeja de 43 años (suspensión de derechos constitucionales, legalización de la censura y poderes policiacos discrecionales y torturadores que desembocaron en 30 mil prisioneros políticos y 17 mil infractores confinados sin juicio); otra cara ilustrada, de un ejército que se negó a aplastar a los jóvenes contestatarios de rostro anónimo y de liderazgo acéfalo.

Fue el lado bélico de Jano de la gerontocracia militarista quien soltó a sus matones (baltagiya) a pretender asfixiar fútilmente la Revuelta de las Pirámides.

En la Revolución del jazmín el ejército tunecino se puso del lado de sus jóvenes, mientras durante la Revuelta de las Pirámides el ejército egipcio se ha mantenido neutral. Por lo menos no los ha aniquilado, lo cual hay que agradecer.

Pepe Escobar (Asia Times, 5/2/11) describe la razón por la cual Estados Unidos teme la democracia árabe: Barack “está encajonado por imperativos geopolíticos y enormes intereses trasnacionales que no puede siquiera soñar en alterar (…); todo versa sobre Israel y el petróleo”.

Recuerda cómo la CIA derrumbó la democracia en Irán, en 1953, mediante la Operación Ajax (derrocamiento del primer ministro nacionalista Mossadegh por el sha, por lo que Barack pidió disculpas 57 años más tarde).

Escobar considera que “un gobierno realmente representativo y democrático en Egipto abriría inevitablemente la frontera de Gaza y de facto liberaría a cientos de miles de palestinos”.

Concluye que después de todo, Washington compró (¡súper sic!) a Egipto y a su ejército. Suliman trabaja para Washington, no para El Cairo, además que el sistema Mubarak fue sobornado (sic) para enviar gas natural a Israel a precios ridículos. Concluye que Tel Aviv hará todo para vetar (sic) a Mohamed El-Baradei como líder de oposición.

Ya conocemos las virtudes torturadoras de Suliman. Pero, ¿cuáles serán los defectos del demócrata El-Baradei que valgan el veto de Israel y el repudio subrepticio de EU, maquillado con mucho ruido multimediático?

Una cosa es que El-Baradei cuente con el apoyo de un sector ilustrado y conocedor del Medio Oriente en Londres, y otra son los intereses patrimoniales de Gran Bretaña, asociada geoestratégicamente a Estados Unidos e Israel.

En la fase de control de daños de Barack, quien le ha tendido un puente de plata a Mubarak, el plan b reside en colocar a Suliman al mando de una transición ordenada, es decir, manejable.

Su plan c sería remotamente El-Baradei quien padecería, a nuestro juicio, cuatro defectos insalvables para los intereses coaligados de Estados Unidos e Israel: 1. Su esposa es iraní, 2. Criticó las mendacidades sobre las armas de destrucción masiva de Baby Bush en su invasión a Iraq, 3. Manejó una solución negociada del contencioso nuclear iraní como director de la AIEA y 4. Su estrecha relación con Turquía.

Suliman es el hombre del aciago ancien régime, íntimamente identificado con el lado oscuro de la satrapía carcelaria de Mubarak, mientras El-Baradei representa el genuino cambio de régimen.

Estados Unidos pretende detener el futuro y aferrarse al pasado maquillado en Egipto en particular, y en Medio Oriente en general. ¿Lo podrán digerir los jóvenes desempleados famélicos de la Revuelta de las Pirámides?