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Al mundo le llega información superficial sobre el país; en El infierno abordo la raíz, dice

La risa, el mejor medio para digerir la realidad de México: Luis Estrada

Es natural que a los políticos no les agrade la cinta: no quieren verse en ese espejo, sostiene en entrevista

Competirá mañana en los premios Goya, como mejor filme hispanoamericano

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El infierno se estrenará a mediados de año en Estados Unidos y en otros países de América Latina. En España ya se negocia su distribución. En el fotograma, Daniel Giménez Cacho en una escena de la película
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 12 de febrero de 2011, p. 6

Madrid, 11 de febrero. El infierno, película del director mexicano Luis Estrada que se adentra en los orígenes de la violencia y la degradación de México, está nominada al premio Goya como mejor filme hispanoamericano.

Es el retrato sarcástico y ácido de la vida de un migrante mexicano –Benjamín García, El Benny–, quien regresa a su pueblo natal tras ser deportado de Estados Unidos y encuentra una cotidianidad de violencia, narcotráfico, corrupción y sangre.

Con esta historia, Luis Estrada culmina una trilogía (La ley de Herodes y El mundo de las maravillas) con la que reflexiona y aporta su peculiar visión sobre el deterioro político y social de México. A unos días de la gala de la Academia de cine español –domingo 13 de febrero–, Estrada explica a La Jornada por qué es importante analizar las raíces de la violencia en México.

–¿Por qué es importante que El infierno tenga proyección internacional, en este caso, con su nominación a los Goyas?

–Entre las intenciones de un cineasta, siempre está la de que su película sea vista lo más posible. Es un lugar común, pero hacer una película es cada vez más difícil y una tan ambiciosa como El infierno, tanto en su producción como en su temática, es interesante saber cómo le va en el extranjero.

También es importante por lo que la película dice y retrata, y cómo lo hace. Hay mucha inquietud y curiosidad en el mundo sobre lo que pasa en México, pero creo que la información ha sido tratada de manera superficial.

Guerra estúpida

–En la película, ¿se adentra en los orígenes del drama de los mexicanos?

–Creo que sí. Intenté ir con profundidad a las raíces del problema, para que la gente lo entendiera mejor y reflexionara, primero, sobre dónde estamos parados; luego, hacia dónde vamos. La mayoría de lo que se publica en México son noticias aterradoras sobre la guerra tan estúpida que estamos viviendo, pero la información tiene una carga amarillista y deja de lado las causas de raíz.

–¿Esas raíces cuáles son?

–Vienen de mucho tiempo atrás, de un modelo social, económico y político que nos ha ido llevando a una degradación constante. Nuestra generación no ha conocido otro estado más que el de la crisis. Siempre hemos hablado de problemas que se vuelven endémicos, y cuando reflexionamos sobre nuestra historia reciente, de 30 años a la fecha, vemos una sucesión de hechos como la decadencia del sistema priísta, la falsa transición a la democracia y el fracaso de las expectativas de cambio con la salida del PRI del poder.

Esta serie de problemas endémicos, como la enorme desigualdad social, la corrupción y la impunidad, nos muestra un panorama muy desalentador, al que ahora se suma el crimen organizado. Lo que conforma un retrato del infierno.

–¿Es decir, que en estos 10 años de PAN hemos profundizado en los defectos más nocivos del viejo priísmo?

–Creo que sí. A los dirigentes del PAN se les puede acusar de ser más moralistas, retrógrados y más ignorantes, pero creo que en esencia su actitud de sumisión hacia ciertos poderes fácticos ha sido la misma. Tampoco se han tocado cuestiones tan importantes como el modelo económico, el sindicalismo corporativo y el enorme poder de las televisoras, que funcionan casi como monopolios. Fox fue un presidente folclórico, ranchero y dicharachero, pero en esencia abordó los grandes problemas del país más o menos igual que lo hizo el PRI. Ha sido una continuidad perfecta.

Cómodo en la sátira

–¿Cree que la ironía, el sarcasmo y el lenguaje que utiliza en su película es más eficiente para explicar este México tan degradado, sobre todo en el extranjero?

–En el género en el que me siento más cómodo es la sátira. El cine es muy complejo, pues es una forma de expresión artística, pero también una vía de comunicación de ideas, una especie de entretenimiento y una industria. He encontrado que la mejor forma para hacer más digerible la realidad del crimen organizado, la violencia y la corrupción es la risa. La comedia negra. La sátira.

–¿Lo han repudiado desde el poder público en México por mostrar ese lado de la realidad?

–Tanto como repudiado no. Están en su derecho de que la película no sea de su agrado. Se estrenó sin mayores obstáculos, hubo algunos, pero nada similar a lo que ocurrió con La ley de Herodes. Hasta cierto punto es natural que la película no sea de su agrado, pues es una historia muy dura y muy crítica; creo que en el caso de los políticos funciona como un espejo en el que no se quieren ver retratados. Es la antítesis del discurso que nos quieren hacer creer de manera obsesiva para justificar esta guerra sin sentido, que ha polarizado aún más un país polarizado social y políticamente.

Todo por legitimar un gobierno

–Hizo la película antes de que se revelaran los documentos de Wikileaks, pero supongo que le sorprendió el grado de improvisación del gobierno en la guerra contra el narcotráfico, que en algunos momentos se parece al camarote de los hermanos Marx...

–Sabíamos que el origen de esta guerra partió de una necesidad de legitimación de un presidente cuyas elección aún es muy cuestionada. Había la idea de legitimar este gobierno, sacar al Ejército a las calles, que lo único que ha hecho es ahondar esta sensación de malestar, de incomodidad y en la se pone de relieve que en muchos lugares de México ahora sí estamos ante un Estado fallido. Han sido tan insistentes en tratar de demostrar que no es así, que desafortunadamente la realidad es que si no somos ya un Estado fallido estamos muy cerca de serlo.

–¿Cree que el acelerado deterioro del país provoca a su vez que las reacciones del gobierno sean cada vez más furibundas, como ocurrió con su película (acusándolo de mal mexicano) y ahora con el caso de la periodista Carmen Aristegui?

–Es asombroso que no se den cuenta de que el mundo cambió. Siguen teniendo una percepción irreal de esta herencia autoritaria. Cada vez que desde el poder intentan obstaculizar o prohibir algo, lo único que provocan es que tenga más repercusión. Creo que son resabios de esta herencia autoritaria del enorme poder que llegó a acumular el presidencialismo en México. El mundo ha cambiado; ya no existe ese poder omnímodo que todo lo vigila y todo lo hace.

El infierno se estrenará a mediados de año en Estados Unidos y en otros países de América Latina. En España ya se negocia su distribución, mientras el interés crece ante su nominación a los premios Goya.