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Revuelta en el mundo árabe

Lo grandioso es que nadie podrá volver a aprovecharse; todo lo que debemos hacer es salir

Por fin el pueblo ha tumbado al sistema, coreaban miles frente a la tv estatal egipcia
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Celebración en la plaza Tahrir de El Cairo, luego del anuncio de que Hosni Mubarak dejaba el poder, después de 30 añosFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Sábado 12 de febrero de 2011, p. 21

El Cairo, 11 de febrero. En el puente Qasr-Al-Nil, que conduce a la plaza Tahrir, los automovilistas se esforzaban en vano por sonar cláxones al unísono; los niños se empinaban peligrosamente por las ventanas ondeando banderas egipcias y los jóvenes se agachaban, bailaban y corrían en gozosa celebración.

Muchachos pequeños trepaban a los tanques para tomarse la foto con sus padres; otros insistían en que los fotografiaran con sus celulares estrechando las manos de los soldados, que se mostraban un poco apenados.

En la costera del Nilo, miles de egipcios cruzaron el puente 26 de Julio para unirse a los jóvenes que marchaban frente a la estación de televisión estatal coreando: El pueblo, por fin, ha tumbado al régimen.

Se pudo ver un taxi tan repleto que dos hombres iban colgados al lado, aferrándose al poste del toldo y gritando que habían vencido. Una familia –la madre llevaba la cabeza cubierta al estilo tradicional y vestía abaya– había contratado para su viaje triunfal un carruaje abierto tirado por caballos, de los que en tiempos normales sólo usan los turistas.

Pero ni eran turistas ni son tiempos normales. Unos 20 minutos antes, en la más tersa de las declaraciones, el vicepresidente Omar Suleiman anunció en la televisión estatal que la dictadura de Hosni Mubarak llegaba a su fin. Completando la victoria del pueblo, añadió que el ejército –y no él– sería responsable de lo que todos los activistas en las calles esperaban la noche de este viernes: que fuera la transición a una verdadera democracia.

Tomando en consideración las difíciles circunstancias que atraviesa el país, el presidente Mohamed Hosni Mubarak ha decido dejar el cargo de presidente de la república y ha encargado al supremo consejo de las fuerzas armadas manejar los asuntos del Estado. Que Dios guíe nuestros pasos, dijo.

Pese a que antes se había confirmado que Mubarak había partido hacia su retiro en Sharm el Sheikh, pocos esperaban tal anuncio. Luego de la desilusión del jueves, cientos de miles de resueltos egipcios respondieron abarrotando de nuevo la plaza Tahrir, pero con marchas multitudinarias, pacíficas pero ruidosas, que salieron de la plaza hacia la estación de televisión, fuertemente defendida con soldados, tanques y alambradas de púas.

Otros manifestantes avanzaron hacia el palacio presidencial, a siete kilómetros de Heliópolis, conforme la revolución continuaba creando su propio impulso dinámico: tal vez eso fue lo que persuadió al ejército de poner fin ya al gobierno de Mubarak.

El ejército también emitió una críptica declaración más temprano, en la que daba a entender que sería responsable de procurar la implantación de las reformas constitucionales y políticas que el gobernante había ofrecido en su discurso por televisión.

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Festejo frente a la embajada de Egipto en BeirutFoto Ap

La mañana del viernes, en la plaza Tahrir, Gigi Ibrahim, uno de los jóvenes organizadores de la revuelta, señaló respecto del discurso del jueves por la noche: Nos está acicateando, agraviando. ¿Por qué no entiende el mensaje y se va con todo y Omar Suleiman? Ibrahim Hadda, otro activista, estudiante de 23 años, se había quejado: Creemos que el ejército está con nosotros, pero, ¿qué espera?

Sin embargo, este viernes la sorpresa de la precipitada salida de Mubarak reforzó la sensación de triunfo en las calles de El Cairo. Hoy he nacido, exclamó extasiado el trabajador de hospital Sharif Mohammed, de 33 años, con un vendaje aún cubriendo parte de su rostro amoratado por los choques de la semana pasada con los partidarios de Mubarak. No se preocupe, valió la pena. Voy a casa a celebrar con mi familia. En la plaza Tahrir gané mi libertad.

Zeina Hassan, de 26 años, estudiante de posgrado, señaló: No esperábamos esto hoy. Yo estaba entre la multitud fuera de la estación de televisión; me sentía abatida por el discurso de Mubarak y por todo este rejuego entre el gobierno y el ejército. Nadie estaba preparado para que esto ocurriera hoy. Lo grandioso de esto, lo que realmente dio el poder al pueblo, es que siento que nadie podrá volver a aprovecharse del sistema porque todo lo que tenemos que hacer es volver a salir y estar unidos, creyendo en nuestra causa.

La señorita Hassan, una egipcia que el 27 de enero había volado desde Beiru –donde estudia en la Universidad Americana– para unirse a las protestas cotidianas, señaló que vino porque tenía que ser parte de esto. Fue casi todo pacífico: la agresión estuvo del otro lado, y eso dice mucho de la forma en que la revolución fue organizada y mucho de la cultura egipcia. Todas las religiones han estado juntas: cristiana, musulmana y secular, y eso ha unido mucho más a los egipcios; es hermoso.

El ingeniero petrolero Omar Mohammed, de 33 años, también participante diario en las manifestaciones, expresó: Me siento orgulloso del pueblo egipcio. Creí que ésta podría ser una revolución encabezada por los pobres y por la Hermandad Musulmana, pero no fue así: fue dirigida por la joven generación en Facebook y Twitter, pero ayudará a los pobres, porque nunca han tenido derechos. Egipto tiene muchos recursos económicos, pero ellos nunca han recibido su parte, porque ha habido mucha corrupción.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya