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Crisis en medio oriente

Internet, radio y televisión fueron claves en la revuelta árabe

Egipto y el peso de la tecnología
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Una mujer con velo mira hacia la mezquita de Moustafa Mahmoud en el distrito Mohandiseen, en El Cairo. Miles de seguidores del ex presidente Hosni Mubarak salieron a las calles para expresar su consternación por la dimisiónFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Sábado 19 de febrero de 2011, p. 6

El Cairo. Agarrados del brazo, dos militares nos subieron a un furgón blindado con hombres armados en su interior. Estos nos taparon los ojos, arrancaron el coche y nos dijeron welcome to Egpypt. Habíamos pasado ya varias horas sentados en el suelo respondiendo preguntas a diversos miembros del ejército, pero creo que Álvaro, mi compañero de viaje en El Cairo, y yo, no llegamos a sentir miedo hasta que pusimos rumbo en aquel vehículo hacia lo que luego descubrimos era un cuartel de la policía secreta. Pasados los días, creo que el hecho de poner su arma en mis piernas, los gritos y las preguntas del interrogatorio al que nos sometieron después no tenían otra razón más que la de intimidarnos.

Habían pasado dos semanas desde que el pueblo egipcio había decidido buscar en las calles lo que nunca le dieron en las urnas, y la policía del país, cada vez más acorralada por la situación, buscaba la salida de los representantes de los medios de comunicación a los que culpaban en parte de su derrota.

Las señales de radio y televisión de todo el mundo llegan hasta los hogares egipcios gracias a grandes antenas colocadas en las azoteas de los edificios. La antigüedad de la mayor parte de las casas en el centro de El Cairo, sumado al deterioro de sus infraestructuras, hace que muchas construcciones corran el riesgo de venirse abajo por el peso de la tecnología. Un símbolo de lo que ha sucedido en el país durante el último mes.

Muchos hablan de la revolución de las redes sociales, pero sin gente que las utilice no hay movimiento. Además, Internet lo usamos los jóvenes, pero muchos de los que salen a la calle sólo ven la televisión comenta Ettore, uno de los muchos estudiantes italianos que se encontraban en la ciudad cuando empezó la revuelta y que decidió no abandonar Egipto. Era realmente emocionante, porque las familias pasaron de juntarse a ver la novela a motivarse viendo las noticias sobre lo que pasaba en cada momento en su propia calle.

El despliegue realizado por Al Jazeera o Al Arabiya fue apoyado por muchos vecinos que abrían sus propios balcones para dejar a sus equipos grabar. Como en muchos gobiernos aquí se utilizaba el pan y circo acompañado de un cierto grado de represión, reflexiona un profesor de la Universidad de El Cairo, quien prefiere mantenerse en el anonimato. Pero nosotros dejamos de tener dinero para comprar el pan y en el circo nos dijeron que debíamos dejar a un lado el miedo.

Llegados a un proceso distinto de la resistencia callejera, son muchos los egipcios que piden más lejanía a los medios para tomar sus decisiones.

Leo un periódico estadunidense y se preguntan cómo deben intervenir ahora en Egipto. Bastante intervinieron Bush y compañía para acabar dejando el mundo patas arriba dice Shareef Rahim, un abogado que tampoco quiere oir hablar de la influencia de países como Irán o Arabia Saudí. Los que deberían estar realmente preocupados son los gobiernos cercanos a todos estos dictadores. Ahora el mundo conoce quién nos dirige y pronto sabrán quiénes siguen siendo amigos de los que pisaban a su pueblo.’

Democracia directa

El debate ante la creación de partidos y la apertura hacia nuevas corrientes políticas también se desarrolla en las calles egipcias. En pequeñas mesas puestas en mitad de la acera con espacio para sujetar las famosas shishas o pipas de agua, de las que fuman muchos de ellos, se pueden ver abuelos jugando al backgammon, mezclándose con jóvenes que abren sus portátiles con conexión inalámbrica.

Aunque las primeras reacciones de muchos resultaban desalentadoras hacia la dificultad de compenetrar fuerzas en este proceso, sobre todo después de la capacidad de unión conseguida en el pasado, lo cierto es que las redes sociales continúan presentando imprevisibles avances.

Mohamad, uno de los chicos que durante días se dedicó a subir videos a Facebook y Twitter sobre la represión que sufrían, se muestra ahora entusiasmado con el siguiente paso. Estamos intentando crear páginas donde poder recoger opiniones de miles de manifestantes que durante días lucharon en las plazas. También hemos creado encuestas y diversos apartados para conocer el alcance de las reformas planteadas. Todos los resultados los queremos pasar a nuestros compañeros que tienen conversaciones directas con el ejército y los grupos políticos. De esta manera crearemos puentes entre lo que se discute en los despachos y la opinión de la gente que llevó esta revolución a cabo.

Esta muestra de democracia directa planteada por muchos jóvenes se interpone de momento con el descontento de grandes sectores en el país, porque un enorme contingente continúa en la calle demandando la desaparición de todos los componentes del gobierno de Mubarak, mientras otros exigen conseguir unas prestaciones dignas en sus trabajos, realizando huelgas que, por primera vez, se producen bajo un margen semilegal.

El ejército por su parte insiste en regresar a la normalidad. Algo que divide a los propios estamentos militares, porque gran parte de los soldados rasos provienen del sector más humilde de la sociedad egipcia, mientras que almirantes, generales o el mismo Mohammed Hussein Tantawi, antiguo ministro de Defensa y actual encargado de llevar a cabo la transición del país, se han visto beneficiados por exensiones fiscales, compra de terrenos públicos en excelentes condiciones o libertad para actuar por encima del Parlamento.

Una realidad económica que siguen sufriendo millones de egipcios, los cuales deberán esperar mucho tiempo para observar los verdaderos efectos de lo acontecido en su país. Omar, por ejemplo, ha tenido cerrado su negocio durante más de 20 días, algo que afecta directamente a su familia teniendo en cuenta que acaba de ser padre de unos gemelos. Puede que no tenga dinero en este momento, pero mis mellizos son hijos de una revolución y estoy feliz por el futuro que les espera, dice sonriendo mientras ve la televisión.

Su primo se acerca sonriendo, ¿saben qué anda diciendo Mubarak al resto de presidentes árabes? nos pregunta con tono irónico repitiendo un chiste que se cuenta en las calles de El Cairo: Son demasiado ilusos y demasiado jóvenes para entender lo que es ser un dictador.