Opinión
Ver día anteriorMiércoles 23 de febrero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Carta a Marcelo Ebrard
E

mpiezo con una disculpa: el artículo, aunque pretende ser objetivo, tiene una dosis de subjetividad. Padecer las arbitrariedades de los conductores y empleados de las grúas que recogen los coches (no siempre) mal estacionados le añade a mi texto una dosis de encono personal. En defensa de esa tenue falta de objetividad comento que en más de una ocasión he compartido con otras personas el sinsabor del atropello de los conductores de las grúas al servicio del Gobierno del Distrito Federal.

Para facilitar las respuestas del señor Marcelo Ebrard enlisto mis argumentos:

1. En muchos países los discos que señalan las áreas donde queda prohibido estacionarse llevan leyendas donde se indica el horario. Por ejemplo: No estacionarse de 10:00 a 20:00 horas. En el DF sólo dice No E (No Estacionarse).

2. En muchos países, en áreas poco conflictivas durante el fin de semana, los discos No E tienen inscrita la leyenda: Salvo fines de semana. En el DF no existe esa excepción.

3. En muchos países la oferta entre estacionamientos públicos y número de automóviles intenta ser balanceada. Es decir, los edificios tienen la obligación de contar con suficientes cajones para automóviles. En el DF algunos constructores de edificios incumplen esa norma, amén de que faltan estacionamientos.

4. En pocos países las calles se encuentran tomadas por personas sin empleo. Para sobrevivir se adueñan de ellas por medio de cubetas, cajas, botes y, en épocas electorales, de toda la basura proveniente de la propaganda basura de los partidos políticos. La cuota por ocupar el lugar varía de acuerdo con la colonia. Dialogar es muy difícil. El hambre manda. Aparte de generar empleos para mejorar las condiciones de vida de esas personas sería bueno crear una policía similar a la del personal de las grúas para impedir esas arbitrariedades.

5. En no pocas calles de la ciudad es frecuente observar carros estacionados en doble fila. En las colonias donde habitan los ricos suelen ser choferes o guardaespaldas los responsables de esa anomalía. En el DF, todo lo que impida el flujo del tráfico debe ser removido. Hasta donde sé las grúas no se llevan esos carros a los pomposamente llamados corralones.

6. La cuota para recuperar el automóvil es cercana a 900 pesos. La multa por hablar vía celular mientras se maneja es de 140 pesos. La desproporción entre ambas es grosera y absurda: manejar y hablar por teléfono al mismo tiempo es causa de accidentes.

7. En los corralones la atención a las víctimas no es expedita. Debería serlo. Y agrego: las fotocopias, cuando funcionan las fotocopiadoras, son muy caras: cada una cuesta dos pesos.

8. Cuando el automóvil es enganchado por la grúa y la multa se paga in situ, la cuota de recuperación debería ser menor, pero no lo es. Si no se transportó el automóvil al corralón, el servicio que ofrecen los señores de las grúas es incompleto: ¿por qué no reducir la multa?

9. Problema paralelo son los parquímetros. No todos funcionan. Lo que en cambio sí funciona son los agentes que vigilan el pago del parquímetro. En las zonas donde hay parquímetros es también desproporcionado el número del personal encargado de los parquímetros y el de la policía. Abundan los primeros, son escasos los segundos.

10. La avidez por recoger automóviles rebasa la lógica. Hace dos días fui testigo de la siguiente escena: una pareja, con un niño pequeño en brazos y otro en una carriola, estacionó su coche debajo de un letrero No E. Apenas habían cruzado la calle cuando la grúa ya iniciaba sus maniobras. El afectado intentó explicar a los señores de las grúas que sólo le había ayudado a su esposa y a sus hijos a cruzar la calle; mi intención es estacionar el coche en otro sitio. De nada valió argumentar: la tenaza de la grúa atrapó el coche.

11. Las calles aledañas al sitio donde trabajo son testigos del incesante ir y venir de las grúas. Desconozco con cuántas grúas cuenta el corralón del DF cercano a mi sitio de trabajo. También desconozco cuántos policías están asignados para proteger a la ciudadanía que transita por esas calles. Entre uno y otro desconocimiento lo que sí me queda claro es que las grúas son visibles todo el día y los policías son casi invisibles.

12. Del punto anterior se desprende el primer rumor: Vox populi asegura que los encargados de llevar automóviles al corralón cobran comisión por cada misión. Esa medida tiene su cara buena: los señores de las grúas son incorruptibles.

13. El segundo rumor es muy complejo. Vox populi comenta, señor Ebrard, que algunos de sus familiares están relacionados con el negocio de las grúas. Mientras se aguarda en la cola de los corralones para pagar la multa, vox populi dice: es un negociazo.

Aplaudo el esfuerzo por mantener el orden en la ciudad. No aplaudo la brutal disimetría entre la eficacia de los encargados de remover automóviles y la ausencia o presencia de los puntos 1 al 11. Los dos últimos incisos son rumores. Los rumores dañan la imagen del afectado. Bueno sería escuchar la respuesta del señor Ebrard. Imprescindible sería saber que los rumores son sólo rumores.