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Disquero
¿Bailamos ésta, o nos esperamos a las sensualitas?
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Mario Lavista y Haydée Schvartz
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Astor Piazzolla
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Carla Bley
 
Periódico La Jornada
Sábado 5 de marzo de 2011, p. a20

La aparición de una joya discográfica, titulada Tangos insólitos, en los anaqueles de novedades discográficas, abre el umbral a un tema harto hirsuto y fascinante: el tango, pero el tango-baile, que es casi lo opuesto al tango-canción.

El domingo 24 de octubre de 2010 en las páginas de La Jornada, la reportera Alondra Flores documentó la presentación, en El Colegio Nacional y en la Casa del Lago, de este disco-maravilla, que ya está a la mano, mano.

La pianista argentina Haydée Schvartz es la autora de este documento sonoro irresistible desde el inicio, cuando suena el cuasi hipnótico e hipersensual Tango D’Antan (Tango de antaño) de Dane Rudhyar y enseguida suena más lino, más seda, incienso y perfume de mujer: tangos de Erick Satie, de John Cage (¡!), Igor Stravinsky, Puccini, Aaron Copland, Conlon Nancarrow, Mario Lavista, tangos suculentos, divertidérrimos y untaditos al cuerpo como el track 5, titulado simple y contundentemente Tango por su autor, el gigante Shostakovich.

El disco Tangos insólitos funge como puente a más delicias, muchas de ellas ya familiares del Disquero: por supuesto todos y cada uno de los discos del papá de todos los pollitos, pollitanguitos, tangas y tangazos: el maestrísimo Astor Piazzolla, cuya gran revolución cultural que desarrolló en la última porción del siglo XX dio pie (y mano y cadera y muslo femenino desnudo, pasitos entrepiernados) a todo un movimiento que atraviesa las generaciones.

He ahí, a la mano (y a la cadera, al talle de ella, ello) la creciente discografía de GoTan Project, tango multimedia (muy posterior al tango pantimedia, jeje), fascinante conjunción astral de tango electrónico, irrupción audiovisual donde el tema social y político campea a pleno flos campi, en un rebote de las enseñanzas de Julio, enormísimo cronopio Cortázar (autor, por cierto, de varios egregios tangos).

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Y tenemos también a los chavos argentinos de tango clásico-callejero-actualizado: la genial Orquesta Típica Fernández Fierro.

Y ya que hablamos de orquestas geniales: ¿algo asaz de delicioso, inteligentérrimo e impertérrito? He aquí un clásico de clásicos, el imperdible álbum de hace ayeres pero siempre tan actual Social Studies (se consigue en conocida tienda de libros y discos cuyas iniciales son: Gan-dhi), de la flaca fabulosa Carla Bley, con su monumental, apoteósica, desmadrosérrima The Carla Bley Band, formada por trompeta, saxos (para una música tan sexual como el tango, nada como los saxos, digo, para los sexos, como jugaba Cortázar: sax tenor, tener sex), clarinete, la jocosísima tuba (esa imagen en metálico del Gran Gourmet Rossini), tarola, tambor y la flaca sublime Carla Bley en las teclas.

El primer track dura menos de 13 minutos y resulta fulminante, mortal de necesidad: Reactionary Tango, irónico en sonido como en título, lleno de chistoretes sonoros, chascarrillos sincopados, y el compás en diapasón de duela (esa no porque me duele, duela) aceitadita, untadita, acariciada por tacones femeninos, charoles machines, notas, solfas chilacapastrosas, astrosas vueltas alquimia cuando una gota de sudor se vuelve perla brillantérrima que estalla en mil fragmentos de mercurio, plata y esplendor, cuando rebota sobre la uña del pie de ella, que la ha pintado de un color rojo sangre, rojo hirsuto, rojo tango.

¡Ah, el tango!, esa forma sonora de la poesía cuando las hadas bailan, rodeado su diminuto talle por manazas de faunos delicados, caballeros, ellos, tan hermosas y plenas de tango, ellas.

¡Ay, dolor, caricia, el tango!

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