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Los Hermanos Musulmanes
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Funeral en Bengasi de uno de los muertos en los ataques de las fuerzas de KadafiFoto Reuters
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ntonio Gramsci, en un mundo muy diverso al norteamericano, al alemán o al árabe, habla en sus Cuadernos frecuentemente de la Acción Católica en Italia, y en especial de su juventud (que se desarrollará en la posguerra como los partidos demócratas cristianos, ciertamente antifascista al comienzo). Ese último movimiento fue muy poderoso también en Francia y Argelia (el mismo L. Althusser fue miembro juvenil de la Acción Católica en el Norte del África dentro la comunidad francesa), o en América Latina, desde México a Brasil o Argentina, oponentes a las juventudes de izquierda del Partido Comunista y al movimiento derechista y fascista en Italia o Alemania. De esa Acción Católica proceden movimientos obreros y universitarios, donde se originarán cuadros sindicalistas y políticos demócratas, que al final se inspirarán igualmente en Karl Marx en el término de la década de 1960, y que entre otras vertientes elaborarán la teoría después denominada de Teología de la Liberación latinoamericana. En Egipto, en 1926, se organiza igualmente un movimiento juvenil democrático y progresista llamado los Hermanos Musulmanes, que tenían una clara militancia política popular. Ese movimiento procede de un acontecimiento liberador explícito. Relata Taryk Ramadán –con quien he realizado en la Universidad de California, campus de Berkeley, un diálogo al respecto– que su abuelo, Hassan al-Banna (1906-1949), sufrió una experiencia religiosa-política muy particular.

En efecto, Hassan, joven de dotes de liderazgo natural, organizador desde su niñez de numerosas instituciones juveniles, creyente musulmán como su padre (que trabajaba con sus manos como obrero, y era responsable como imán de una mezquita), estudioso del árabe clásico, del Corán y de sus comentarios, maestro de la escuela primaria eventualmente junto al canal de Suez, en la ciudad de Ismailiya, región ocupada por los británicos por su importancia estratégica, tuvo una extraña experiencia al contemplar “(…) un campo militar inglés, viendo como desplegaba su fuerza, su poder, su dominio, lo que le produjo en su corazón de patriota amante de su país, un malestar y una profunda vergüenza. El patriota se sintió empujado a considerar esta detestable ocupación y a reconsiderar igualmente que Egipto había sufrido una catástrofe decisiva, habiendo perdido tantas ocasiones materiales y civilizatorias. El único obstáculo principal había sido aquel que impedía el renacimiento y la elevación del país desde hacía 60 años: la pérdida de la unidad árabe y la unión de los musulmanes” .

En esta experiencia se unía de manera original una intuición del colonialismo en todos los niveles. Es por ello que en marzo de 1928 Hassan organiza una Hermandad que comienza con siete compañeros, que se encargarían de ir a las pequeñas aldeas agrícolas para reconstruir en primer lugar las antiguas mezquitas, organizar una escuela, iniciar cooperativas (de producción o de consumo, en tanto obra social y política) y predicar una renovación patriótica y musulmana, progresista, democrática, pedagógica y social en las calles, en los cafés, en los lugares públicos. La Hermandad Musulmana tendrá una escuela de formación de cuadros (Madrasat at-tahdhib). Años después la Hermandad llegó a tener 3 millones de miembros en Egipto, y también en Líbano, Siria, Jordania, Sudán y Palestina. En 1933 se organiza la rama femenina de la Hermandad. El movimiento tiene revistas, radios, escuelas, centro sociales de formación de cuadros, editorial, colección de libros teóricos y prácticos, de los clásicos y del mismo movimiento. Eran muy solidarios de lo que pasaba en la vecina y pobre Palestina, con la que se solidarizaban en todo. Como es evidente, la ocupación militar británica y las colonias judías de la futura Israel las tenían por enemigo principal. Era la institución mejor organizada, con cuadros y teoría, de todo el Medio Oriente. El movimiento contaba con profesores de la Universidad al-Azhar, con profesionales de todas las especialidades, con directores de empresas, con grandes dirigentes sindicales, con organizaciones de mujeres en cooperativas, etcétera. Entre 1939 al 1949 tienen la primera confrontación política.

La Hermandad Musulmana no era un partido político ni propiamente una organización de la sociedad política. Se encontraba profundamente arraigada en la sociedad civil y religiosa (dos aspectos siempre indisolubles en el mundo musulmán). En 1941 la Hermandad presenta sin embargo miembros para participar en las elecciones legislativas. Hassan el-Banna se presenta como candidato. El primer ministro Mustafa Nahhas Pacha le ruega, presionado por el alto mando del ejército de ocupación inglés, que retire su candidatura. Las confrontaciones políticas se multiplican. En 1946, la enorme manifestación del puente Ábbas, que reúnen cientos de miles de estudiantes miembros de la Hermandad, gritan por la independencia del país. Cae el gobierno, pero el nuevo líder, Isamil Sidqui Pasha, lanza la persecución contra la Hermandad. Las manifestaciones aumentan y el gobierno debe aceptar las demandas de independencia de la Hermandad. En 1947, alentado por Estados Unidos y la Unión Soviética, el gobierno egipcio adhiere a la división de Palestina. La Hermandad rompe nuevamente con el gobierno. Hay por otra parte milicianos de la Hermandad luchando junto a los palestinos contra Israel recién fundado. El 12 de febrero de 1949, después de una reunión con el primer ministro, Hassan el-Banna es asesinado. El renacimiento musulmán que él soñaba no convocaba en su esencia a una reacción contra la hegemonía occidental –escribe Tariq Ramadan–, aunque sí contra el colonialismo británico. No era un movimiento islamita, fundamentalista o terrorista, sino democrático y hasta reformista.

El 23 de julio de 1852 fue la prueba de fuego para la Hermandad. La Hermandad se ha situado como el momento eje de la política egipcia, ya que tiene presencia y autoridad ante el pueblo, teniendo en El Cairo hasta un millón de miembros. Era parte y al mismo tiempo árbitro político. Cuando Jamal ‘Abd an-Nasser da el golpe militar en 23 de julio se apoya incontestablemente en la Hermandad, con la que tiene un diálogo fluido. La Hermandad fija claramente las condiciones: limitación de la propiedad y reforma agraria, legislación en defensa del trabajo, abolición de privilegios, independencia del Reino Unido. El 3 de diciembre ante una gran multitud convocada por la Hermandad conmina a los militares a dejar el gobierno a los civiles. En enero de 1953, con firme voluntad de permanecer en el poder en cuanto dictador, Nasser disuelve la Hermandad y comienza una despiadada persecución contra la Hermandad (en acuerdo con los ingleses). Esta confrontación, con el ahorcamiento de los principales líderes de la Hermandad, con la tortura de muchos, con la prisión perpetua de miles, etcétera, creará una nueva situación. Fue la gran prueba (al-mihna al-kubra).

Así las obras de Sayyid Qutb La justicia social en el Islam (Al- ‘adala al ijtima´iyya fil-islam) (1949) y Jalons sobre la ruta (Maálim fi at-tariq) (1962), escrita en la prisión, de un miembro formado en Estados Unidos (conocedor de Occidente), crea una nueva tradición más islamita, que repudia a Europa y Estados Unidos, y que propone el Estado islámico como solución política. No era la posición de Hassan al-Banna, ni de la Hermandad en su mayoría hasta el presente. Este grupo más radical, ante el sufrimiento de la persecución, la prisión y el asesinato, propone como posible la utilización de las armas, y será, lentamente, uno de los orígenes de grupos islamitas fundamentalistas hasta el presente.

Este movimiento que hoy incendia el Medio Oriente fue el largo fruto de un movimiento teórico, práctico y político de más de un siglo de grandes precursores, tales como Jamal ad-Din al-Afghani (1838-1897), Rashid Rida (1865-1935), Sa’id An-Nursi (1873-1960), ‘Abd al-Hamid Ibn Badis (1889-1940) o Muhammad Iqbal (1873). El acontecimiento liberador de Isma’iliya ha seguido creciendo hasta transformarse en el inspirador del nuevo orden político autodeterminado en el mundo musulmán. Hassan al-Banna, como José Martí en Cuba, Mao en China o el Che Guevara, hasta el sandinismo y el zapatismo (guardando las diferencias y proporciones), son iniciadores de movimientos en distintas partes del orbe y del tiempo que anticiparon las luchas contra la globalización del imperio que hoy se extiende por doquier.

Ahora podrá entenderse que los próximos pasos de la revolución árabe estarán de alguna manera ligados a la Hermandad Musulmana en Egipto, que no es ni terrorista ni fundamentalista, sino democrática y profundamente árabe, musulmana. Será un interlocutor serio de Estados Unidos e Israel, que exigirá un trato igualitario y no mera repetición de la actual actitud colonialista y de dominación de esas potencias cínicas. Todos los movimientos (cuyos futuros son inciertos) se han fortalecido con la participación de millones de musulmanes que saliendo de las mezquitas los viernes por la tarde han participado en manifestaciones políticas exigiendo libertad y democracia. Inesperado evento incomprensible en el siglo XIX. ¡Nos encontramos entonces ante novedades que demandan la creación de nuevas categorías teóricas críticas propias del siglo XXI!

*Filósofo, emérito de la UAM