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Ver día anteriorDomingo 6 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

De folcloristas, folclóricos y culpables obvios

E

l débil andamiaje oficial de la cultura latinoamericana no alcanza a imaginar la deuda del continente con un grupo musical tan talentoso y benéfico como Los Folkloristas. Inmersos en el burocratismo y la deliberada dependencia, y preocupados por su chamba más que por el fortalecimiento del espíritu de nuestros pueblos, los metidos a promotores de la cultura de cada país han hecho lo indecible para que América siga siendo para los americanos, los europeos y asiáticos, los due- ños del planeta y los herederos de la tierra prometida, a ciencia y paciencia de esos pueblos, tan creativos como manipulados.

Los Folkloristas, conjunto espléndido que celebra 45 años de venturosa existencia, no sólo son investigadores, rescatadores y divulgadores del folclor de nuestros países, sino intérpretes magníficos e incansables de las entrañas musicales de Latinoamérica, tan dividida como su mapa y tan a merced de los de fuera como de los traidores que democráticamente se reparten el poder.

Emocionado agradecimiento y felicidades a todos y cada uno de los elementos que han hecho posible el brillante historial de Los Folkloristas quienes, a pesar de políticas huecas, funcionarios torpes, concesionarios televisionudos, disqueras miopes y radiodifusoras chafas, continúan vigentes y nutrientes, rescatando esencias y hermanando sensibilidades por medio de su talento musical e invariable compromiso cultural. Son ustedes orgullo de la humanidad.

Por su ridícula parte, los folclóricos, esos que se sueñan promotores de tradiciones, pero que incapaces de valorarlas y fomentarlas prefieren importarlas, no sólo no tienen llenadera, sino que además festejan su postración y homenajean a cuantos contratan. Así, mexhincados magnates villamelones ofrecen banquetes y obsequios a jinetes visiatracadores, con la asistencia de seudopromotores y comunicadores alcahuetes, reflejo del acomplejado nivel de sometimiento que se carga la mafia que se apoderó de México, temerariamente convencida de que es mejor negocio importar figuras que hacerlas.

La concurrencia que asistió al Relicario, en Puebla, estaba feliz con la obra de Diego Ventura en su segundo. Ya se sabe, realización de mucha forma, nada de fondo y todas las ventajas en su favor para matar dos becerretes de Montecristo, despuntados casi hasta le cepa y a los que castigó con rejones para Miuras de 600 kilos, observa el cronista José Antonio Luna Alarcón respecto del otro tiovivo que ha venido a visiatracarnos, con la postrada complicidad de taurinos y autoridades. Y es que Diego Ventura o Pablo Hermoso de Mendoza los pasados 11 años, desde la escalerilla del avión miden la atmósfera taurina del país al que llegan: hincados o exigentes, y actúan en consecuencia. Estos tiovivos europeos, y los que faltan, con sus vistosas machincuepas siguen cambiando espejitos por oro en los dependientes países taurinos que el Nobel Mario Vargas Llosa no ve ni oye.

Por cierto, el prolífico novelista, pero sesgado observador de la tauromaquia en Latinoamérica, fue nombrado el jueves Huésped Distinguido de la Ciudad por el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, aún más desentendido que el escritor peruano-español del lamentable estado de la tradición taurina en la capital, donde los autorregulados denigran 478 años de esa tradición. Izquierda folclórica, pues. Al día siguiente haría lo propio el presidente Felipe Calderón –segundo mandatario taurino de clóset–, al condecorar a Vargas Llosa con la orden del Águila Azteca. Con estos aficionados…

Luego de ver el estremecedor documental Presunto culpable, amenazado por el neofascismo con retirarlo de las salas, se entienden los niveles de autocomplacencia y ego colectivo de Hollywood y sus Óscares: cinito exitista y seudoartístico como respuesta a una realidad que propiciaron, pero se niegan a ver y menos a corregir.

La juez –jueza, diría el neolingüista con botas– que se ha prestado al reaccionario intento de censurar el revelador trabajo de los abogados Roberto Hernández y Layda Negrete, sólo confirma de qué lado está la Secretaría de Gobernación, que autoriza para su difusión masiva todo lo que refuerce la ignorancia de los mexicanos. Pero nuestra democracia está bien enrumbada, ha dicho el multipremiado.