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El libro sobre los casos de pederastia debe beneficiar al catolicismo, consideró la periodista

Para Aristegui, el caso Maciel es reflejo de una institución: la Iglesia católica

Estructuró su obra como cantata patética a muchas voces, dijo José Barba, ex legionario de Cristo

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Con un llamado a nunca renunciar a buscar la verdad, Carmen Aristegui concluyó la presentación de Marcial Maciel: historia de un criminalFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 20 de marzo de 2011, p. 4

Hablar del sacerdote pederasta Marcial Maciel no sólo es la historia de una biografía torcida y singular; es, en muchos sentidos, un espejo o retrato de una conducta institucional que, desde el Vaticano hacia abajo, permitió que siguiera la depredación del fundador de los Legionarios de Cristo, dijo la periodista Carmen Aristegui durante la presentación del libro Marcial Maciel: historia de un criminal.

El caso Maciel “es un retrato también de una institución tan influyente y poderosa –como es la Iglesia católica en el mundo y en México– que a lo largo de este tiempo fue insensible, cómplice, solapadora de conductas que hoy son más conocidas y que se han repetido a lo largo de la historia, y que han convertido la situación que hoy vive la Iglesia católica en una verdadera crisis de credibilidad, crisis profunda, sistémica, que deberá sortear de mejor manera”, subrayó la periodista, quien estuvo acompañada por dos de los personajes más importantes en el desentrañamiento del caso Maciel, José Barba, ex legionario de Cristo, y el ex sacerdote Alberto Athié Gallo.

El volumen, publicado por Grijalbo e integrado por una serie de entrevistas con víctimas e hijos del sacerdote, el abogado Jeff Anderson, y especialistas, no es un ataque contra la Iglesia católica ni contra el derecho de las personas a elegir su religión.

Este libro, esta investigación, estas denuncias, a quien más deberían beneficiar es precisamente a la Iglesia católica y a sus creyentes. No podemos creer, y menos a estas alturas del partido, que decir o hablar del padre Maciel es una ofensa para la Iglesia: lo es para la Iglesia no decir y no hablar del padre Maciel, dijo la autora en la librería El Sótano.

José Barba señaló que se trata de verdades muy molestas para algunos altos sectores del establecimiento eclesial y social. Carmen Aristegui, añadió el ex legionario, ha estructurado su libro, anfitriona, compositora y directora a la vez, como cantata patética a muchas voces.

Libros como el de Aristegui y otros que se han escrito sobre el tema ponen el dedo en la llaga de lo que Miguel Ángel Granados Chapa llama la crisis estructural más grave que ha vivido la Iglesia en los tiempos recientes. No se trata de un caso, ni de un asunto aislado mucho menos, como ha sido la tendencia (a llamarlo).

El caso Maciel, “como se ha dado hasta ahora –todavía no acabamos de saber todo lo que implica– no pudo darse sin una organización a la cual él, además de crear, sometió brutalmente a su halo de santidad y sacralidad, y a su perversión sexual, económica, mafiosa”.

El papa Benedicto XVI supo de las acusaciones contra Maciel desde que era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fue el encargado de recibir todos los casos de abuso sexual y de pederastia desde los años 80 del siglo pasado, hasta que dejó de ser prefecto. Hoy sabemos que son miles de casos. Joseph Ratzinger fue cómplice de esta tragedia, fue encubridor sistemático.

Nuestra historia, finalizó Athié, es difícil, pero la verdad siempre es luminosa. No renunciemos nunca a buscar la verdad.