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Revuelta en Magreb y medio oriente
Francia da primer golpe de aliados contra Kadafi
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Cientos de personas se manifestaron ayer frente al complejo Bab al Azizia, en Trípoli, en apoyo al dirigente libioFoto Reuters
The Independet
Periódico La Jornada
Domingo 20 de marzo de 2011, p. 3

Londres y Trípoli, 19 de marzo. Jets franceses asestaron este sábado el primer golpe de la intervención de Naciones Unidas en apoyo a la rebelión libia –y hacia un futuro muy incierto–, al hacer los primeros disparos autorizados por la resolución 1973. Hacia el anochecer, cuatro tanques y un número desconocido de vehículos blindados del gobierno habían sido destruidos en el suroeste de Bengasi.

Los vuelos se produjeron al final del día, cuando sin sorpresa para nadie las fuerzas de Kadafi mostraron el valor del cese del fuego anunciado por su líder dando muerte por lo menos a 36 personas en ataques a las tres ciudades en poder de los rebeldes. Las ofensivas ocasionaron, al menos en Bengasi, un nuevo éxodo hacia la frontera con Egipto y, durante buena parte del día, rabia y frustración porque los prometidos jets occidentales y árabes no aparecían en los cielos sobre las ciudades acosadas. Pero, menos de una hora después del fin de las pláticas en París entre los líderes de los países encargados de ejecutar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para proteger a la población libia, aviones Mirage y Rafale de Francia hacían incursiones sobre Bengasi.

A las 16:45 hora de Londres (10:45 de México) dieron el primer golpe, acertando a uno de los vehículos militares de Kadafi en un camino cercano a la ciudad del este que ha sido bastión de los rebeldes desde que comenzó la insurrección. Hacia el anochecer, unos 20 jets franceses estaban en acción para imponer una zona de exclusión aérea y terrestre de 100 por 160 kilómetros en torno a Bengasi.

El primer ministro británico James Cameron dijo: Kadafi hizo que esto ocurriera. Mintió a la comunidad internacional, prometió un cese del fuego y lo ha roto; continuó brutalizando a su pueblo, así que ha llegado la hora de actuar.

La operación se intensificará este domingo. El portaviones francés Charles de Gaulle zarpará hacia Libia, se instalará un centro de mando central para la operación, naves de la Marina Real británica impondrán un bloqueo, y se tiene entendido que Estados Unidos planeará un ataque de misiles desde el mar contra las defensas antiaéreas costeras.

En Bengasi era palpable el alivio de que la séptima caballería de la ONU estuviera por fin en la silla y cabalgando. Durante buena parte del sábado, el júbilo que los rebeldes sintieron al enterarse de la resolución 1973 había menguado considerablemente ante las fuertes ofensivas de Kadafi. Proyectiles sacudían los edificios, y el fragor del combate se acercaba al centro de la ciudad. Contra los vehículos blindados de Kadafi se lanzó un grupo abigarrado de ciudadanos muy poco diestros en artes militares. A intervalos, los residentes colocaban barricadas hechizas con muebles, bancas, letreros de calles y, en un caso, hasta un asador. Cada una estaba ocupada por media docena de rebeldes, de los cuales sólo la mitad iban armados.

La desesperación cundía. Un vocero militar rebelde, Jalid al-Sayé, preguntaba: ¿Dónde están las potencias occidentales? Dijeron que atacarían en cuestión de horas. Y Asán Marouf, de 58 años, parado a la puerta de su casa en Bengasi, decía: Los hombres no tenemos miedo de morir, pero tenemos mujeres y niños adentro y están llorando. Ayúdennos. Pero a esa hora estaban solos. Hacia el mediodía, 27 cuerpos habían sido llevados al hospital principal de la ciudad.

En otras partes, las fuerzas de Kadafi bombardeaban la ciudad de Zintan, en el oeste, con unos 20 tanques que atacaban zonas residenciales. En la ciudad rebelde de Misurata, residentes reportaban que las fuerzas del gobierno atacaban con proyectiles y habían cortado el suministro de agua por tercer día consecutivo. Un médico de esa localidad señaló que había francotiradores de Kadafi en las azoteas y que sus fuerzas registraban las casas en busca de insurrectos.

Entre tanto, en Trípoli se construía la realidad alternativa del régimen de Kadafi. El ministro del exterior, Moussa Koussa, afirmó que el ejército mantenía el cese del fuego y pedía un equipo de observadores extranjeros que fuera a verificarlo. La nación respeta todos los compromisos que le ha impuesto la comunidad internacional, dijo, y dejó el podio con rapidez para no contestar ninguna pregunta sobre Bengasi. Un vocero del gobierno, Moussa Ibrahim, sostuvo que los rebeldes –no las fuerzas del gobierno– habían roto el cese del fuego: Nuestras fuerzas armadas continúan retrocediendo y ocultándose, pero los rebeldes les siguen disparando.

El tono un tanto plañidero de esas declaraciones contrastaba con la ampulosidad surrealista de Kadafi. En la conferencia de prensa en Trípoli se leyó la carta dirigida por el coronel a quienes participaron en la resolución del Consejo de Seguridad. “Libia no es suya. Libia es para los libios. La resolución del Consejo de Seguridad carece de valor… Si se atreven a intervenir en nuestro país, lo lamentarán.”

Al llegar por la noche la noticia de que hasta 20 aviones franceses de guerra recorrían Libia en zigzag, la calidad de las defensas antiaéreas del país quedó en evidencia. Mujeres y niños fueron desplegados en la capital como escudos humanos, y una mezcla de parejas jóvenes y ancianas con sus hijos se congregó dentro del complejo Bab al Azizia de Kadafi, presumiblemente como una especie de póliza de seguro contra un intento de ataque aéreo dirigido al líder mismo. El dentista Mohammed Salá, de 30 años, quien ha ayudado a traducir para los periodistas en los actos organizados por el gobierno, señaló que tenía pensado dormir en el complejo. Si quieren matar a Kadafi tendrán que pasar sobre mi cadáver, advirtió.

Entre tanto, en el mundo real, Cameron estaba entre los más de 20 líderes mundiales, entre ellos el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; la secretaria de Estado Hillary Clinton y el secretario general de la Liga Árabe, Amr Moussa, que asistieron a una cumbre en París este sábado para acordar los detalles de la intervención.

Su anfitrión, el presidente francés Nicolas Sarkozy, indicó que los jets ya estaban en acción sobre Libia y que la cumbre había acordado utilizar “todos los medios necesarios –en particular medios militares– para imponer las decisiones de la ONU”. Otras figuras claves en el Palacio del Eliseo eran el presidente de la Unión Europea, Herman van Rompuy, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, el español José Luis González Zapatero y representantes de estados árabes como Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Jordania y Marruecos. Alemania, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Canadá, Grecia, Holanda y Polonia también estaban representadas.

Un comunicado emitido después de las conversaciones calificó las acciones del régimen libio de intolerables y exigió que Kadafi y quienes ejecutan sus órdenes pusieran fin de inmediato a los actos de violencia contra civiles, se retiraran de las zonas tomadas por la fuerza y volvieran a sus cuarteles.

En una intensificación de la retórica contra el régimen de Kadafi, Cameron señaló que era “vitalmente importante que la acción se realice… de inmediato”. Este domingo pronunciará un mensaje en la Cámara de los Comunes y dará a conocer a los parlamentarios el consejo legal dado el viernes al gabinete, antes de que se ponga a votación el involucramiento británico en acciones militares. Existe amplio apoyo al esfuerzo. El líder laborista Ed Miliband expresó: Quedarse a un lado, no hacer nada, sería un error absoluto.

Mucho menos claro es lo que ocurrirá cuando Kadafi sea depuesto, si ello ocurre. Algunos analistas predicen una partición del país, otros advierten de un estancamiento que duraría meses. Y, como ha ocurrido con frecuencia, aplicar una fuerza militar superior no es problema, pero el liderazgo rebelde, cuya improvisación sigue siendo motivo de inquietud, podría estar aún por surgir.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya