Política
Ver día anteriorDomingo 20 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Entre suspicacias, declaran receso en consejo para elegir nuevo dirigente

El fantasma de López Obrador recorre el PRD, señala Sotelo

Con porras, Zambrano y Dolores Padierna registran sus candidaturas

Foto
Perredistas mexiquenses que se oponen a las alianzas con el PAN se manifiestan en la reunión del séptimo Consejo Nacional para elegir nueva dirigencia del partidoFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Domingo 20 de marzo de 2011, p. 9

Que viva la porra, aunque la línea perezca. Aunque se lee un resolutivo crucial para la vida futura del PRD, un nombre se impone en el salón: ¡Zambrano, Zambrano! El sonorense Jesús Zambrano registra su candidatura a la presidencia nacional del partido. Y la voz de Saúl Escobar, a cargo de la lectura de un acuerdo sobre las alianzas, se ve opacada por la fuerza vocal de Nueva Izquierda, corriente perredista que dice tener en la bolsa, otra vez, la dirigencia del partido.

Poco antes, mientras se lee un resolutivo contra la propuesta de reforma laboral del PRI, gritos similares acompañan el registro de Dolores Padierna, apoyada por su propia corriente, Izquierda Democrática Nacional (IDN) y otros agrupamientos menores, conjunto bautizado como G-8. ¡Dolores, Dolores!.

La mitad de los consejeros está más interesada en el acto de registro que en el contenido del acuerdo de consenso, que establece que en 2012 el PRD no hará alianzas con el PAN ni con el PRI.

El consejero Avelino Méndez sube a la tribuna para hacer notar la leve contradicción que la corriente mayoritaria no ve: que se fijen argumentos contra las alianzas el año venidero, pero no para el que corre. De hecho, el tema del estado de México se ha dejado fuera, pese a que por la mañana algunos dirigentes daban por hecho que se aprobaría un tímido resolutivo que sólo establecía que Alejandro Encinas es el mejor candidato para la entidad donde hoy truenan los chicharrones de Enrique Peña Nieto.

Aprobados los tres resolutivos de consenso, se da paso a una extraña propuesta: un receso hasta las cuatro de la tarde del domingo.

Varios líderes del G-8 toman el micrófono para rechazar la propuesta del receso y la exclusión del tema del estado de México (de particular importancia para la corriente Alianza Democrática Nacional, ADN, principal interesada en la alianza con el PAN).

Un fantasma recorre el PRD, compañeros: el fantasma de Andrés Manuel López Obrador, dice el senador Carlos Sotelo, hasta no hace mucho destacado miembro de los chuchos y ahora su acérrimo adversario.

Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo, se ríe Gilberto Ensástiga, mientras los chuchos le hacen burla a Sotelo.

Acompañado de una rechifla digna de mejor orador, Fernando Belaunzarán acusa a sus detractores de intolerantes y compara a López Obrador con Torquemada.

Pero nadie de la corriente mayoritaria quiere refutar en el micrófono la idea de que llevar la decisión hasta la tarde del domingo tiene que ver con el acto donde López Obrador presentará su proyecto alternativo de nación, en el Auditorio Nacional.

Temen, dice Sotelo, que el ex candidato presidencial tome una postura frente a la elección de otro representante de la misma expresión que ha entregado el partido a la derecha.

Tal vez ni sea eso, pues el tabasqueño siempre podría dar su opinión más tarde. Tal vez sea que Jesús Ortega tiene un compromiso este domingo al mediodía: la reunión de gobernadores por la alianza en el estado de México, que encabezará junto con el presidente del PAN, Gustavo Madero.

Para que no haya dudas, será.

El debate se agota rápido. Se miden fuerzas. Se abre el receso.

Los chuchos sacan sus cuentas y anuncian que Zambrano va y que aún ajustan la fórmula para llevar a la secretaría general una propuesta de Marcelo Ebrard, con Armando Ríos Piter o Jesús Valencia. Es nuestra primera opción, confirma Zambrano.

Los números que los chuchos deslizan a los reporteros les dan una cómoda ventaja y achican el tamaño de Ebrard como árbitro de la contienda: reducen su influencia a 24 consejeros.

Qué bueno que se confíen, dice un dirigente del G-8. Pero otros no se ven tan optimistas.

Manga y fraude

Algunos grupos de militantes han llegado temprano a tapizar las paredes con leyendas y cartones contra Nueva Izquierda y su líder Jesús Ortega. La mayoría es obra de los cartonistas de este diario. En uno de ellos, de José Hernández, la caricatura de Ortega dice: Para evitar que gane el partido que nos hizo fraude en 1988 vamos a aliarnos con el partido que nos hizo fraude en 2006.

Angélica de la Peña, esposa del caricaturizado, refunfuña a un costado, pero es la diputada Thelma Guajardo quien no se aguanta y pasa a las manos. Es de Saltillo y amiga de Humberto Moreira, dice un dirigente antichuchista.

Creímos que sólo el PAN reprimía la protesta social, señala uno de los jóvenes lopezobradoristas, mientras vuelve a pegar la hoja rota.

Afuera del recinto donde se decide el destino del principal instrumento electoral que se ha dado la izquierda mexicana hay una enorme fila. No de los consejeros nacionales perredistas. Corresponde, admite un militante que hace rato rumia su aburrimiento, a un acto más interesante que la reunión partidista. Una singular romería donde se mezclan solicitantes de vivienda que rechazan las alianzas electorales con el PAN con jovencitas que intentan reproducir, con sus ropas y maquillajes, las aniñadas y frágiles figuras del manga japonés.

De las ligas a la boina

El consejo que sucede en medio de la peor crisis en la historia del PRD –aunque algunos digan que peor es la salida de Porfirio Muñoz Ledo o los videoescándalos– es también el escenario del fin de una simulación: René Bejarano anuncia su reafiliación al PRD, fuerza política que abandonó tras ser visto en cadena nacional llevándose unas ligas –que apachurraban presidentes gringos muertos– de la oficina del conspicuo empresario Carlos Ahumada.

Nunca me fui, dice el profesor, y en eso no miente. Marcelo Ebrard, Manuel Camacho y una larga lista de influyentes personajes de la llamada izquierda partidista jamás dejaron de negociar con él, aunque formalmente no fuese miembro del partido. Hizo lo que muchos, nomás que a él lo videograbaron, se hizo frase clásica entre líderes perredistas e incluso entre jefes de otras fuerzas.

Bejarano pagó con su cargo, unos meses de cárcel y una de las peores imágenes públicas que tenga un político mexicano. Al cine o al aeropuerto tenía que ir semidisfrazado, y quizá esa necesidad se hizo costumbre, porque en recientes apariciones públicas se le ha visto con una boina que sus seguidores ven medio a la Lenin y otros no tanto. Más de un consejero dice que es igualita a la de Nacho Trelles, y no falta quien recuerde que “a ese notable entrenador le decían Nacho Trucos”.

Es curioso que el traje del retorno no lo hayan planchado los bejaranistas ni sus aliados, sino los presuntos adversarios del profesor normalista crecido en la colonia Martín Carrera.

Acucioso lector de José Revueltas y siempre ingenioso con las frases, Jesús Ortega anticipa la víspera del consejo: Bejarano no tiene lepra.

Un día antes, la secretaria general, Hortensia Aragón, cercana a la ex gobernadora Amalia García, había considerado bueno que se formalizara su reingreso al PRD, dado que participa activamente en las negociaciones entre corrientes, en su calidad de cabeza de IDN.

Los males de marzo

Si fueran supersticiosos, los perredistas deberían olvidarse del mes de marzo para tomar decisiones importantes.

Fue en marzo de 1999 cuando el cochinero protagonizado por Amalia García y Jesús Ortega llevó a la anulación de la elección interna. Y cuatro años atrás, también en marzo, el congreso de Oaxtepec confrontó dos posturas irreconciliables, encabezadas una por Porfirio Muñoz Ledo y otra por Cuauhtémoc Cárdenas.

No hemos engañado a nadie. Nos vamos a disolver, pero nos vamos a reagrupar como otra corriente más fuerte, con más presencia y sin lastres, dijo en otro marzo, pero de 2004 y tras los videoescándalos, el hoy líder saliente Ortega. Y es marzo de nuevo cuando el PRD, al borde de la ruptura, elige nuevos dirigentes sin debate, sin urnas e incluso sin la participación de sus consejeros. Todo se arregla en una instalación cercana: el muy ad hoc hotel Imperial.