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El jefe de Gobierno del DF entra al reparto de cargos directivos

Según los chuchos, la intención de Ebrard era sacarnos de la dirección
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de marzo de 2011, p. 14

Los chuchos, que están a una hora de llevar a otro de los suyos a la presidencia del PRD, no tienen duda con respecto a las intenciones de Marcelo Ebrard: Nos quería sacar de la dirección, nomás.

El plan de Marcelo, cuenta uno de los máximos jefes de la corriente Nueva Izquierda (NI), era que su candidato encabezara la fórmula y que la alianza conocida como grupo de los ocho quedara en segundo sitio. Entonces, el jefe de Gobierno se presentaría como el solucionador de la crisis por la vía de excluir a los chuchos de los dos cargos más importantes del PRD.

La estrategia, que suena medio ranchera, era cierta, juran los chuchos, y el espectador se inclina a creerles viendo las jugadas de las últimas horas. Y tampoco sorprende que, de algún modo, haya resultado.

En lugar de retirar su propuesta, o de sumarla a NI dadas las grandes coincidencias políticas que los chuchos tienen con él –según formula Jesús Zambrano–, Ebrard se empeñó en mantener su propia candidatura y evitó de ese modo que Nueva Izquierda arañara los dos tercios de los votos de los consejeros, necesarios, según los estatutos del PRD, para elegir al presidente y al secretario general.

El resto lo hace el crecimiento del grupo de los ocho (111 votos, contra 154 de los chuchos, una diferencia de 43, justo los que obtiene el candidato de Ebrard).

De modo que hay que ir a una votación indicativa para exhibir los votos de cada uno de los dos bloques del PRD, más los del ebrardismo, que son en su mayoría prestados.

El PRD va a voto secreto a insistencia de los operadores de Ebrard, o el señor licenciado jefe de Gobierno, como casi exigen sus colaboradores que se le nombre. Hortensia Aragón y Héctor Serrano no cejan. Los chuchos suponen que de ese modo los consejeros que han sido convencidos (o comprados) por el ebrardismo votarían sin complejos.

Creo que sí nos quitaron unos cuantos, unos cuatro diputados, pero creo que les quitaron más a aquéllos, dice Jesús Zambrano, y echa un ojillo a la zona del salón donde se sienta el equipo encabezado por Dolores Padierna.

Ya veremos ahorita que se cuenten los votos.

Se cuentan cerca de las 10 de la noche, con el resultado enunciado arriba.

La votación enseña varias cosas: las suma de los votos de Dolores Padierna y el candidato de Ebrard es igual a la obtenida por Jesús Zambrano.

Que la amenaza de los chuchos a Ebrard, apenas hace unas horas, de hacer valer los dos tercios que estamos a punto de alcanzar, era puro blof de jugador de póquer.

Que los ocho tampoco tenían los 135 votos que aseguraba.

Que los cálculos de ese grupo y Nueva Izquierda sobre los votos que les había arrebatado Ebrard también estaban equivocados: no fueron 24, sino 43.

Y, finalmente, que el anunciado gran perdedor, Marcelo Ebrard, puede ser el gran ganador: se desmarcó de los chuchos y del grupo de los ocho y entra al reparto de cargos en la dirección del PRD, lugar donde tenía menos que nada.

De tragabalas a escupe fuego

Ex diputado federal, ex presidente del instituto de estudios del partido y teórico de la corriente Nueva Izquierda, Jorge Calderón se desgañita en medio del jaloneo: ¡Ya vete, Brenda, que te van a golpear estos salvajes!

Los salvajes son empleados del servicio electoral del PRD, la mayoría jóvenes lumpen que por la tarde toman control absoluto del acceso a la sede del cónclave.

Calderón ha ido a traer de la mano a una de las integrantes de la mesa directiva del consejo nacional, teóricamente la autoridad en la reunión de marras. Pero nada. Aquí manda el servicio electoral, que a su vez contrató a una empresa –dicen aquí que propiedad de Guadalupe Acosta Naranjo– que se hace cargo de registrar a los candidatos, tomarles fotos y, finalmente, de decidir quién entra y quién no.

El sábado los perredistas permiten la entrada de la prensa durante todo el día, para que atestigüe sólo algunos escarceos verbales. Pero hoy lo hacen sólo al final, cuando ya ha arrancado la votación. Jesús Zambrano se va a someter al voto secreto y nominal por una asamblea de 340 consejeros (aunque nunca, ni ahora, se presentan todos). Es la nueva modalidad establecida por las corrientes para exorcizar el demonio del fraude interno que ha marcado la elección de dirigentes del PRD al menos desde 1999.

Zambrano viene de aquella porción del perredismo que vivió la experiencia guerrillera de los 70. Un capitán del Ejército le metió un tiro en la boca el 2 de marzo de 1974 en Culiacán, Sinaloa. De ahí el apodo de El Tragabalas. Luego pasó 22 meses en la cárcel. En los 80 era ya un jefe de la Corriente Socialista, que agrupó a una parte de quienes optaron por la vía armada.

Más recientemente, Zambrano ocupó la jefatura delegacional en Gustavo A. Madero, una subsecretaría en el Gobierno del DF (con Andrés Manuel López Obrador) y actualmente es vicecoordinador de los diputados federales.

Ahora su reto será sortear a una secretaria general incómoda. Lo pone así un destacado integrante de NI: El precio va a tener que ser soportar a Dolores, que va a estar empeñada todo el tiempo en decir A cuando nosotros digamos B, sólo para venderle a López Obrador que ellos siguen con él.

Hasta hace poco era reconocido como la cara diplomática de NI, pero en los últimos meses se ha convertido en el más rudo adversario verbal de López Obrador: Sólo contesto a sus ofensas, dice, ahora que algunos lo han rebautizado como el escupefuego de los chuchos.

Cambiar el concepto de partido

Eso que sacaron ustedes se me hace muy barato, dice un dirigente del gruupo de los ocho, en referencia a los rumores que corrieron el sábado sobre dos maletines cargados de billetes para ofrecer 70 mil pesos al consejero que diera su voto al candidato de Marcelo Ebrard. Se sigue el consejero: Marcelo no sabe construir, sabe comprar, y es lo que está haciendo.

Para nadie es un secreto, por ejemplo, que el acercamiento de la corriente Alianza Democrática Nacional (ADN) con Ebrard ha tenido el costo de un buen número de cargos –de direcciones a jefaturas de oficina– en el Gobierno del DF.

Convencimiento o compra, Ebrard ha logrado una ronchita de votantes aunque los marcelistas puros son apenas cuatro.

Si somos 24, ¿por qué no votaron ayer?, pregunta Jesús Valencia, quien hace fórmula con el guerrerense y ex panista y ex priísta Armando Ríos Piter, conocido también, en su tierra, como El Jaguar de la Costa Grande.

Cerca de la hora de la comida, y cuando la sesión no tiene para cuándo iniciar, Valencia celebra la votación indicativa que acabará con las especulaciones sobre cuántas canicas trae cada jugador. Será la base de una nueva negociación.

Nosotros lo que queremos es cambiar el concepto de partido, dice enigmáticamente Valencia.

¿El concepto? No todo es pérdida para el jefe de Gobierno. De tener sólo cuatro consejeros –en un órgano de 340–, ha pasado a tener su propia corriente y le deberán ser otorgadas posiciones en los órganos de dirección del PRD. Y El Jaguar ya negocia ocupar el sitio de Zambrano en la Cámara de Diputados.

El que no será candidato

En los años ochenta, Dolores Padierna combinaba sus clases en una escuela primaria en el norte del Distrito Federal con sus estudios de economía en la UAM. Entonces participa brevemente en la disidencia magisterial para luego concentrar sus esfuerzos en el movimiento urbano popular, que tiene su cumbre tras el sismo de 1985.

Ligada siempre a la carrera política de su esposo, René Bejarano, Padierna se convierte en la figura pública principal de la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN) debido al estelar de los videoescándalos. En años recientes ha dado una batalla dentro de la comisión política nacional del PRD, siempre en minoría.

La escena del final de la noche ilustra lo que puede ser del bloque que le ayudó a su corriente, IDN, a completar los 11 votos. De un lado, Padierna al centro de un grupo grande. Del otro, a unos pasos, dirigentes de otros agrupamientos menores, que no validarán en la presidencia a otro chucho, aunque no tienen posibilidades de ganar ninguna votación. Se dan por servidos de haber parado a Ríos Piter, aunque algunos sumaron sus votos a Padierna a regañadientes.

Se acerca la medianoche cuando la sesión sigue. Afuera del recinto, un miembro del equipo perredista de Ebrard se refiere al dilema de Padierna: Ebrard le va a decir que él no será candidato a la Presidencia y ella se lo dirá a López Obrador; así puede ser que la libre.