Políticas sociales y desarrollo

Los desafios para las izquierdas de Chile y Uruguay

Florencia Antía*

n el curso de la pasada década accedieron electoralmente al gobierno de numerosos países de América Latina partidos o coaliciones políticas que comparten una misma filiación ideológica que los coloca en algún sitio del espacio de la izquierda en el espectro político. (…) ¿En qué medida lograron los nuevos gobiernos de izquierda producir performativamente ese margen de acción cuya existencia postulaban? Las respuestas varían tanto como los caminos recorridos. La compilación que presentamos en este cuaderno de CLACSO contiene los resultados de las investigaciones desarrolladas por un conjunto de jóvenes científicos sociales procedentes de diversos países de América Latina en el contexto de dos concursos del Programa CLACSO-Asdi: uno acerca de las características, desafíos, dilemas y políticas de los nuevos gobiernos progresistas de la región, y otro sobre la experiencia de partidos y movimientos constituidos en alternativas políticas en el contexto de las crisis de las estructuras clásicas de representación y mediación.

Introducción

En los inicios del siglo XXI, América Latina presenta una geografía política novedosa, a partir de que en varios países accedieron al gobierno coaliciones y partidos políticos de izquierda y centro-izquierda. El ciclo comienza con el triunfo electoral en Chile del socialista Lagos en 2000, seguido por la victoria en Brasil del petista Lula en 2002, el triunfo en Argentina del ala izquierdista del peronismo con la candidatura de Kirchner en 2003, y la conquista del gobierno uruguayo por parte del frenteamplista Vázquez en 2004. El repertorio se amplía con los gobiernos de Chávez, Morales y Correa en Venezuela, Bolivia y Ecuador, respectivamente.

La renovación se produce luego de dos décadas de predominio de políticas de orientación neoliberal, en las que se impulsó un modelo de desarrollo pautado por la apertura económica, la liberalización financiera y la reducción del rol del Estado, de acuerdo con los postulados sintetizados en el Consenso de Washington (…) Los logros sociales y económicos de este modelo resultaron insuficientes, al no alcanzar la meta del crecimiento económico sostenido y por su incapacidad para redistribuir la riqueza.

En este contexto, la investigación plantea el interrogante de si el acceso al gobierno de partidos de izquierda y centro-izquierda en los países de la región constituye una coyuntura crítica a partir de la cual es posible impulsar un nuevo modelo de desarrollo “progresista”. Específicamente, el objetivo del estudio consiste en identificar y caracterizar los modelos de desarrollo que impulsaron e impulsan tres gobiernos de izquierda y centro-izquierda, los chilenos de Ricardo Lagos (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2009) y el uruguayo de Tabaré Vázquez (2005-2009), mediante el análisis sistemático de las principales políticas públicas orientadas a la promoción de la equidad y a la transformación de la especialización productiva.

Fundamentos de un modelo de desarrollo “progresista”

El término “progresista” es un concepto politológicamente impreciso (…) en la medida en que engloba una multiplicidad de situaciones diferentes, que abarca gobiernos conducidos por partidos de izquierda clásica, coaliciones de centroizquierda, movimientos de corte populista, etcétera. No obstante, resulta claro que el uso contemporáneodel término “progresismo” se identifica fuertemente con el campo político-ideológico de la izquierda. De ahí que en este trabajo se utilicen indistintamente los términos de izquierda y progresista.

Para aproximarse a la concepción de un modelo de desarrollo de izquierda, cabe retomar la clásica distinción entre izquierdas y derechas planteada por Bobbio. De acuerdo con este autor, entre las principales señas de identidad de la izquierda figura la preocupación por la igualdad social. Ello se manifiesta en una vocación por reducir los factores que conducen a la desigualdad entre clases sociales, grupos étnicos, género, etcétera. Una vez establecido el criterio central, Bobbio plantea que la valoración que los partidos e ideologías tengan de la libertad, permite distinguir entre alas moderadas y extremistas. A partir de la combinación de ambos criterios –apreciación de la libertad y de la igualdad–, Bobbio identifica a los partidos y movimientos de centro-izquierda como aquellos que son a la vez liberales e igualitarios y los diferencia de las agrupaciones de izquierda de tipo jacobino, que son igualitarias, pero también autoritarias (…) La distinción entre partidos de centro-izquierda y de izquierda extremista es un recurso analítico necesario para este trabajo, ya que los casos estudiados se aproximan mayormente a la definición de centro-izquierda.

Además de la preferencia por la igualdad, otro rasgo característico de la izquierda es que tiende a atribuir al Estado un papel más relevante en la regulación de las esferas económica y social, mientras que la derecha confía mayormente en los mecanismos de autorregulación del mercado.

El fenómeno de las izquierdas gobernantes en América Latina es relativamente novedoso, por lo que recién comienza a producirse una serie de análisis sistemáticos de las distintas experiencias. Algunos de estos trabajos acuñaron el término de “nueva izquierda”, en alusión a los partidos y movimientos de izquierda latinoamericanos que emergen hacia finales de la década de los 80 e inicios de los años 90. La “nueva izquierda” surge sobre la base de la transformación de las “viejas” organizaciones de izquierda –ya sea los partidos comunistas, la izquierda nacionalista o popular, las organizaciones guerrilleras, los partidos de izquierda reformistas o la izquierda social– y está asociada a la crisis de la ideología marxista a escala internacional y a la caída del bloque socialista (…)

Se identifica pues una fuerte heterogeneidad dentro del fenómeno de la “izquierda latinoamericana gobernante”, en función de parámetros tales como la estructuración ideológica de la competencia partidaria, la valoración de la democracia liberal, la evaluación de las pautas de organización de la economía capitalista, las características propias de cada uno de los países, así como de la agenda de gobierno.

En una caracterización que ha resultado polémica, algunos analistas distinguen entre una izquierda de tipo “populista” y una “reformista” o “socialdemócrata” (…) Entre los primeros se cuentan los partidos y gobiernos “que surgen de un pasado populista y puramente nacionalista, con pocos fundamentos ideológicos” (Castañeda, 2005). En este grupo, los autores referidos suelen ubicar a diferentes gobiernos como el de Chávez en Venezuela, el de Correa en Ecuador, el de Evo Morales en Bolivia y el de Kirchner en Argentina.

La segunda categoría –izquierda “reformista o socialdemócrata”– comprendería a aquellos gobiernos y partidos que asumen las reglas de juego planteadas por el régimen democrático y la economía capitalista, moviéndose en el contexto de las restricciones que ambos generan. Esto supone, por un lado, el abandono de la vía revolucionaria de acceso al poder y la opción por un reformismo democrático. Por otra parte, implica la aceptación del mercado, el cual se combinará con formas más o menos extendidas de intervención estatal. Sumado a ello, en materia de agenda de gobierno, la izquierda reformista procura impulsar algunas políticas distintivas, especialmente en el plano social, en el de los derechos democráticos y en algunos aspectos del manejo económico (…) En esta categoría se ubicarían los gobiernos chilenos de Lagos y Bachelet, el uruguayo de Vázquez y el brasileño de Lula.

Así, dentro de esta última categoría, las izquierdas gobernantes no proponen una transformación sistémica del modo de producción hacia el socialismo. En cambio, plantean una nueva organización del capitalismo con mayor regulación y equilibrio social, que se podría calificar de “reformista”. En efecto, si bien desde filas opositoras las izquierdas latinoamericanas plantearon fuertes críticas al modelo neoliberal, algunos autores sostienen que ellas carecen de una alternativa acabada frente al mismo (…) No obstante, cabe plantear la hipótesis de que los gobiernos de izquierda y centroizquierda de la región impulsan un modelo de desarrollo que, sin proceder de acuerdo con un paradigma preconcebido, busca promover conjuntamente el desarrollo económico y la justicia social.

Esta investigación parte de una hipótesis respecto del contenido normativo que orienta una estrategia de desarrollo de izquierda. Entre sus prioridades, dicha estrategia jerarquiza las políticas orientadas a la mejora de la equidad social, lo que incluye una redistribución de la riqueza. Asimismo, a la luz de la experiencia latinoamericana reciente, se asume que la mejora sostenida de la equidad sólo es posible a partir del aumento de la riqueza y de la mejora de las capacidades para generarla.

A modo de conclusión

Hemos planteado una caracterización de los modelos de desarrollo de Chile y el Uruguay en el contexto de los gobiernos de izquierda y centro-izquierda. La pretensión de una mirada integral, que permita abarcar los aspectos económicos y sociales de los modelos de desarrollo, hizo necesaria la consideración de muy diversos aspectos en detrimento de la profundización en algunos tópicos específicos. Teniendo en cuenta estas limitaciones, cabe replantear la pregunta que orientó nuestra investigación: ¿Impulsan los gobiernos estudiados un modelo de desarrollo progresista, entendido como aquel que persigue la equidad social y la transformación productiva orientada a la generación de valor mediante la diversificación de la producción y la incorporación de contenido tecnológico? Ambas experiencias combinan esos componentes, aunque con intensidades distintas. En los dos casos, los esfuerzos por llevar a cabo una transformación productiva con tales características son aún incipientes. En este plano, las políticas públicas se encuentran en sus primeras etapas de implementación, y si bien han ido ganando prioridad dentro de las agendas de los gobiernos, no constituyen su orientación prioritaria. En cambio, el eje central de las políticas económicas en ambos casos se encuentra en la generación de un marco de reglas de juego estables.


* Florencia Antía
Licenciada y maestra en ciencia política por la Universidad de la República de Uruguay. Candidata a doctora en ciencia política por el Instituto de Pesquisas Universitárias de Rio de Janeiro. Investigadora y docente del Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República, Uruguay.