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El sonido Jeff Beck
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Periódico La Jornada
Sábado 9 de abril de 2011, p. a16

El maestro Beck está de vena.

Su nueva grabación es una fiesta entera: Jeff Beck: Rock’n’Roll Party, 20 tracks 20 de harto jolgorio, paisaje sonoro variopinto y sobre todo mucho baile.

A muchos sorprenderá escuchar al señor Geoffrey Arnold Beck tocando Peter Gunn, ese tema tan celebrado de Henry Mancini (la versión de The Blues Brothers, por ejemplo, es una delicia) y en el colmo del agasajo: Apache, otro emblema, escrito por Jerry Lornan e inmortalizado por The Shadows.

En el pináculo del conten-to, se suelta el pelo y toda sujeción con un fraseo hiperrefrescante de Sleep Walk, clásico de clásicos de la pareja ítalo-estadunidense Santo y Johnny Farina.

Esos devaneos se valen simplemente porque sí, porque a sus 66 años maese Beck quiso armar una megafiesta para honrar a uno de sus maestros: Lester Williams Polsfuss (1915-2009), mejor conocido como Les Paul, maestro laudero, artífice de herramientas que producen placer: las ya legendarias guitarras Gibson Les Paul, que son de las favoritas de Jeff Beck, al igual que su guitarra Fender y su fabulosa Stratocaster Signature.

En cuanto comienza el dis-co nadie se queda en sus asientos. Todos a bailar con Double Talkin Baby, para enseguida disfrutar el primero de una serie de piezas de antología: Cruisin’, Cry me a river, Mockin’ Bird Hill, Tiger Rag. En una sucesión de segmentos donde pasamos del rocanrolito a las piezas cantadas por Imelda May y una banda de excelentes músicos.

Este juguetito precede a Emotion & Conmotion, álbum muy bien representado en su portada por un águila que aterriza con una guitarra-rock entre sus patas. Acompañado de orquesta, maese Beck extiende estilo e idea: si alguien tenía alguna duda, tenemos entre nosotros a uno de esos pocos artistas en la historia de la música que han logrado algo que los trascenderá: crear un sonido.

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El Sonido Beck es inconfundible. No responde al lugar común del guitarrista prendidón o maromero. La finura de su estilo, la exquisitez de sus fraseos, le permiten disquisiciones tan atrevidas como, en el disco Emotion & Conmotion, encumbrar a la categoría de obra de arte lo que para muchos es solamente un tema melódico: Over the Rainbow. Porque Beck no hace covers, sino gran música.

Antes de ese álbum, grabó una obra maestra: You had it coming, prodigio musical.

Las etiquetas le vienen guangas. Porque no basta con decir que es un guitarrista de rock. Un encajonamiento más preciso sería nombrarlo blusista magistral. Pero él está más allá todavía. Tampoco responde a otro reduccionismo: virtuoso. Es un músico que comunica ideas.

Sonido duro, hace ver bizcos a los bizcochos. Hace hacer esquina a Frank Zappa con King Crimson (que ya es mucho decir: Peter Fripp y Adrian Belew sonando a coro), hace un sonido peculiar, único e irrepetible.

La noción de estilo tiene en Jeff Beck a un mago. Porque magia es el track 4 del álbum You had it coming, donde deshace un clásico de Muddy Waters, Rollin’ and Tumblin’, y hace olvidar a Clapton, Dylan, Canned Heat, vaya, al mismísimo Elmore James, entre otros que han hecho sus propias versiones de esta pieza maestra, porque lo que hizo Beck es magia.

Corre adrenalina combinada con emociones positivas por las venas del maestro Beck, que está de vena.

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