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Conflicto en la Universidad de la Ciudad de México
Carta del ex rector Manuel Pérez Rocha
Periódico La Jornada
Domingo 10 de abril de 2011, p. 3

México D.F. a 8 de abril de 2011

Dra. Esther Orozco Orozco

Rectora de la UACM

P R E S E N T E

Esther:

La autocrítica es consustancial a la universidad. Si la universidad asume como tarea la crítica social (hay quienes con insensatez exageran y dicen que es la conciencia de la sociedad) se contradiría si no acepta la responsabilidad de la autocrítica. Pero la autocrítica de la universidad la tiene que hacer la universidad. Hace 25 años, la rectoría de la UNAM hablaba del documento Fortalezas y Debilidades formulado por la misma rectoría de esa institución, como la autocrítica de la UNAM. Señalé entonces, públicamente, que ese documento, en todo caso, debería considerarse como la crítica que la rectoría hace a la UNAM. El resultado fue un movimiento universitario de altísimo costo para la institución (el del CEU) que echó para abajo los 26 puntos de reforma que proponía Carpizo y que el Consejo Universitario de la UNAM aprobó por obvia resolución (a pesar de casi todos ellos significaban regresar a la UNAM al siglo XIX). Lamentablemente, a mi modo de ver, entre ellos estaba uno rescatable: la separación de la certificación y el proceso educativo. De la misma manera, la carta que publicaste la semana pasada sería, en todo caso, tu crítica a la UACM, sin embargo ni siquiera es eso, es injustamente su denostación. Pero lo que se necesita a los diez años de vida de esta joven universidad, es la autoevaluación crítica que deberá ser hecha por los diversos grupos de trabajo que la constituyen, así está previsto en la Ley de la UACM.

La Ley de la UACM prevé que un consejo social conocerá las autoevaluaciones que realicen las diversas áreas de la universidad. Este consejo social está por constituirse, puesto que dependía de la emisión del Estatuto General Orgánico, el cual fue aprobado hace apenas poco más de un año. Los trabajos del congreso universitario, que está ya organizando el Consejo Universitario, seguramente se apoyarán en las autoevaluaciones que realicen las diversas áreas de la UACM y que deberán presentarse al consejo social una vez que se constituya. Estas autoevaluaciones deberán ser críticas para que constituyan una verdadera autocrítica y además deberán ser científicas.

Pero la crítica, y la autocrítica, no pueden confundirse – decía Unamuno, a quien cito con frecuencia – con las malas tripas. Tantos juicios sumarios y lapidarios tuyos de la UACM en unos cuantos párrafos revelan un encolerizado estado de ánimo y están muy lejos de constituir la crítica de una científica. Hace casi veinte años, tú colaboraste conmigo en los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (los CIEES, dependientes de la SEP y la ANUIES) y ahí desarrollamos y aplicamos un proceso de evaluación diagnóstica universitaria muy sólido y consistente. Si recuerdas, el primer paso era allegarse toda la información posible acerca de la institución y con ella elaborar un documento llamado prediagnóstico, que era la base para formular una serie de preguntas e identificar la información adicional necesaria (¿Acaso ya leíste, por ejemplo, el extenso informe que presenté a principios de 2010 al Consejo Universitario y que está incorporado en la entrega de la rectoría? ¿Has emitido alguna opinión al respecto? ¿Te quedó alguna duda?) Posteriormente se hacía la visita a la institución durante la cual se entrevistaba a funcionarios, maestros y estudiantes (¿Acaso obtuviste información de los funcionarios de la pasada administración, incluyéndome?). Con toda esa información se elaboraba el reporte que incluía como elemento final una serie de recomendaciones, con la justificación de cada una de ellas y las sugerencias de acciones concretas para llevarlas a cabo. De ese modo se realizaron, mientras yo coordine dichos comités, más de 800 evaluaciones diagnósticas en decenas de universidades públicas y privadas del país.

El proceso de evaluación se sustentaba, además, en lo que más propiamente puede llamarse método, el cual consistía en la doble comparación de los hallazgos en la institución evaluada: a) con un marco de referencia elaborado por el propio comité y hecho público y b) con el modelo de la institución o programa evaluado (contenido en los estatutos, planes, programas, reglamentos y demás documentos). El método también comprendía la comparación de este modelo de la institución con el marco de referencia del comité. ¿Cuál es tu marco de referencia? ¿Qué juicio te merecen la Ley de la UACM y su proyecto educativo que despectivamente calificas de hipótesis fallida? En la toma de posesión tú te comprometiste a respetar dicha ley y hacerla respetar. No solamente eso, como parte del Consejo Asesor de la UACM tú conociste el proyecto de ley y proyecto de universidad que se presentó a la Asamblea, no recuerdo que los hayas objetado.

Considero que al haber cumplido diez años de vida es tiempo de que en la UACM se realicen evaluaciones y autoevaluaciones aplicando lo utilizable de aquella experiencia de los CIEES (no de lo que estos comités están haciendo ahora). De esta manera se puede evitar que con un solo dato se hagan juicios precipitados, tajantes, condenatorios y sin fundamento como los que haces en tu documento y han hecho los diputados de todos los partidos (empezando por los del PRD) y funcionarios del Gobierno de la Ciudad (principalmente los secretarios de Educación, Axel Didrixon y Mario Delgado, incluyendo las opiniones y acciones de este último en contra de la UACM cuando era Secretario de Finanzas).

La afirmación de que la UACM es un fracaso y un fraude la sustentas en datos o conjunto de datos acerca del número de estudiantes titulados y del ritmo con el cual llevan sus estudios (el Coeficiente de Desempeño Académico, indicador inventado por alguno de tus colaboradores noveles). En los 50 años que tengo trabajando en tareas universitarias (docencia, investigación, planeación, legislación y administración) nunca tuve noticia de este indicador. Cabe señalar que el nombre de este indicador es, por decir lo menos, engañoso, pues se refiere exclusivamente a la velocidad con la que los estudiantes realizan sus estudios y no, por ejemplo, al nivel académico logrado, a la solidez de su formación u otro elemento cualitativo, que constituyen parte importantísima del desempeño académico.

Los juicios que desprendes de los datos de desempeño y titulación no se derivan de la comparación de éstos con algún parámetro explícito, con algún marco de referencia como nos exigíamos en los CIEES. La única comparación explícita que se hace es aberrante. Comparas el número de titulados que se prevé tendrá la UACM este año (400) y que por supuesto realizaron sus estudios en la pasada administración (sin las becas del ICYT que tu dirigías), con los 250,000 espacios de educación superior que hacen falta en la Ciudad. ¿Tiene la joven UACM la responsabilidad de dar solución a ese descomunal problema? ¿Se le han dado recursos y condiciones para ello? ¿Y qué les corresponde a instituciones como la UNAM, el IPN y la UAM? He propuesto pública y reiteradamente, e infructuosamente, que se constituya en la Ciudad de México una instancia de planeación en la que participen todas las instituciones de educación superior y elaboren varios escenarios para el desarrollo de este nivel educativo en esta entidad (que es la única del país que no cuenta con una instancia así).

Para que los datos de número de titulados y ritmo de avance de los estudiantes de la UACM tengan significado habría que compararlos con lo que ocurre en otras instituciones, no para justificarnos porque el mal desempeño es mal de muchos, sino porque esos resultados insatisfactorios tienen causas que exceden el ámbito de la universidad. ¿Sabes cuáles son esos datos para la UNAM, el IPN, UAM, otras universidades de los estados y las decenas de universidades patito que ha creado la SEP? ¿Sabes que en los países de la OCDE se titula apenas un poco más del 30% de los estudiantes, a pesar de que en la mayor parte de esos países tienen una educación media mucho más rica y sólida que la nuestra, tienen becas, alojamiento, comedores, bibliotecas, laboratorios, áreas de esparcimiento y todos los apoyos imaginables? De los estudiantes de la UACM solamente una mínima cantidad tiene una mínima beca que se paga con el presupuesto de gasto corriente de la institución. En cambio, el Gobierno del DF da becas a estudiantes de la UNAM, el IPN, el Colegio de Bachilleres, etcétera. La ALDF aprobó hace unos días un presupuesto de 150 millones de pesos que apoya a instituciones de educación superior privadas patito, eso sí que es un fraude. ¿Y a la UACM? Se le mantiene en estado de asfixia financiera, con construcciones irresponsablemente suspendidas desde hace años. Las inversiones en laboratorios, bibliotecas, cómputo y comunicaciones se han hecho con cargo al exiguo presupuesto de gasto corriente, a pesar de que la ley ordena que a esta universidad se le den adicionalmente los recursos necesarios para inversión.

Además, como hacíamos en los CIEES y como corresponde a una auténtica crítica, en el análisis deben incorporarse el contexto y las condiciones de desarrollo de la institución (puedes leer lo que acerca de la crítica se dice en varios números del fenecido suplemento Educación UACM). Pocas instituciones universitarias han nacido y se han desarrollado en condiciones tan adversas como las que ha tenido la UACM. Desde antes de su nacimiento esta universidad fue objeto de arteros ataques. Ejemplos que he recordado varias veces: la propia Secretaria de Educación Pública (con Reyes Tamez) declaró ilegal a la nueva universidad; René Drukcer, Coordinador de Ciencias de la UNAM, dijo que era un proyecto corrupto; José Blanco, que también fue alto funcionario de la UNAM, publicó un artículo en el que demostraba con estadísticas que la nueva universidad era innecesaria (¿esto explica que la UNAM nunca ha aceptado firmar un acuerdo general de colaboración con la UACM?; no obstante algunas de sus dependencias la han apoyado); en la prensa y tv siempre se refieren a ella, con la pretensión de descalificarla, como la universidad del peje; dentro del propio gobierno del DF la UACM ha tenido muchos enemigos. Pero lo más grave, como he señalado, se le ha asfixiado financieramente.

Es escandaloso que al tiempo que dices pedir respeto a la autonomía universitaria reclames a la ALDF no haber tomado oportunamente medidas para remediar el desastre. Tú fuiste parte del Consejo Asesor de la UACM durante nueve años. Ese consejo tenía, como parte de la ley que da autonomía a esta institución, la responsabilidad de emitir todas las normas que hicieran falta a la universidad. Asististe a la mayor parte de sus reuniones. Tú dices que una causa del desastre y fraude es que la Universidad no tiene normas. Nunca se aprobó algo con lo que no estuviste de acuerdo, nunca se rechazó algo que tú propusiste. Y en el tiempo que entusiasta y generosamente dieron a la UACM los distinguidos miembros de ese consejo (no tenían remuneraciones por su trabajo) se avanzó lo que se pudo avanzar y no fue poco (en ese consejo tu aprobaste la actual estructura de la UACM a la cual también culpas del desastre).

Has ocasionado un daño irreparable a la institución, haciendo acusaciones públicas generales, abstractas, a los maestros, con lo que pagan justos por pecadores (que como en todas partes los hay); has hecho un daño enorme a los estudiantes ¿cómo van a conseguir trabajo si llevan un título que expidió una universidad que su propia rectora dijo que es un fraude y que los estudiantes tienen un pésimo desempeño académico? Lejos de contribuir a consolidar una comunidad en la UACM has propiciado división y encono. Hasta hace unas semanas, la universidad no había tenido interrupciones de labores significativas (ni una sola huelga). El conflicto actual ya ha generado algunas y si sigue, seguramente tendrá costos muy grandes para la comunidad universitaria y para la sociedad.

Manuel Pérez Rocha

México D.F. a 8 de abril de 2011