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Atacan hotel donde se hospeda Alassane Ouattara, el presidente reconocido internacionalmente

Gbagbo lanza contraofensiva en Costa de Marfil

Sin solución militar por ahora, los que tienen medios económicos abandonan apresuradamente el país

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Hombres detenidos por fuerzas leales a Alassane Ouattara son concentrados en una gasolinera de AbiyánFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Domingo 10 de abril de 2011, p. 27

Abiyán, 9 de abril. Lo que empezó como la semana en que Laurent Gbagbo reconocería al fin su derrota terminó con el hombre fuerte de Costa de Marfil desafiando al mundo desde su búnker en Abiyán. Luego de observar cómo la zona bajo su control se empequeñecía a unos cuantos sectores de la ciudad de la laguna, sus fuerzas emprendieron un dramático contrataque durante la noche del pasado viernes, con un asalto a la residencia del embajador francés.

La agencia Afp reportó este sábado que el hotel Golf de Abiyán, cuartel del presidente electo Alassane Ouattara, reconocido internacionalmente, fue objeto de ataque. La Organización de Naciones Unidas (ONU) rescató a 17 ciudadanos británicos de la residencia del alto comisionado, cercana al complejo donde se refugia Gbagbo.

El armamento pesado que supuestamente había sido destruido por los ataques aéreos de la ONU y Francia volvió a ser usado cuando las fuerzas leales a Gbagbo recuperaron algo de terreno. En contra del perdedor de la elección de noviembre, de 65 años de edad, se combinan la fuerza de operación francesa Licorne (Unicornio), los pacificadores de la ONU y el ejército variopinto de Ouattara.

El violento estancamiento ha creado su propia historia de dos ciudades: cada día la capital comercial parece a punto de retornar a la normalidad, pero de noche comienzan las balaceras y todo vuelve a ser incierto.

No es una guerra con un solo frente de batalla. Las complicaciones de la laguna de Abiyán se asocian a la complejidad de las alianzas que gobiernan sus vecindarios. En el sur de la ciudad, las largas filas para comprar alimentos fuera del único supermercado abierto muestran la lucha por volver a la normalidad. Incluso en el elegante cuarto distrito de la zona sur, The Independent on Sunday contó seis cadáveres tirados al lado de las calles. En muchas zonas, los muchachos que hacen guardia en las barricadas no son partidarios de ninguno de los dos rivales presidenciales, cuyos carteles de campaña aún tapizan la ciudad: son fuerzas de defensa del vecindario, cuyo objetivo es repeler a las milicias.

Luego de varios meses de tensión, ataques a civiles y el saqueo casi total de Abiyán, la confianza se ha perdido por completo. Las muertes de civiles fueron el pretexto para los ataques de los helicópteros de Francia y la ONU, la semana pasada. Se esperaba que Gbagbo pudiera ser cercado y rendido por hambre, como una rata. Pero el avance ha sido cruelmente disparejo. El país que alguna vez se vio como el motor de África ha sufrido una guerra étnica alimentada por una elite política que se ha vuelto acaudalada y cínica gracias a la riqueza del cacao del país.

Se cree que los hombres de Gbagbo no llegan a mil, pero su esperada capitulación no se ha materializado. Informes sin confirmar sugieren que recibieron apoyo de mercenarios angoleños. El grueso de las tropas del ex presidente consiste en guardias republicanas que se han sostenido en tres sectores de la ciudad, desconectados entre sí.

Francia respondió al ataque de ayer contra la residencia de su embajador enviando repetidos vuelos de helicópteros a Cacody, donde las fuerzas de Gbagbo custodian la entrada a su búnker. Según testigos, sólo hubo tiroteos esporádicos. Las fuerzas francesas se limitaron a hacer patrullajes aéreos.

La realidad del estancamiento queda clara al norte del puente Charles de Gaulle, en el distrito empresarial de la ciudad, devastado por la guerra. Allí se aloja la televisora estatal, RTI, que implacablemente ha emitido propaganda en los cuatro meses transcurridos desde que Gbagbo perdió las elecciones frente a Ouattara, su opositor musulmán norteño. La estación RTI lleva años diciendo a los marfileños que Ouattara, ex economista del Fondo Monetario Internacional, es extranjero y comparsa de Occidente. Ayer volvió a entrar al aire, luego de una ausencia de varios días, para decir a los televidentes que Gbagbo libra una guerra anticolonial contra las fuerzas genocidas de Francia y la ONU.

Hoy, soldados de Gbagbo fuertemente armados fuera de la sede de la estación mostraron que ésta sigue bajo control del ex presidente. En las vacías avenidas flanqueadas por árboles, el canto de los pájaros era interrumpido por ocasionales descargas de armas de fuego.

Una patrulla francesa que entró en la zona para rescatar a sus nacionales fue enfrentada por soldados marfileños ebrios calzados con chanclas. Lanzando insultos, uno de ellos se acercó a un vehículo blindado francés diciendo: ¡Váyanse de aquí! No queremos franceses. Francia nos ha traicionado, mató a mis hijos. Agitó en el aire un rifle de asalto mientras otros seis soldados se le unían. ¡Ésta es mi patria y moriré por ella!, gritó.

Huida del París de África

Una vez conocida como el París de África, Abiyán ha atraído migrantes ricos y pobres de la región circundante e incluso de Europa. En su día de gloria se decía con afecto que era un lugar cercano a África para los negocios.

Aguardando la evacuación en el sótano de un hotel en Plateau, un profesor del Liceo Francés en Abiyán señaló hoy: Cada día pensaba que esto terminaría pronto, pero ahora me dicen que Gbagbo recupera terreno. Prometiendo volver pronto, añadió: ¿Qué pasará con nuestros maestros africanos? Ven que los franceses nos vamos y les da más miedo. Los mil 400 efectivos de Francia y los 10 mil pacificadores de la ONU se han abstenido hasta ahora de aplastar los restos del ejército de Gbagbo. Pese a estar claramente a favor de Ouattara, los restringe su mandato, que sólo les permite proteger a civiles. Y los ex guerrilleros leales al ex presidente electo, que barrieron el país en una ofensiva relámpago de 10 días, parecen incapaces o reacios a terminar la tarea.

Sin solución a la vista, todo el que puede irse lo hace. La noticia de que Air France viajaba hoy a Abiyán en su primer vuelo comercial desde que comenzó la lucha llevó a una residente senegalesa, Anne-Marie Curtis, casada con un francés, a pedir que los franceses la rescataran. Por primera vez en una semana sacó a sus hijos de su escondite en Plateau; las manos le temblaban mientras buscaba su pasaporte. Lo encontró y la hicieron subir a un automóvil blindado.

Por los balcones del edificio del que ella salió asomaron caras preocupadas, muchas de marfileños cuyos empleados tienen la ciudadanía y los medios para escapar. En ausencia de fuentes confiables de información, muchos residentes han recurrido a las redes sociales y los mensajes de texto para averiguar qué ocurre.

Esta mañana recibí un mensaje de que Gbagbo comenzaría una nueva ofensiva y que sería inseguro quedarse. Llamé a los franceses y les pedí que vinieran por mí, relató la señora Curtis.

Este sábado, al caer la noche en Abiyán, los obuses comenzaron a estallar, los helicópteros elevaron el vuelo y empezó una nueva espera nerviosa de lo que pueda traer el nuevo día.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya