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Ver día anteriorDomingo 17 de abril de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La UACM a debate
E

l severo y crítico pronunciamiento de la rectora Esther Orozco sobre la situación de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y las diversas reacciones de muchos de sus miembros muestran la necesidad –incluso la urgencia– de una revisión crítica y autocrítica de su actuar y de su futuro. Cumplir 10 años de vida la obliga. Es un buen momento. Pese a la aguda conflictividad en la que se encuentra. Incluso, precisamente por ella. Claro que lo es. Sus responsabilidades son claras. Es mucho lo que las universidades públicas deben a la sociedad, que se impone la revisión permanente del cumplimiento de sus deberes. Y en ese quehacer, en esa actividad crítica y autocrítica no debe, no puede eliminarse la divergencia, por más que ésta se presente de manera ruda. Pero sí debe eliminarse la irracionalidad. Venga de donde venga. Esa es la riqueza del quehacer científico, eliminar la irracionalidad, que se traduce en práctica esencial del quehacer universitario. Nunca restringido a la validación social de capacidades y habilidades, por más necesaria que resulte esta validación. La misión de la UACM es clara. Conjuga aspectos cualitativos y cuantitativos. Nunca los disocia. Ni subordina uno al otro. Basta leer su Estatuto Orgánico. Por eso, lo peor que hoy puede hacer la comunidad universitaria de la UACM es ignorar los planteamientos críticos de la doctora Orozco, so pretexto de su crudeza, de la supuesta falta de cuidado en su presentación. Un antecedente de sus formulaciones lo representa el diagnóstico que sustenta el anteproyecto de reorganización administrativa dado a conocer en noviembre pasado. Ahí está. Nadie puede llamarse a sorpresa cuando ya en dicho anteproyecto se presentan los elementos sustantivos que ofreciera públicamente la rectora Orozco. El auténtico espíritu universitario no puede soslayar las formulaciones críticas pretextando falta de cuidado en las formas.

Estos días hemos leído muchos pronunciamientos que centran su reacción en esa aparente falta de cuidado por parte de la doctora Orozco. Y, más todavía, que le exigen un comportamiento más comedido o –incluso– su renuncia. Aun aceptando la necesidad de un mayor cuidado en las formas –por parte de todos los miembros de la comunidad, que no sólo la rectora–resulta inaceptable que se soslaye o se evada lo esencial de sus planteamientos por insuficientes o incompletos o sesgados que les parezcan a algunos o a muchos. Incluso, ante la eventualidad de que la mismísima doctora Orozco –por una u otra razón– dejara la rectoría, el problema esencial de la UACM subsistiría. Y no es, por cierto, el de la mayor o menor fama pública.

Toda universidad –permanentemente– debe orientarse –Kant lo señalaba a propósito de la Ilustración– hacia la edad adulta de la razón. El reto central de la UACM es avanzar hacia esa edad adulta de la razón. Y camino a ella, la comunidad de la UACM debe mostrar –primordialmente a sí misma y a la sociedad que la sostiene y que la explica– que cumple cabalmente su cometido central: cultivar y transmitir valores sociales fundamentales para el ejercicio de la libertad como la tolerancia, el respeto, la honestidad y la lealtad.

Mostrar su solvencia para apoyar a que la sociedad reflexione, investigue, discurra, desarrolle, innove, respete, tolere, resuelva, aliente, defienda y sea intransigente con la inseguridad, la injusticia, la miseria, el autoritarismo y el sojuzgamiento. Y para ello la comunidad de la UACAM –toda comunidad universitaria– debe reflexionar, investigar, discurrir, desarrollar, innovar, respetar, tolerar, resolver, alentar, defender y ser intransigentes con la inseguridad, la injusticia, la miseria, el autoritarismo y el sojuzgamiento. Hay muchos compañeros universitarios de incuestionable valía, comprometidos en áreas sustantivas de la UACM. Con algunos me une no sólo una legendaria amistad, sino un gran respeto por el quehacer académico y su responsabilidad social, de cara a un mundo más justo. No puedo menos que decirles que cerrarse a la crítica e, incluso, solicitar la renuncia de la rectora es una salida fácil. Sí, fácil.

El proyecto original de la UACM sigue siendo válido. Y su misión original absolutamente pertinente: formar hombres y mujeres con compromiso social, cultos, libres, con pensamiento crítico y humanista, y conocimientos científicos y tecnológicos sólidos, y actualizados, que contribuyan a construir una sociedad educada, equitativa y solidaria. En este marco –el de su propia misión– la comunidad universitaria puede y debe superar esta crisis. Mi opinión es que debe hacerlo con la rectora Orozco ahí, hacia quien –también debo reconocerlo– tengo un profundo respeto personal y académico. Por más absurdo que les parezca a algunos, es una buena oportunidad tener una persona con la formación y la valentía de la doctora Orozco para hacer avanzar a la UACM. Nada sería mejor que hacer el máximo esfuerzo por abrir un periodo de ascenso académico y organizativo superior. Insisto, lo fácil es hacer de su renuncia el cometido principal. O de la descalificación de pares, el núcleo de la crítica. Por el contrario, lo central en estos momentos es realizar un ejercicio autocrítico que conduzca a la apertura de esa nueva fase de desarrollo de la UACM, privilegiando sus objetivos fundacionales, pero atendiendo con el mayor rigor y cuidado la transparencia en la gestión de sus recursos y en la autoevaluación permanente de sus tareas. Muchos –muchísimos– en la ciudad de México lo esperamos. Sin duda.

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